La desigualdad económica es un fenómeno que siempre ha existido en todas las naciones del mundo desde que hay memoria histórica de la civilización humana y aún antes de la existencia de la palabra escrita. Tampoco hay duda de que siempre existieron castas superiores, medianas e inferiores estructuradas en función de las creencias, de los mitos y posteriormente de las leyes que tratan de establecer las reglas de convivencia entre los seres humanos de una forma pacífica. Pero nunca se ha podido lograr que todo mundo viva conforme y acepte sin luchar el nivel económico y social en el que vive en función de sus particulares herencias genéticas y meméticas.
Aunque las versiones históricas de Occidente señalan que los griegos fueron la primera nación democrática del mundo occidental, lo cierto es que todo dependía de un enorme grupo de esclavos que estaban al servicio de quiénes por circunstancias étnicas, políticas o bélicas eran los amos. Esta misma situación, con diversas modificaciones persiste en todo el mundo actual, sólo que se ha construido sobre mitos religiosos, políticos y legales que de diversas formas actúan en la mente de las personas y logran convencerlos de que son justas y morales. Pero el hecho real es que mediante todo tipo de argucias se ha construido la estructura de una sociedad de ricos y pobres que ha tenido muchos conflictos y abriga un nivel de injusticia y de inmoralidad muy alto.
Ahora mismo, los Estados Unidos que sigue siendo la nación más poderosa del mundo sufre una crisis interna tremenda que debiera tener su origen en una lucha entre pobres y ricos, ya que esa diferencia se ha acentuado considerablemente en los últimos años. Pero lo curioso del asunto es que no son los pobres los que protestan, ya que tienen miedo de perder sus escasos puestos de trabajo o porque conocen muy bien el grado de violencia policial que desarrolla el Estado norteamericano contra aquellos que no son de raza blanca, o carecen de medios para expresar su inconformidad de acuerdo a los lineamientos constitucionales o de quiénes controlan los poderes regionales. Lo paradójico del conflicto interno es que se origina en una diferente visión del mundo entre los ricos de los dos bandos fundamentales de republicanos y demócratas.
Dice Samuelson, el eminente conservador del Washington Post que la desigualdad económica es por lo general la consecuencia de los problemas de un país y nunca la causa de ellos. Señala que los pobres no son pobres por causa de los ricos. En los tiempos actuales lo que sucedía con las familias afro americanas que solo contaban con un jefe de familia, abusaban de las drogas y la mayoría de sus integrantes no tenían empleo es un fenómeno que se ha transmitido por completo a la comunidad blanca por lo que la pobreza ya no es exclusiva de las razas de piel oscura.
Según Samuelson, el aumento de salarios no sirve de nada ya que de los 46 millones de personas por debajo de la línea de pobreza solo el 6% tiene trabajo de tiempo completo. De acuerdo a sus estudios de encuestadoras acreditadas en EUA el 1% más rico aumentó sus ingresos en un 190% entre 1980 y 2010 pero el 20 % más pobre subió sus ingresos en un 44% entre 1980 y 2007, aunque el endeudamiento de sus hogares se elevó del 42 al 137 % del total de sus ingresos.
En la opinión de Samuelson y de la mayoría de los economistas conservadores esa desigualdad creciente no fue la causa de las burbujas o auges recurrentes en la economía norteamericana, ya que los prestamistas no obligaban a las familias a pedir prestado, sino que seguían las reglas ‘un poco relajadas’ de las autoridades que regulaban el crédito, aunque las apariencias de auge económico permanente en el País les hacían creer que sus riesgos al contratar créditos familiares eran muy reducidos.
A partir de los ochenta había un optimismo muy alto en la sociedad norteamericana ya que la inflación se había reducido y con ello las tasas de interés de modo que la gente se percibía como más rica. Esto propició que el gasto familiar subiera sin parar y la economía avanzó con bajo desempleo, aunque hubo recesiones, todas fueron cortas y leves. Eso condujo directamente a la Gran Recesión, pero nada de eso sucedió por la desigualdad económica. Según Samuelson, cuando el progreso se detiene hay una reacción violenta de la sociedad y una tendencia a ver a la desigualdad económica como generadora de esos problemas. Se piensa que castigar a los ricos puede beneficiar a los pobre, pero solo se generan resentimientos populares y se fomenta el autoengaño.
La versión opuesta a esta visión conservadora es la del economista Paul Krugman quién señala que al aumentar la desigualdad en la sociedad actual se generan costos económicos diversos pero poco visibles para las mayorías, como el estancamiento de los salarios a pesar del aumento de la productividad y de la deuda que vuelven más vulnerable a la sociedad y conduce hacia las crisis económicas. Pero también tiene altos costos sociales y en las personas en particular. Se ha comprobado en forma científica que cuando existe un alto nivel de iniquidad se genera una salud deficiente y aumenta la tasa de mortalidad.
Afirma Krugman que la iniquidad en alto grado induce a la gente a estar fuera de la realidad y por tanto potencializa el poder de los ricos quienes consideran que todo tipo de críticas hacia ellos son injustas, mientras se mantienen en un extraño equilibrio entre la megalomanía y la paranoia. Todos los grupos de ricos se sienten criticados y acaban perdiendo las disputas, ya que ‘así es la democracia’ en la que viven, pero ellos son diferentes a los demás. Eso se debe a que tienen más dinero y al poder que genera. Por lo que se rodean de cortesanos que les dicen lo que ellos quieren oír.
Están acostumbrados a un trato deferencial no sólo de sus empleados, sino de los políticos que requieren dinero para sus campañas. Por lo que piensan que el dinero puede comprar cualquier cosa y protegerlos de la adversidad. Aunque los ricos de ahora ya no son industriales que producen objetos o cosas materiales, sino personas que ponen a trabajar su dinero y obtienen ganancias especulativas, pero no crean empleos ni le agregan valor a la economía. De seguro son conscientes de esta situación por lo que se sienten aún más perseguidos por los pobres y por quiénes los critican. Es un hecho global que los ricos de todo el mundo son cada día más temidos y más odiados.
Adenda.- Por naturaleza propia de los norteamericanos, ningún analista señala tres condiciones terribles que vive la nación más poderosa del mundo en este grave momento de crisis mundial: el mercado financiero permanece sin regulación alguna desde 1999 y son incontrolables las ganancias del capital especulativo, la Banca Central es una empresa privada que emite dinero cuando quiere y lo recoge discrecionalmente apropiándose de los bienes materiales en garantía, mientras que la Inteligencia Nacional determina todas las políticas internas y externas del País conduciéndolo a un neo-fascismo en el que el Estado se va apropiando de todos los grandes negocios. Desde el de ‘las guerras’ con armas y energéticos, el de las finanzas de Wall Street, la General Motors y ahora el de los Servicios de Salud, con hospitales, clínicas y aseguradoras.
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