Reseña del escrito: “Monterrey una ciudad sin artistas”, de Alfonso Elizondo. Parte I.

El fragmento inicial de “Monterrey, una ciudad sin artistas” de Alfonso Elizondo examina la situación cultural y artística de Monterrey durante la década de 1960. El autor describe este periodo como prolífico para las humanidades y las artes, pero también señala una tendencia preocupante: el éxodo de talentos artísticos hacia ciudades como la Ciudad de México y París, centros con mayor reconocimiento y apoyo para las artes.

Elizondo menciona que, aunque surgieron talentosos alumnos de la Escuela de Artes Plásticas y figuras destacadas en el teatro bajo la tutela de Lola Bravo, estos artistas no lograron proyectarse más allá de las fronteras regionales. La falta de figuras notables en danza y música, así como la emigración de escritores talentosos, refleja la actitud general de la sociedad regiomontana, descrita por Elizondo como refractaria a las actividades artísticas y humanísticas.

Adrián, un personaje recurrente en las obras de Elizondo, es presentado como fundador de una cofradía de estudiantes universitarios dedicados a la publicación de una revista literaria. Este grupo representa un oasis de interés humanista en un ambiente cada vez más desfavorable para las artes. Elizondo critica la transición en la Universidad de Nuevo León tras la partida de los humanistas impulsados por Raúl Rangel Frías, argumentando que la nueva dirección comunista prosoviética desalentó y marginó a los artistas que no compartían esa ideología.

El autor también señala la influencia de la cultura norteamericana, especialmente a través del cine de Hollywood y revistas populares, en la percepción del arte y del artista. Según Elizondo, esta influencia promovió una visión hipócrita del arte, centrada en la apología del Estado norteamericano y su liderazgo cultural. Esta visión contrastaba con las expectativas y valores de la sociedad regiomontana, que, según Elizondo, veía las artes como una distracción secundaria y no como una actividad valiosa o fundamental.

El relato concluye con la idea de que las actividades artísticas eran vistas con sospecha por las instituciones educativas y las familias, por el temor a que estas actividades distrajeran de las normas morales y conductuales establecidas por la doctrina eclesial y el régimen familiar cristiano.