La mayoría de los analistas de la geopolítica consideran que varios de los movimientos políticos actuales son autores de crímenes y tienen una ideología de racismo y de violencia. Los presentes y continuos tiroteos en Estados Unidos se considera como parte del estilo de vida estadounidense y por eso no se le ha prestado mucha atención a la ideología que hay detrás de esos ataques.
Se estima que los grupos supremacistas blancos y los de extrema derecha matan más personas que otros grupos. Antes, el proceso de radicalización racista solía llevar meses o años y ahora es cuestión de un par de semanas.
En la actualidad, los sentimientos supremacistas han explotado en matanzas colectivas, persecuciones, hostigamiento público, sobre todo contra los hispanos, minorías árabes, asiáticos y afroamericanos. Trump ha representado al pensamiento anglosajón conservador y violento que atenta contra otras personas y comunidad por pensar distinto y tener otro color de piel.
El supremacismo blanco en Estados Unidos ha cobrado una nueva fuerza, ha vigorizado a un presidente que no tiene empacho en expresarse sin rodeos en mitines y reuniones a las que asisten antiinmigrantes. De modo que Trump convirtió lo que era políticamente incorrecto en una práctica aceptada, transformó lo inaceptable socialmente en una expresión de odio y de rechazo bajo la bandera del nacionalismo y de la supuesta defensa de su país.