En este fragmento de “La Calzada” de Alfonso Elizondo, se explora la complejidad y contradicciones en la vida del joven Adrián, así como en el entorno social y educativo en el que se desenvuelve. El relato se centra en la figura del director de la escuela de Adrián, una persona que, paradójicamente, fundó la primera escuela privada de educación laica en Monterrey y al mismo tiempo fue guardián de una Custodia en una importante iglesia católica. Este contraste entre lo secular y lo religioso refleja una tensión ideológica que el propio Adrián no logra comprender, destacando las complejidades ideológicas y culturales de la época.
Elizondo aborda la rica historia y las complejas dinámicas culturales de México, enfocándose en cómo la colonización y la fusión de mitologías europeas y mesoamericanas crearon una memética nacional única. Esta mezcla resultó en una mitología que, según el autor, contiene elementos masoquistas y discriminatorios hacia las etnias indígenas, al mismo tiempo que exalta a la raza blanca. Este contexto histórico proporciona una comprensión más profunda de las luchas internas y las contradicciones que enfrenta Adrián.
El ritual del juramento a la bandera en la escuela se convierte en un momento de desconcierto para Adrián, quien no entiende el respeto y el culto hacia el símbolo nacional. Esta escena simboliza la desconexión entre los valores inculcados por la sociedad y las experiencias personales del niño, destacando su búsqueda de sentido y comprensión en un mundo que a menudo encuentra confuso y contradictorio.
La narración también destaca la importancia de la lectura y la autoeducación en la vida de Adrián. Su madre, con una educación limitada, fomenta su curiosidad y le sugiere buscar respuestas en libros fuera del currículo escolar. Esto lleva a Adrián a crear un refugio personal en su casa, donde se sumerge en la lectura y la imaginación, destacando su deseo de escapar y entender el mundo a su alrededor.
El contraste entre el mundo interior de Adrián y las actividades de su padre, quien negocia muebles en el mundo exterior usando un lenguaje que Adrián no comprende completamente, resalta aún más la brecha entre el niño y el mundo adulto.