Aunque los mexicanos vivieron los avatares virreinales durante los casi trescientos años de la Colonia y nunca han gozado de una autonomía genuina de vida como nación independiente en los últimos doscientos años, el más somero análisis de la historia del País indica que en la vocación nacional mayoritaria está entretejida una compleja maraña de xenofobia masoquista y una voluntad invariable de sujeción hacia otras etnias que considera superiores desde las épocas más remotas de Mesoamérica.
Esto significa que los mexicanos nunca han aspirado a la formación de un Estado autónomo, sino derivado de la aplicación de visiones del mundo y de normatividades que provienen de otras regiones del mundo, cuyas etnias, mitologías e historias son muy diferentes.
El resultado práctico de esta proclividad a ser dominados ha sido la tragedia reiterativa de una nación que no ha podido desarrollarse por sí sola, a pesar de contar con enormes recursos naturales y de poseer una geografía estratégica inusual, donde sus enormes litorales y fronteras con el mercado más grande del mundo potencializan sus posibilidades de desarrollo económico, social y cultural.
Por las mismas razones, tampoco ha sido posible que se desarrolle una cultura colectiva propia, una prospectiva de vida social con permeabilidad y una visión artística original o por lo menos heredada de algunas de las etnias aborígenes de Mesoamérica. Sin excepción, toda la vida mítica y doméstica de los mexicanos proviene de Occidente. Se fue moviendo durante siglos de la cultura hispánica a la francesa y a partir de mediados del siglo 19 se identificó con la visión del mundo y las mitologías francmasónicas de los Estados Unidos.
Con el soporte de esta breve visión retrospectiva de la sociedad mexicana pueden explicarse con facilidad los innumerables capítulos de violencia y de traiciones que han caracterizado a la vida política del México, al margen de que culminaron con los gobiernos postrevolucionarios que tan sólo cambiaron de manos las riquezas nacionales y la posesión de las tierras, hasta que el País fue cooptado por un sistema poliárquico en sociedad con los poderes fácticos de México y semioculto por los artificios del mass-media electrónico bajo el control de un duopolio televisivo y de una pequeña élite de familias multimillonarias que han impuesto y manipulado a los gobernantes de México desde principios de los años noventas.
Fue Carlos Salinas (1988 -1994) el presidente mexicano que estableció el dominio de la poliarquía, oculto tras un sistema electoral de apariencia democrática, perfectamente disfrazado tras un duopolio televisivo que con un simple mensaje reiterativo de aprobación de los poderes fácticos logró el control total de la política y de la economía mexicana, estableciendo como operadores de ambas a los más distinguidos discípulos de los organismos financieros, económicos y de cultura superior que son institucionales en los Estados Unidos.
Todos esos colaboradores mexicanos, gratuitos y convencidos de la infalibilidad de modelo neoliberal de Norteamérica fueron y son ahora mismo recompensados generosamente por las instituciones del Imperio estadounidense. Además de que gozan de impunidad legal total y de una seguridad en su economía doméstica que se prolonga a varias generaciones de sus descendientes. Se consideran como héroes incólumes de la poliarquía dominante a Salinas, Zedillo, Fox y Calderón, Aspe, Gurría y varias decenas más de traidores a su país, así como al ex gobernador del Banco de México Guillermo Ortiz y a su sucesor Agustín Carstens, quién sin duda continuará en el puesto con el gobierno priista.
Al margen de la anterior síntesis histórica de la política mexicana, el inminente regreso del PRI al manejo de los poderes institucionales del Estado mexicano pudiera generar una serie de inquietudes y enigmas sobre el futuro de la nación mexicana, pero no hay duda de que ahora mismo ya se han esclarecido todos los enigmas posibles sobre el futuro inmediato y se ha llegado a la conclusión de que México seguirá siendo la Colonia más controlada por los Estados Unidos debido a que es un elemento clave de su geopolítica actual.
Entre los diversos elementos que condicionan la geopolítica norteamericana del presente se encuentran:
1.- La rápida descomposición del Estado mexicano, frente a la fragmentación y el cambio de estrategias de la economía criminal mexicana que se va traduciendo en un envío creciente de mercenarios y de espías norteamericanos hacia México con el supuesto propósito de controlar este fenómeno de expansión del crimen organizado.
2.- El desplazamiento de la marina bélica y de transporte de energéticos y de ‘commodities’ hacia el litoral del Océano Pacifico, genera un cambio muy importante en la ruta de las drogas y de las instalaciones que suplementan los energéticos en la región.
3.- La reducción de las reservas energéticas en el Medio Oriente, más el agotamiento de los yacimientos en el Golfo de México, en combinación con los conflictos políticos de Venezuela, Ecuador y otras naciones de Sud América, se potencializan con el crecimiento de la economía de Brasil y de sus recursos energéticos que son controlados por China, Rusia y otras naciones de Occidente contrarias a los Estados Unidos.
4.- La virtual desaparición en Estados Unidos de las empresas de maquinaria pesada, automotrices, de electrodomésticos y de productos de manufactura ante las exigencias, fiscales, ecológicas y laborales han generado un proceso de movilización de los empresarios europeos, del Lejano Oriente y de Australia hacia los territorios de México, que son los más cercanos al mercado estadounidense y que no cuentan con tanta normatividad fiscal, ecológica y laboral como en ese Pais.
5.- Al disminuir la recaudación fiscal y el empleo en las grandes empresas se crea una nueva situación con los migrantes de otras naciones y en particular con los mexicanos, quienes por lo general desarrollan trabajos manuales en los servicios públicos, cuya intensidad disminuye conforme bajan las recaudaciones fiscales.
6.- Por las mismas razones se disminuye el empleo de mexicanos y de latinos en restaurantes, en hospitales, en aeropuertos, hoteles, centros de diversión y lugares públicos, ya que todo hace suponer que el desempleo permanecerá y las fuentes de ingreso de la clase media se reducirán aún más al expanderse una nueva economía de ‘bajos costos’ donde los familiares del pequeño empresario se convertirán en sus empleados por obvias razones.
La conclusión final es que la importancia de México en la geopolítica norteamericana crecerá aún más en los próximos cuatro o cinco años en los que se definirá el futuro económico y político de la gran nación norteamericana.
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