En el escrito, Elizondo argumenta que la consecuencia de este proceso histórico es la ausencia de una “verdadera” cultura mexicana o un “México profundo”. Según su visión, la cultura indígena fue tan marginalizada y transformada que lo que queda es una mera sombra, una especie de ornamento a las culturas europeas dominantes. Afirma que, a diferencia de Europa, donde la cultura es congruente con su pasado histórico, en México y otras naciones latinoamericanas, lo que queda de las culturas indígenas son principalmente ruinas arqueológicas sin un impacto significativo en la cultura contemporánea.
El ensayo concluye con Adrián explorando la influencia de las órdenes religiosas de los agustinos y dominicos en la Nueva España. Elizondo sugiere que, a pesar de sus esfuerzos por eliminar un “México profundo”, estas órdenes religiosas terminaron siendo el único vínculo mitológico que sobrevivió a la fragmentación original de las culturas prehispánicas, proporcionando una forma de identidad cultural unificadora para los mexicanos contemporáneos.
“México profundo” es una reflexión sobre la identidad cultural mexicana, marcada por la complejidad y la contradicción. A través del viaje intelectual y emocional de Adrián, Elizondo invita a los lectores a reconsiderar lo que significa la cultura mexicana y cómo esta ha sido moldeada por su historia.