La búsqueda de una mejora en temas de salud abre la posibilidad de que se expanda el asunto a otros terrenos y el estado de confinamiento se ha convertido en el laboratorio perfecto para que aparezcan nuevas inquietudes.
La mejora de la calidad del aire y del medioambiente en las zonas sometidas a la cuarentena puso de manifiesto que el mundo consumista solo destruye territorios. Además, la reducción del tráfico vehicular que aporta la contaminación hace pensar a muchos en que las ciudades, después de todos estos años de crecimiento podrían ir en la dirección equivocada.
En España, muchos ciudadanos confinados están viviendo la experiencia de llevar una vida digna y apacible saliendo solo una vez al día a comprar pan y artículos de primera necesidad. Están descubriendo que el modelo de consumo no generaba bienestar. Se estaban centrando en ver el papel de los líderes mundiales, pero ahora ven que tienen la posibilidad de modificar a los ciudadanos.
Al salir del confinamiento se recuperarán los espacios públicos y ya no serán solamente carriles de tránsito. Nadie sabe ahora como responderán los mercados a la crisis y hay sectores, como el de la oferta cultural que es un sector descartable en tiempos difíciles.
Se verá si al erradicar la pandemia, los engranajes del mundo globalizado vuelven a funcionar como si nada hubiese sucedido. Aunque cada día que pasa, esta posibilidad se vuelve más remota.