Finalmente, sólo hay un pequeño grupo de personas que entienden los efectos de sus vidas en acciones pasadas y que son consecuencias derivadas de algo que ya no existe y eligen percibirlas de una forma nueva y no en función del tiempo que ya no es.
Esta forma de ver el presente da la oportunidad de adoptar nuevas actitudes respecto a hijos, parejas, hipotecas y trabajos. Provoca nuevos procesos mentales más actualizados y menos sujetos a limitaciones anticuadas que abren las puertas a soluciones más creativas y productivas. De modo que esta gente experimenta la vida de una forma más libre y feliz siendo capaz de modelar de forma más fácil estos ‘efectos’ o incluso los elimina en lo posible. Lo bueno de esto es que la pertenencia a uno u otro grupo no está sujeta a la educación de la familia en la que ha nacido, sino a la voluntad del integrante.
La voluntad de la persona siempre está por encima de las circunstancias, ya que todos elegimos vivir condicionados por el pasado o no.
Nada ni nadie nos obliga a ser miembros de un grupo determinado. Siempre usamos la información que hay en nuestra memoria de forma que influimos en el presente con una idea pasada que ya se tiene del presente.