Reseña de “La Calzada” de Alfonso Elizondo, parte IV.


En esta última parte de “La Calzada” de Alfonso Elizondo, el relato continúa explorando la vida de Adrián y los cambios que ocurren en su entorno, marcados por el fin de la Segunda Guerra Mundial. El texto destaca cómo estos cambios impactan la vida cotidiana y la percepción del mundo del joven protagonista.

El fragmento inicia describiendo las limitadas pero intensas excursiones de Adrián fuera de su hogar, en un contexto marcado por la escasez de productos metálicos debido a la guerra. Aunque Adrián no participa directamente en la recolección de plomo de las rejas de las ventanas, una práctica común en su vecindario, sí se involucra en la comercialización de estos materiales, lo que le permite obtener cierta independencia económica y explorar más allá de las restricciones impuestas por su padre.

Con el fin de la guerra, la vida de Adrián experimenta una transformación radical. La desaparición del bazar de su padre y el cambio de residencia a un barrio periférico de Monterrey introducen a Adrián a un nuevo entorno cultural. Este nuevo barrio se caracteriza por su ambiente taurino, reflejado en la música, el vestuario y la jerga de sus habitantes, así como en la presencia de un torero famoso vecino de Adrián.

A pesar de estos cambios externos, el mundo interior de Adrián permanece intacto, lleno de sueños y fantasías. Sin embargo, la realidad de su nuevo entorno, poblado por aspirantes a toreros, artistas y personajes peculiares, comienza a superar incluso a sus sueños en términos de extravagancia y surrealismo.

El relato también reflexiona sobre la influencia cultural de Estados Unidos en México, especialmente en Monterrey, donde los capitalistas educados en universidades norteamericanas introducen una nueva mitología basada en la ideología francmasónica. Elizondo utiliza esta observación para comentar sobre las dinámicas de poder y control, simbolizadas por la imagen del “Gran Ojo” en la cúspide de la pirámide, una referencia a la iconografía masónica y su presencia en la cultura estadounidense.

Finalmente, el fragmento cierra con una cita de Groucho Marx que encapsula la ironía y el humor negro presentes en la doctrina francmasónica, según la interpretación del autor. Esta conclusión sirve como una reflexión sobre las complejidades de la honestidad, el juego limpio y el éxito en un mundo cada vez más influenciado por la cultura y las ideologías norteamericanas.

En conjunto, este fragmento de “La Calzada” proporciona una visión rica y matizada de la transición de un niño a un joven en un mundo en constante cambio, donde los sueños y la realidad se entrelazan y se confrontan en un entorno culturalmente diverso y complejo.