Sigue el dominio invisible de EUA

 

El día doce de diciembre pasado se reunieron en Bucareli la Secretaria de Política Nacional de los Estados Unidos, Janet Napolitano y el Secretario de Gobierno de México, Osorio Chong. La reunión se prolongó durante dos horas y diez minutos, pero nadie sabe los temas tratados, ni se permitió el acceso de ningún medio informativo nacional o extranjero. Todo lo que se ha dicho al respecto hasta ahora es totalmente especulativo. Lo único concluyente es que el dominio de los Estados Unidos en todos los aspectos militares, policiales y de inteligencia ahora se ejercerá a través de una sola persona del Gobierno Federal de México. Pero es algo totalmente obvio que nada cambiará. México seguirá siendo el patio trasero de los Estados Unidos, tal como ha sucedido desde el sexenio de Salinas, cuando se entregó la soberanía de México a EUA de una manera definitiva, luego fue apenas disfrazada por Zedillo y Fox, pero aceptada por Calderón en forma oficial e institucional, aun cuando se violaron las leyes Constitucionales.

Es totalmente lamentable el control que el duopolio televisivo aún tiene sobre la gran mayoría de los mexicanos, al grado de que muchos de ellos han llegado a pensar que las cosas cambiarán con el nuevo presidente Peña Nieto, quién fue seleccionado por la misma asociación de poderes fácticos nacionales y norteamericanos que escogieron a Calderón y aun cuando cada uno de los tres candidatos más importantes de las elecciones pasadas ya habían sido aprobados por los Estados Unidos. Nadie se da cuenta ahora que todos los procesos electorales amañados ya estaban aceptados por los tres partidos principales PRI, PAN y PRD y el pacto que ahora dicen firmar ya se había realizado con antelación a los procesos electorales.

Todos ahora parecen haber olvidado que Calderón traicionó a su partido, vetó de facto a la candidata escogida en una contienda democrática al interior de su partido y apoyó desde mucho antes de las elecciones federales al PRI. Quizá porque negoció con ellos la impunidad frente al juicio político que realizarían sus principales opositores por su desastrosa masacre de mexicanos, fruto único de su estulticia y de su megalomanía. También se olvida que López Obrador no puso ningún reparo a ser evaluado por el Gobierno estadounidense, ni objetó las entrevistas que le hicieron los ‘halcones’ del Pentágono y las autoridades financieras del Banco Mundial. Probablemente pensó que su triunfo estaba seguro porque contaba con un número muy alto de votantes, pero olvidó que el PRI había negociado con el IFE y con Calderón, la creación de cerca de 15 millones de votos apócrifos en zonas rurales totalmente despobladas que nunca pudo impugnar, en parte por ignorancia y en parte por colusión de los jefes de su partido político oficial el PRD con la vieja sociedad entre PAN y PRI.

Aunque esa situación fue denunciada por algunos organismos no gubernamentales y por miembros del INEGI que no estaban cooptados, este fraude anunciado que aparecía en las listas oficiales de votantes del IFE nunca se persiguió, e inclusive era desconocido por la mayoría de los jefes regionales del PRD y apoyado por los delegados del PAN en diversas regiones del País y por quiénes apoyaban la traición de Calderón y su asociación con el PRI. Obviamente, a los Estados Unidos esos pormenores de la ralea política mexicana no le interesaban ya que la permanencia del dominio estaba totalmente asegurada con el candidato que fuese electo.

El Gatopardismo mexicano es tan viejo como lo es el País, de modo que quiénes se dedican al análisis político serio, con muy contadas excepciones – como la de Lorenzo Meyer – más la infinidad de chismosos que participan en labores periodísticas no han sido capaces de detectar que el futuro de México, para los próximos seis años ya está determinado por los poderes fácticos que lo controlan desde hace más de 20 años, a no ser que ocurra un evento totalmente inesperado y el gran imperio estadounidense se derrumbase de la noche a la mañana. Pero todo hace pensar que es mucho más probable que eso suceda con China que es la única potencia con capacidad económica para desafiarlo.

El dominio que ejercen sobre México y otras muchas naciones del mundo los Estados Unidos siempre ha tenido esa característica tan especial de invisibilidad que le han impuesto sus altos dirigentes desde principios del siglo 20, cuando la gran nación empezó a expandirse por todo el mundo, principalmente donde existían energéticos, commodities, fuentes alimenticias naturales, materias primas valiosas y mano de obra barata y sin regulaciones de ninguna especie. Ahora mismo, a pesar de los grandes déficits causados por las últimas dos crisis financieras del 2000 y del 2008 al 2010, la suma de los presupuestos bélicos de China y Rusia apenas alcanzan el 15% del presupuesto bélico estadounidense. Mientras su expansión por el mundo continúa, ahora con mayores nódulos de provocación en todos los continentes, sin importar que su Presidente actual haya sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

Es comprobable a través de la lectura de artículos anteriores de esta misma fundación que nuestra negativa visión de la realidad nacional y de su complicada geopolítica no es producto de una frustración personal, ni de una personalidad conflictiva, sino que intenta, mediante el uso del pensamiento crítico, empezar a crear una sociedad que sea consciente e interesada en su realidad política y pueda influir en su transformación para lograr una mayor autonomía. Con el único propósito de que las futuras generaciones de mexicanos ya no sean lacayos de la ignorancia y aspiren a tener una vida llena de esperanzas y de alegrías. Ese es y ha sido el propósito fundamental de nuestra fundación sesgo.org que fue iniciada desde el año de 2005, cuando nos tocó en suerte conocer a algunos de los grandes científicos de la ‘tercera cultura’ en el Foro de Barcelona y hemos tratado de divulgar sus increíbles descubrimientos.

Reflexión final: Quizá una manera simple de iniciar la liberación de la mente colectiva del mexicano sería con una reforma para democratizar y fragmentar el poder mass mediático. En particular el de las concesiones televisivas. Tan solo como ocurre en la mayoría de los países del mundo.

(Imagen tomada de Internet / Derechos reservados por el autor)