Ayer por la mañana, Trump insistió en su última estrategia de tratar de diferir las elecciones presidenciales del 3 de noviembre y dijo que sería una gran vergüenza para los Estados Unidos ya que la gente no puede votar de manera apropiada y segura por el problema de la pandemia.
Todo esto lo dice a pesar de que no tiene autoridad para cambiar la fecha de una elección y a que su sugerencia ya había sido rechazada por los legisladores de su propio partido.
Un poco antes de su estúpida declaración, tanto el líder republicano del Senado Mitch McConnell y su contraparte en la Cámara de Representantes Kevin McCarthy habían declarado que nunca antes en la historia del país se había pospuesto una elección federal y afirmaron que los comicios programados para el 3 de noviembre se llevarán a cabo de todos modos.
Con las encuestas mostrando un continuo deterioro en su aprobación y un incremento en la ventaja de Joe Biden, Trump ha repetido que las próximas elecciones prometen ser las más fraudulentas de la historia. Algo que también afirmo en el 2016.
Legisladores expertos en la ley electoral y periodistas señalaron que el presidente no tiene autoridad para cambiar la fecha de votación, ya que es una ley federal que dicta que la elección nacional será realizada el primer martes del mes de noviembre. Algo que ha permanecido así desde 1845. Por lo que solo el Congreso podría modificar la ley.