Lo cierto es que resulta muy fácil experimentar el presente como lógica consecuencia de lo que ocurrió en el pasado. Así nos lo hacen creer las perspectivas lineales del tiempo, que hemos aprendido desde niño. De modo que unos adoptan una actitud nostálgica y viven una sensación de que el tiempo que ya pasó fue mejor que el presente que viven.
Experimentan un sentimiento de perdida del tiempo, anhelo, desconfianza, temor, etcétera, sin percibir el futuro, ya que creen que el tiempo vendrá como la perpetuación de su estado actual.
Pueden tener esperanza de que su situación cambie, pero en realidad, es anhelos de que pase algo para que su vida cambie y vuelvan a experimentar lo que vivieron antaño.
Otros pueden comprender que ver el futuro depende de ellos mismos y de la actitud que tienen en el presente y así entienden que el pasado pasó. Pero ha dejado una huella en sus vidas, que es palpable como las uniones sentimentales, los hijos, estudios, trabajos, deudas y heridas.
Como todo existe en sus presentes y les recuerda que toda causa tiene un efecto del que tienen que hacerse cargo, estas personas viven menos frustradas que las del grupo anterior, aunque les resulta difícil crear un futuro prometedor por la atadura que sienten con el pasado.