Según Julián Castro, exalcalde de San Antonio, Texas existe una mezcla tóxica de nacionalismo blanco en EUA y piensa que Trump necesita hacer más para unir a los estadounidenses en lugar de avivar las llamas de la intolerancia. Asimismo, Beto O’ Rourke, excongresista de Texas acusó a Trump de ser un nacionalista blanco que alienta el ‘racismo abierto’ por lo que se ha visto un aumento en los crímenes de odio en los tres últimos años.
Dice O’Rourke que el racismo y la supremacía blanca no solo son parte de la plataforma política de Trump, sino que son inherentes a su personalidad y a su filosofía de vida. Los movimientos de supremacía blanca han estado en Estados Unidos desde hace más de dos siglos. El Ku klux Klan y otros grupos se reconocieron al paso de los años como organizaciones conservadoras anglosajonas en contra de las minorías raciales.
Con la llegada de Trump al poder, estos movimientos y organizaciones marginales fueron aceptados y reconocidos en el centro de la expresión política. En este ámbito hay grupos supremacistas blancos que apoyan la idea de crear sociedades exclusivamente blancas. También hay grupos neonazis y comunidades LGBTI (lesbianas,gays,bisexuales y transgéneros),personas con discapacidades y el movimiento ‘all right’ (derechos alternativos) creado por Richard Spencer en el 2008 que ha ganado mucho peso por considerarse como el movimiento intelectual del supremacismo blanco.