Prólogo para un poemario de Indran

 

Hacer poesía es un mecanismo complejo de la mente del artista, cuando intenta despojarse de su racionalidad para poder contemplar al mundo exterior e interior con el uso exclusivo de sus cinco sentidos y de sus emociones. Lo maravilloso del arte lírico genuino es que puede ser expresado en cualquier lenguaje y su campo de acción puede extenderse desde las más elementales experiencias domésticas hasta los más sofisticados temas metafísicos.

En apariencia, Indran es un poeta cuya vida transcurre, sin grandes zozobras en un mundo urbano y cotidiano en el que percibe las mismas imágenes, sonidos y sensaciones del hombre común. Pero cuando el paisaje y las acciones parecen transcurrir con un ritmo lento y cadencioso, surgen de pronto las visiones magníficas del artista que transforma el escenario y lo convierte en un mundo maravilloso poblado de su apasionada vida interior y de la inseparable flora y fauna de su tierra natal en el corazón del Trópico.

La permanente condición itinerante de la vida de Indran le han dotado de un mundo interno lleno de sentimientos contradictorios en cuanto al amor sexual y la vida familiar que le proporcionan un vastísimo espacio de recreaciones poéticas y un extenso universo geográfico en donde puede disfrutar, sin proponérselo de todos los escenarios del mundo sin pruritos nacionalistas, ni prejuicios raciales. A donde ha llegado, Indran ha descubierto las diferentes formas de expresión de la belleza, desde las mujeres encantadoras y las aves de extraños plumajes, hasta las lujuriosas plantas del trópico y las maravillosas cactáceas que sobreviven sedientas en los desiertos.

Estas deliciosas poesías de Indran expresan en su propio título ‘sin adorno’, la principal característica de los grandes poetas del presente en el que la producción artística ya no está al servicio de los poderosos sino para exultar la vida espiritual de todos los seres humanos de este nuevo mundo global.

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