Hollywood de los años cincuenta

 

El cine de Hollywood de los años cincuenta se caracterizaba por mostrar el gran sueño americano surgido después del triunfo indiscutible de su País en la Segunda Guerra Mundial y de forma intencional iba alejando las producciones de la verdadera realidad, aunque al mismo tiempo iba apareciendo un cine al margen de lo convencional que buscaba profundizar en los problemas reales de los americanos.

Dichas películas fuera de lo común se acercaban mediante metáforas a las inquietudes y temores de la sociedad de esa época y se apartaban del tratamiento genérico convencional. Directores como Jack Arnold (El increíble hombre menguante), Nicolas Ray (Bigger than life) y Kurt Newman (The fly) expresaron los gritos de inconformidad de la clase media norteamericana y señalaron por vez primera en la historia el problema de la drogadicción creciente en todos los niveles de la sociedad.

La década de los cincuenta fue una etapa apasionante en la vida de Norteamérica y en consecuencia de los grandes estudios de Hollywood. Fue un período fronterizo entre muchos fenómenos sociales, políticos y culturales que empezaron o terminaron en esa década. El cine de Hollywood y el cine de todo el mundo concluirá su etapa más esplendorosa entre los finales de los cincuenta y los principios de los sesenta, donde aparecerá una nueva generación de cineastas con una forma muy diferente de hacer cine, tomando el relevo de los grandes clásicos.

Entre 1947 y 1953, la visión fascistoide y ultraconservadora de un gran sector de los republicanos de los Estados Unidos, encabezados por el senador Joseph Mc Carthy irrumpe de forma siniestra en Hollywood, iniciando la cacería de brujas de todo lo que se sospechaba que fuese ‘antiamericano’. Desde directores, estrellas y gente relacionada con la industria cinematográfica pasaron al banquillo de los acusados ante el Comité de Actividades Antiamericanas de simpatizar con las ideas comunistas que permearon hacia América con la participación de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.

Fue una época nefasta que produjo mucha desconfianza en quiénes se dedicaban al cine y ante los mismos espectadores, ya que se hicieron falsas denuncias y se generaron conductas cobardes y malvadas de parte de conocidos profesionales del cine tratando de arruinar las carreras y el prestigio de sus rivales de la misma profesión. También hubo movilizaciones solidarias autónomas a favor de los que fueron injustamente atacados que fueron promovidas por un importante grupo de escritores, guionistas y personas del medio cinematográfico.

El fin de la Segunda Guerra Mundial aunada a la tensión que originaba la naciente ‘guerra fría’ y las listas negras de Hollywood señalaron el fin de su famosa ‘Edad Dorada’. Algunos escritores, guionistas, actores y directores de profesión ya no volverían a trabajar jamás en la industria del cine. El inmortal comediante inglés Charlie Chaplin estuvo entre quienes tuvieron que dejar Hollywood sin otra razón que la supuesta sospecha de tener ideas socialistas.

Aun cuando la situación social de los Estado Unidos iba en una prosperidad constante, con una familia mucho más tranquila sin la Gran Guerra, un número creciente de satisfactores materiales, donde destacaban los automóviles, los radios y los electrodomésticos, hacia mediados de los cincuenta se añadieron los televisores como parte indispensable del mobiliario básico de la clase media americana. No obstante, fue sin duda la televisión que permitía ver el cine en casa, la que determinó la disminución de los asistentes a las salas de cine, por lo que los grandes estudios de Hollywood tomaron la decisión paradójica de unirse a sus enemigos y a la vez combatirlos.

Desde finales de los cuarenta, algunos grandes estudios, como la Twentieth Century Fox , la Paramount y la Disney empezaron a producir sus propios programas de televisión, mientras otras como la RKO, vendió todo su patrimonio cinemtográfico a la mayor cadena televisora en 1955. La mayoría de los grandes estudios realizaron enormes avances técnicos en busca de recuperar a sus espectadores al ofrecer mayor espectacularidad en sus películas. De este modo se inició la 3D (tercera dimensión), el Cinemascope, la Vistavisión, pero todos ellos se convirtieron en éxitos de corta duración. Queda para la referencia de este proceso de convertir al cine en un espectáculo mayúsculo, ‘el manto sagrado’ (the robe) dirigida por Henry Koster en 1953 que fue la primera gran película rodada en Cinemascope.

A pesar de la situación negativa que originaba la televisión para el cine, algunos directores produjeron sus mejores películas durante ese período, el color se apropió de la pantalla y la música de los films alcanzó mayor sonoridad e importancia que nunca. En esa misma década desaparecieron poco a poco los grandes directores clásicos como Wellman, Capra, Ford, Mankiewicz y Minneli. Los viejos maestros se retiran en silencio, mientras los estudios van destruyendo, poco a poco, las estructuras de producción clásicas. Algunos estudios cayeron en bancarrota o fueron vendidos a grandes multinacionales y la industria cambió por completo para mediados de los años sesentas.

Los estudios cinematográficos actuales son totalmente distintos a los de los años cincuenta, con la salvedad de algunos que aún conservan su nombre original de sus años de esplendor. En la época de oro de Hollywood, los productores unían su percepción comercial a una muy desarrollada sensibilidad artística, pero Hollywood se convirtió en una corporación industrial, financiera y mediática, cuyos dirigentes ya no son nombres conocidos como en su época dorada, aunque continúa ejerciendo un dominio total sobre el medio cinematográfico de todo el mundo.

En el presente los estudios de Hollywood siguen conservando a los mejores técnicos, actores y directores del mundo, aun cuando el negocio original del cine se ha ido transformando y realiza una función política trascendental de trasmitir los símbolos del poder y del dominio de los Estados Unidos a las nuevas generaciones de todo el mundo sin tener que hacer uso de una violencia visible.

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