Sobre la Cumbre Latinoamericana

 

El pasado viernes 10 de Abril se realizó la inauguración de la Cumbre de Panamá con la asistencia de los representantes de 36 naciones de Latinoamérica y el Presidente de los Estados Unidos Barak Obama. Aunque la gran diversidad de los problemas y asuntos de la geopolítica regional son inmensos, la idea del presente análisis es la de presentar aquellos que son de mayor importancia general y evaluar las posibilidades de que lleguen a resolverse o por lo menos a plantearse frente a un auditorio donde están presentes los dirigentes políticos de las principales naciones latinoamericanas y del gran líder mundial de América y de gran parte de las naciones de Occidente.

 

Es obvio que resulta muy difícil aplicar la sinceridad que demandaba el Papa para una reunión de jefes de gobierno y de diplomáticos, pero no hay duda de que existen algunos problemas, no muy visibles para quiénes no están involucrados en temas globales que son el meollo de esta reunión en Panamá. Sin pretender crear un orden de importancia en dichos asuntos regionales, creo que algunos de ellos están a la vista para quiénes viven al tanto de los eventos globales más visibles del mundo Latinoamericano y de su relación con los Estados Unidos.

 

No hay duda de que lo más notorio en esta Cumbre es el inicio del proceso de paz entre los Estados Unidos y Cuba, más se desconoce o se oculta el fondo de esta reconciliación después de medio siglo de disputas. Según la mayoría de los expertos en política electoral de los Estados Unidos, la propuesta de paz de Obama es con el fin de lograr el control del electorado de Florida para las próximas elecciones presidenciales del 2016, donde existe una alta población de cubanos y ha sido en los últimos procesos electorales un bastión de los votos republicanos controlado por uno de los miembros de la dinastía republicana de la familia Bush.

 

 Una segunda prioridad de esta reunión multinacional podría ser la de resolver el enorme problema energético que padece toda Centroamérica debido al derrumbe financiero de Venezuela que proveía de hidrocarburos a toda esa zona controlada totalmente por los Estados Unidos y que es el origen de gran parte de la emigración de personas sin educación básica que ahora trata de evitar el Gobierno estadounidense. La idea de Washington es la de proveer de algún tipo de energía ‘limpia’ o barata a los países de esa región para poder generar alguna actividad productiva con empresas norteamericanas o regionales apoyadas por Washington que diesen empleo a la numerosa y empobrecida población centroamericana cuya única opción de sobrevivencia actual es la de emigrar a los Estados Unidos.

 

Por su magnitud territorial y por su actual crisis política interna, es probable que Brasil pudiese ser una tercera prioridad en la agenda de Obama, pero Washington está logrando restablecer su poder en Brasil, tanto mediante el otorgamiento de nuevos financiamientos al Gobierno Federal como la actividad política de sus iglesias episcopales que en muy pocos años han tomado el control de gran parte de la población religiosa brasileña, con la gran ventaja –sobre la iglesia cristiana- de que quiénes ejercen el ministerio eclesial son al mismo tiempo los líderes políticos de la derecha neoliberal, con una gran capacidad mediática y financiera. Como la actual presidenta Dilma Rousseff ha caído en su aceptación popular hasta niveles muy bajos (15%), es muy probable que Washington vuelva a apoderarse del poder político y económico de Brasil en un período de tiempo muy corto por lo que esta gran nación no puede ser un asunto prioritario de los Estados Unidos en esta Cumbre.

 

Con otros matices, los problemas políticos internos de Chile también están avanzando y no parece que Washington esté tratando de intervenir como sucedió en el pasado, por lo que no está agendada ninguna reunión de Obama con su Presidenta actual, quién también va en caída libre de popularidad como la Rousseff. Otro tanto sucede con Argentina, cuyo conflicto con el Reino Unido por la posesión de las Islas Malvinas y los ‘Fondos Buitre’ poco interesan a Washington por ahora, cuando la geopolítica global ha cambiado radicalmente y las nuevas grandes potencias van creando un mundo multipolar donde las distancias geográficas generan grandes costos de transportación y de movilizaciones de las fuerzas armadas en un momento en que los Estados Unidos afrontan el mayor déficit de su historia y sus pasivos ya son de la misma dimensión que sus activos.

 

Muy pocos problemas tiene Washington con el resto de los países latinoamericanos, ya que mediante una simple operación financiera logró trasladar a Colombia toda la capacidad productiva y de empleos que tenía en Venezuela y ahora el asunto de hostilizar al presidente Maduro es sólo parte de un teatro político tradicional que Washington no puede abandonar fácilmente. Mientras que en Bolivia, en Perú, en Ecuador y demás países secundarios de Sud América los intereses de las compañías mineras han disminuido conforme los Estados Unidos han creado explotaciones más económicas y cercanas en Alaska, en Groenlandia y en Canadá.

 

Por otra parte, la decisión de las grandes corporaciones industriales de irse a otras regiones del mundo con menores regulaciones fiscales, laborales y ecológicas, así como su retiro casi total de la gran industria automovilística, propicia que los Estados Unidos ya no esté tan preocupado por conseguir materias primas básicas ni grandes fuentes de energía para hacer funcionar a sus industrias. Mientras intenta enfocarse en las nuevas tecnologías digitales, en los servicios financieros y de toda índole que no les generen responsabilidades a los grandes empresarios y millonarios que pretenden seguir siendo los amos del mundo para siempre.

 

Adenda: México se presenta como una oportunidad de negocios sin precedentes para las empresas extranjeras en el campo energético, al entregar – por la vía constitucional – a los particulares, quiénes son en su mayoría ex funcionarios públicos y herederos de la nefasta clase política mexicana, la mayor parte de sus recursos naturales para ser compartidos con sus propios familiares y sus socios norteamericanos y extranjeros sin ninguna regulación y sin riesgo alguno.