Macroeconomía.- Una breve síntesis de la macroeconomía mexicana actual indicaría que a marzo del 2011 existían 182,000 millones de dólares de deuda externa, 107,100 de deudas del sector público que incluye al gobierno federal, empresas públicas y banca de desarrollo; mientras existían 74,700 millones de dólares de deuda del sector privado. A esa cifra habría que añadirle los 60,300 millones de la denominada deuda interna que es una puerta de acceso encubierta a los capitales ‘golondrinos’ nacionales y extranjeros que obtienen jugosos intereses pagados con los impuestos de los mexicanos en un momento de crisis financiera global en el que las grandes economías del mundo simplemente no pagan réditos.

Inversión extranjera.- Durante 2010 se registraron alrededor de 18,000 millones de dólares en inversión directa, sin embargo el nivel de desempleo se conservó y la cifra de afiliados en el IMSS también se conservó o bajó ligeramente. Ello fue debido a que esa supuesta inversión directa no fue en la instalación de plantas o empresas nuevas, sino que sirvieron para adquirir empresas de mexicanos que decidieron liquidar o vender parte de sus empresas en México para especular o invertir en otras naciones con mejor futuro y mayor seguridad que su patria.

La pobreza en México.- Aunque el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de desarrollo social (Coneval) había publicado hace casi dos años la medición de la pobreza en México, añadiendo su vulnerabilidad social, por razones obvias el Gobierno de Calderón jamás las dio a conocer públicamente. Este reporte indicaba que de los 106 millones de mexicanos que había hace dos años, sólo 19.5 millones (18.3%) escapaban a la pobreza y a las carencias sociales como la seguridad social, la salud, la educación, la alimentación, servicios básicos y vivienda. Un diagnóstico objetivo tendría que colocar a México entre las sociedades más pobres e innicuas del mundo, al nivel de Bangla Desh, Afganistán o Pakistán y no pretender que existe una sociedad comparable con las naciones emergentes o de nivel intermedio.

La evaluación exterior de México.- Desde una visión macroeconómica global, la situación de México comparada con la mayoría de los países del mundo, se puede considerar dentro de un rango de alta confiabilidad por todos los organismos internacionales, ya que se desconoce por completo el incremento brutal de la pobreza en los últimos años y de la vulnerabilidad social de los mexicanos, mientras se pretende achacar el aumento de la violencia interna y de la deserción escolar a factores externos específicos como son la demanda creciente de drogas en los Estados Unidos y su política de protección a los fabricantes de armas que pueden vender al extranjero sin ninguna restricción.

Un combate posible a la economía criminal.- Hace unas décadas, la situación de Colombia era muy parecida a la del México actual y no se logró una solución importante del problema hasta que el Gobierno federal decidió cobrar impuestos razonables a los grandes capitalistas a fin de contratar los servicios de seguridad internacionales que proporcionaban compañías expertas de mercenarios estadounidenses, ya que el Estado, tal como sucede en México, tenía sus finanzas destrozadas y no podía disponer de fuerzas policíacas capaces de superar en tecnología y motivación a los sicarios del crimen organizado. De acuerdo a su expresidente Gaviria, con el ingreso fiscal de los impuestos pagados por los grandes empresarios, se logró detener al crimen organizado y al cabo de unos cuantos meses, el Estado volvió a tener control de la seguridad nacional.

No obstante, los grandes empresarios nacionalistas de México pretenden dejar de pagar impuestos para obligar al Estado a combatir al crimen organizado, mientras huyen con sus capitales fuera del País donde lograron amasar sus grandes capitales. Por otra parte, es tan torpe la visión del Estado de Calderón que no se decide a cobrar los millonarios adeudos de los grandes monopolios nacionales, mientras emplea la mayor parte de los ingresos fiscales en incrementar las prestaciones de la alta burocracia, en satisfacer las demandas oprobiosas de Elva Esther Gordillo y su gavilla de mapaches electorales, en impulsar proyectos de infraestructura, como Pidiregas cuyos costos financieros los han convertido en inviables, ya que los únicos que obtienen ganancias son los inversionistas extranjeros y a esperar que algún día salga Estados Unidos de la bancarrota y pueda seguir siendo uno de sus siervos más fieles.

