EL POLITICO DE DERECHAS.- Cuando solo faltaban unos cuantos días para la designación del Premio Nobel de Literatura del 2010, las posibilidades de que Vargas Llosa fuera premiado por los jueces de Estocolmo eran muy pequeñas y se le situaba en un lugar cercano al quincuagésimo en la enorme lista de literatos que se habían seleccionado para competir por el premio.
La decisión sorprendió a todo el mundo, ya que Vargas Llosa ha sido un apologista del capitalismo salvaje que originó la gran crisis financiera del presente, justo por el rompimiento de sus reglas fundamentales que realizaron los principales creadores y mentores de la banca especulativa. Ni siquiera ante esta situación tan inicua que está afectando a todo el mundo, el escritor hispano peruano pudo dejar de expresar su simpatía hacia quiénes están ahora acabando con la economía mundial, sin poder vislumbrar, dentro de su libertad que tanto presume, la más mínima conmiseración por las víctimas de las guerras en Irak y Afganistán y todas las demás naciones del mundo que ha invadido y masacrado el imperio estadounidense, en muchas ocasiones con el apoyo de otras naciones ricas de Europa.
Lo que Vargas Llosa considera su ámbito de libertad es el espacio de un mundo excluyente a pesar de la globalización, donde todos los países del hemisferio Sur son sólo observadores de un grupo de naciones que transita hacia un lugar de privilegio encabezado por quiénes creen poseer el derecho de liderar a todas las naciones del mundo en función de sus obsoletas mitologías francmasónicas y de sus poderosas fuerzas militares. Durante todo este período de decadencia del sistema capitalista, el laureado literato peruano no ha hecho otra cosa sino repetir las viejas ideas de los Chicago boys, convertido del marxismo a un político de derechas que percibe que su libertad radica en el pertinaz golpeo de un solo lado de la realidad, sin percatarse que existen otros espacios de contradicción y de conflicto en el mundo.
EL HUMANISTA ILUSTRADO.- La faraónica, nostálgica y llorosa narración autobiográfica que hizo Vargas Llosa durante la premiación contenía muy claros indicios de que el premio había sido otorgado por ricos aristócratas conservadores a un literato que a pesar de haber transitado por todos los ámbitos de la literatura clásica y de la Ilustración, nunca tuvo la imaginación para crear nuevas formas literarias, sino sólo para recrear las que generó la modernidad histórica, ajustándolas siempre a una visión del mundo antropocentrista, historicista y con una concepción obsoleta del ser humano en la que separa al cuerpo físico de su mente.
En el ámbito de la evolución de la sociedad postmoderna Vargas Llosa no se da por enterado que la célula fundamental de la familia se ha transformado, que las nuevas generaciones ya no tienen como propósito fundamental crear una familia, que hace mucho tiempo se dejó de considerar a la mujer como una persona sólo capacitada para realizar labores domésticas, que la sociedad se ha fragmentado, que todas las fórmulas de asociación humana van en decadencia y los líderes políticos cada día están más lejos de los individuos que supuestamente los eligen. Se vive en una sociedad humana distinta, donde sus líderes y sus iconos no deben lealtad a los poderosos, sino que tienen que guiar a la sociedad hacia los nuevos conceptos que han descubierto la ciencia y la tecnología de las últimas 3 décadas.
NOBEL AL GARETE.- Quizá el problema que está detrás de la designación de los Premios Nobeles que no son científicos sea que los jurados no poseen el pensamiento crítico del científico que han permitido que la mayoría de los premios otorgados hayan correspondido en gran medida a la realidad, ya que la evaluación de un desarrollo científico puede contextualizarse con relativa facilidad y exactitud, mientras que las ideologías, las emociones artísticas o las visiones mitológicas no parten de hechos comprobables, sino de axiomas o creencias que pueden cambiar a cada instante.
CONCLUSIONES.- Es paradójico que en un mundo postmoderno, fragmentado y progresista se premie a un literato conservador que mira hacia el pasado y que en los Estados Unidos apenas sea conocido por su rivalidad con García Marquez. Una propuesta muy simple sería la de considerar en el futuro para Premio Nobel en literatura sólo a aquellos que hayan logrado trascender con éxito el espacio físico de las naciones que hablan su idioma y cuya venta y difusión sobrepase una determinada cifra de libros. Quiénes tienen ese récord mundial son los científicos literatos denominados de La Tercera Cultura que encabeza el editor bostoniano John Brockman y hasta ahora no han aparecido en ninguna de las listas de los últimos 20 años.
ADENDO: Para quiénes hayan leído el discurso que Vargas Llosa propinó a los asistentes a su premiación sólo cabe aplicar un concepto cervantino: hasta lo que es excelente deja de serlo si es excesivo.
(Imagen tomada de Internet / Derechos reservados por el autor)