Los primeros oponentes a legalizar la marihuana son los  narcotraficantes. La única manera de ejercer un control sobre el  narcotráfico es normando el producto que ellos explotan. Al atarlos  económicamente al sistema los eliminas.

Legalizar es regular, no significa permisión total. La prohibición  total de un fenomeno paradójicamente produce lo contrario: lo libera  de forma escandalosa.  Un ejemplo de esto fue la prohibición del  alcóhol con la ley seca que produjo bebidas de altísima graduación,  gente muerta y ciega como consecuencia de esa liberación producida por  la total prohibición.

Si hoy estuviera prohibido el alcóhol se vendería hasta en las  escuelas, a deshoras, en cantidades peligrosas y habría guerras entre  los bandos distribuidores.

Creo que tarde o temprano en la historia la producción y el consumo de cannabis se regulará inevitablemente. 166 millones de consumidores hoy  en día a nivel mundial es un dato irreversible.

Pero primero tendremos que tocar fondo y caer en guerras cruentas como sucedió con la ley seca y el alcóhol o con las históricas guerras del opio y  casos similares.

La historia lo confirma una y otra vez. Es sólo cuestión de estudiarla como lo hace el investigador y sociólogo español Antonio Escohotado.  Sus múltiples estudios sobre la historia de las drogas son  reveladores. Se basa en datos sólidos comprobados no en especulación.

La Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia impulsa el  debate del tema en un momento en el que peligran la gobernabilidad de  los países.

Las adicciones son un problema de salud, no de moral. Y mientras no se busque la solución y el antídoto dentro de una perspectiva médica y científica la cuestión está perdida.

Antiguamente a las enfermedades se les daba un enfoque moral y se señalaba al enfermo como poseído, en ese nivel de entendimiento  estamos ahora con respecto al abuso y uso de las drogas.

Y me refiero a todas: las legales y las ilegales, las rituales y las medicinales. Desde cocoa, cafeína, rivotril, alcohól,  codeína, somníferos, cannabis hasta las de origen ritual como el vino santo  para los católicos o el peyote para los huicholes.

Si queremos controlar un fenómeno es necesario estudiarlo desde un  punto de vista científico, sociológico e histórico y no basarnos en  creencias morales que son por definición personales.

Se debe tratar por separado el problema de la adicción del problema  del tráfico ilegal para poder controlarlos. Y la única manera real es eliminando al más peligroso primero: el narcotráfico ilegal armado.

El primer problema de adicción en México no es la marihuana es el alcóhol. No porque sea legal sino porque es mucho más adictivo  comparado con la cannabis desde un punto de vista neuroquímico, según  estudios de Roger Nicoll y Bradley Alger publicados en Scientific  American.

Los problemas conductuales en el abuso del alcóhol son más peligrosos  que los del uso de la marihuana, porque genera exaltación mientras la cannabis produce excesiva pasividad y lentitud.

En “La marihuana del cerebro” otro estudio publicado en Scientific American por Nicoll y Alger, se analizó los endocanabinoides que  produce de forma natural el cerebro y se les comparó con los que  produce la cannabis sativa.

De ahí se deduce que si se controla la producción podrían producirse plantas con dosis inferiores que sirvan para tratar enfermedades eliminando los efectos secundarios negativos. Esto sólo podría  lograrse si se regula la producción.

El World Drug Report señala a México como líder en producción de cannabis. Esta equivocado. EU es el líder según otras investigaciones publicadas como las de Durell y Escohotado.

Son cultivos medianos hidropónicos, tecnológicos y su producción es descomunal comparada con la mexicana. Son medianos, pero muchos y con mercados enfocados.

Los estudios demuestran que antes de sentarse a discutir hay muchos  mitos y verdades que revelar. De otra forma el tema estará velado por  la hipocresía y la manipulación política.