La divulgación a través de los medios masivos de comunicación y de la hipermedia de los procesos electorales presidenciales en los Estados Unidos para noviembre próximo está generando un profundo cuestionamiento sobre los mecanismos electorales utilizados por los estadounidenses, así como se pone en tela de juicio la complejidad y el uso de modelos políticos obsoletos en la realidad de un nuevo mundo digital, donde las palabras carecen de significado, mientras las imágenes y las cifras estadísticas son las que dominan al mundo.
No hay duda de que la construcción de la democracia federativa de los Estados Unidos desde hace casi doscientos años, cuando predominaba el creacionismo, la francmasonería y algunos leves residuos de la Ilustración en un mundo rural sustentado por esclavos, dichos procesos electorales fueron muy realistas y efectivos. Pero ahora no solo se antojan inoperantes, sino con cierto grado de comedia teatral y como un orgasmo de la nostalgia.
Tampoco puede cuestionarse el éxito rotundo que obtuvo durante más de un siglo esa visión desinformada del mundo de los colonizadores ingleses que llegaron a América. A pesar de que destruyeron todas las culturas, mitos y obras de arte que existían en el territorio conquistado y de que realizaron una gran masacre con las tribus aborígenes que mostraron ciertos grados de resistencia a la invasión de los extranjeros recién llegados. Ya que hasta la fecha consideran que sus mitos, sus creencias religiosas y su normatividad judicial tienen una vigencia ad aeternum.
Como ha sucedido con todos los grandes imperios de la civilización humana, el primer elemento que les ha permitido durar tanto tiempo ha sido la elaboración de una normatividad que les permita a sus líderes políticos, sociales, religiosos y económicos ejercer su dominio con la menor violencia posible y sustentar en dichas normatividades a sus fuerzas bélicas y policiales. En el caso particular de los Estados Unidos y de la mayoría de los países de Occidente, dicha normatividad fue copiada del Derecho Romano y salpicado con leves tintes religiosos que proceden de visiones modificadas del feudalismo europeo más primitivo, de las diversas ramas eclesiales de la religión cristiana y de la masonería.
Otro elemento de gran importancia que ha contribuido al éxito y crecimiento territorial y económico del imperio estadounidense ha sido la creencia de que provienen de un grupo étnico superior que ha sido el preferido de su Dios – que es la razón – para indicar al resto del mundo el camino que debe seguir. Tal y como lo señala el ángel femenino que simboliza la libertad de pensar y de expresarse para las etnias con la piel blanca de ciertas naciones de Occidente.
Pero no hay duda de que los elementos fundamentales del gran desarrollo del imperio estadounidense corresponden a ciertos rasgos del carácter y de la conducta de sus fundadores que fueron heredados a la población actual: la tenacidad, la búsqueda permanente de superar su estatus económico, la puntualidad y la concepción del mundo desde una visión profundamente individualista que nunca ha aceptado conceptos ideológicos que provengan del análisis científico ni de otras culturas mitológicas o religiosas que no sean las de los cuáqueros, de los francmasones o de los judíos. De hecho el estadounidense promedio piensa que su vida personal y su visión del mundo debe ser intocable, por lo que algunas virtudes como la generosidad, la fraternidad, la filantropía y la producción artística en general son extrañas a la gran mayoría de los estadounidenses.
Todos estos elementos de la cultura política, social y religiosa de los Estados Unidos están haciendo crisis ahora mismo, cuando el imperio se encuentra en su línea descendente y han aparecido otras culturas, como las de China, la India y Rusia que empiezan a formar parte del nuevo orden mundial. Al margen de quién llegase al poder presidencial de los Estados Unidos su actuación estará acotada por la reestructuración territorial, económica y financiera que están desarrollando las nuevas grandes potencias y las grandes empresas transnacionales que ahora son las dueñas del comercio mundial.
Otra situación de carácter global que derivará de este proceso electoral de Estados Unidos será una lucha por el control territorial y de materiales básicos entre las principales potencias del mundo que dependerá en alto grado de la inteligencia de los dirigentes políticos y de su capacidad para formar alianzas estratégicas con las naciones más importantes. Quizá la persona más idónea para ejercer la Presidencia en los Estados Unidos sea Hilary Clinton por su vasta experiencia internacional y su condición de estar ligada con el círculo de grandes financieros de Wall Street y lo que resta del neo liberalismo en el Foro de Davos.
En lo que concierne a la política interna de los Estados Unidos, estos procesos electorales están señalando el fin del partido republicano y la posible creación de un nuevo grupo político conservador menos torpe y menos ambicioso, mientras da aliento al partido demócrata a seguir dominando por largo tiempo.
Adenda: Con respecto a la situación de México surge una paradoja difícil de asimilar, ya que por fin nuestro país será una colonia estadounidense desde un punto de vista legal, al ser transferidas todas sus riquezas al poder de los Estados Unidos y de unos cuantos mexicanos traidores a la patria que se apropiaron de las empresas, de los territorios y de los bienes que hace medio siglo llevaron a considerar a México como el ‘milagro de América’.
Aunque desaparezcan Pemex, CFE, AHMSA, Mittal y las tierras rurales sean controladas por empresas extranjeras de transgénicos y de drogas, México crecerá en su industria turística y artesanal dando millones de empleos a los pobres y en la industria automotriz para surtir al mercado estadounidense que sigue siendo el más grande del mundo.