La bancarrota de Estados Unidos.- Ni la cobardía de los grandes capitalistas mexicanos, ni el malinchismo y la torpeza de Calderón les han permitido ver que es justo ahora cuando va a empezar el crecimiento de la economía mexicana hacia finales del 2012 y el 2013, ya que hasta el momento se estiman inversiones de empresas extranjeras, no estadounidenses que alcanzarán más de 40,000 millones de dólares en 2011 y 2012 para surtir al colapsado mercado de los Estados Unidos en diferentes rubros industriales (automotriz, minero, eléctrico, manufacturero, inmobiliario, etc.) cuyas empresas ya no tienen capacidad de surtir al propio mercado interno porque el gobierno de Obama ya no puede refaccionarlos y los malvados banqueros judíos que se quedaron con el dinero del rescate del Gobierno ya no quieren correr riesgos.

Años de bonanza.- La bonanza que vendrá en poco menos de dos años provendrá principalmente de la industria automotriz, ya que se están instalando en México automotrices de Japón, la India y China, mientras que la ya existente Nissan Mexicana se triplicará, ya que pretende surtir parte del mercado de EUA y el de Brasil. Otro tanto está ocurriendo en el mercado siderúrgico, donde se invertirán varios miles de millones de dólares en el area aledaña a Monterrey. Igualmente ya se están instalando fundiciones de fierro y de acero de gran capacidad que tratan de evadir las rígidas exigencias ambientales de la OSHA. En el centro del País se está instalando Porcter and Gamble para producir hojas de rasurar y puede asegurarse que los disminuídos ‘baby boomers’ tendrán que emigrar a México si pretenden conservar su nivel de vida clasemediera. Como todas estas empresas productoras emplearan en promedio alrededor de 70 personas por millón de dólares de inversión, al final del primer año (20,000) millones habrán empleado cerca de un 1.4 millones de trabajadores que ahora mismo equivaldrían al 10% de los 14 millones que registra el IMSS.

Las inmobiliarias.- Estas empresas se reactivarán rápidamente, ya que la gran mayoría están en zonas que no tienen problemas de seguridad con las bandas del crimen organizado. Además requerirán de una gran cantidad de albañiles, plomeros, electricistas, jardineros, vigilantes, meseros y mano de obra para limpieza y servidoras domésticas que producirán una desbandada de los grupos criminales. Si México alcanza la bonanza de forma independiente, es muy probable que sus nuevos gobernantes ya no acepten las imposiciones del gobierno estadounidense en su vida económica y financiera, ni en su política interna y de seguridad nacional, para volver a ser un país autónomo y libre como lo fue desde 1934 hasta 1970, cuando alcanzó su mayor desarrollo económico y político de su historia.

Conclusiones.- Aún cuando las cifras macroeconómicas y los índices de desempleo y pobreza son aterradores ahora mismo, todo hace suponer que la bancarrota económica de Estados Unidos no perjudicará como siempre ha sucedido a México, sino que por el contrario le abrirá la puerta para un futuro de prosperidad más o menos rápido. Es obvio que el país vecino no quedará en la desgracia, pero si dejará de ser el único líder de la economía mundial y su gasto bélico se verá reducido considerablemente, para ser sustituído por los elementos de la guerra cibernética. Aunque las armas tradicionales ya no se utilizarán sin la autorización del Congreso de los Estados Unidos, es muy posible que las guerras cruentas desaparezcan paulatinamente y se conviertan en guerras entre espías.

En México sobrevendrá una revolución incruenta, donde una distinta clase dirigente enfrentará una nueva realidad donde la estructura de las instituciones que dejó la Revolución Mexicana serán derrumbadas casi por completo y se habrá de reconstruir un nuevo Estado para albergar a las nuevas generaciones de homo videns que ya no son manipuladas por las palabras de los líderes, sino que tendrán una nueva visión del Estado y de sus normatividades. Tendrán por aprender, desde la primera infancia que el respeto a las leyes establecidas por el Estado, habrán de respetarse, aún cuando las consideren injustas o inaceptables. Porque ahí radica el elemento vital de la convivencia pacífica en una sociedad avanzada.

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