Reseña, fragmento de “La Calzada” de Alfonso Elizondo, parte II.

En este fragmento de “La Calzada” de Alfonso Elizondo, nos encontramos con una narrativa que profundiza en la dicotomía entre lo rural y lo urbano, y la influencia de estos entornos en la vida de su joven protagonista, Adrián. El autor describe con gran detalle el ambiente de una lechería situada cerca de la casa de Adrián, donde los carretones tirados por caballos y el ruido de las botellas en medio del amanecer configuran un escenario vivaz y algo caótico. Esta escena contrasta con los sueños coloridos y llenos de seres fantásticos de Adrián, sugiriendo una fuga de la realidad a mundos más imaginativos y agradables.

El relato se traslada luego a la rutina matutina de Adrián, donde se hace énfasis en su preparación apresurada para ir a la escuela, reflejando las preocupaciones cotidianas de un niño de su edad. La descripción del trayecto a la escuela, evitando los excrementos de los caballos y apresurándose para no llegar tarde, añade un sentido de urgencia y realismo a la narrativa.

El autor también aborda el tema de la educación y su papel en la sociedad de la época, haciendo referencia a la escuela primaria de Adrián como una “república escolar”. Este concepto refleja las ideologías seculares del siglo XIX, contrastando con la fuerte oposición de los grupos eclesiales y la sociedad ultraconservadora de los años cuarenta en Monterrey. Este contraste destaca las tensiones sociales y culturales de la época, subrayando cómo estos factores influían en la educación y formación de los jóvenes.

Elizondo, con su narrativa detallada y atmosférica, logra transportar al lector a una época y lugar específicos, donde los sonidos, los olores y las experiencias cotidianas de Adrián se entrelazan con un contexto histórico y social más amplio, ofreciendo una reflexión sobre cómo el entorno y la época pueden moldear la vida y percepciones de un individuo.