Nuevo Feudalismo en el Siglo 21

    

Los acontecimientos globales desde que se empezó a caer el gran imperio estadounidense hacia fines del siglo 20, así como el crecimiento de otras grandes naciones, como China y Rusia se asemeja mucho a lo que sucedía en Francia hace diez siglos cuando la dinastía Carolingia se derrumbó y el poder fue adquirido por los señores feudales y los magnates regionales del reino. Como no había una figura autoritaria común y lo suficientemente poderosa para crear un vínculo entre las distintas partes, estos magnates tomaron medidas drásticas y violentas para adquirir una mayor influencia.

El resultado de tal reacción entre estos nobles fue una constante guerra privada que derivó en disputas familiares bastante violentas conocidas como ‘feuds’ en el idioma inglés. Este tipo de conflictos habían sido habituales en el territorio Carolingio desde antes del año mil, principalmente en su región norte. Pero al caer el monarca estos pleitos empezaron a tener un efecto mayor y más dañino sobre el resto de la población. La mayoría de estos ‘feuds’ eran varones muy jóvenes o que recién habían alcanzado la edad adulta, de clase social alta, muy bien armados y entrenados para pelear.

Debido a su abuso de poder y a la situación de una guerra constante, se incrementó la estratificación social, dejando inermes a las clases no combatientes más vulnerables ante la explotación de los señores feudales, hasta el punto en que tanto los campesinos como los miembros del clero eran atacados en forma agresiva y se les despojaba de sus pertenencias. Existía entonces un ambiente muy complejo para los cristianos ya que el año 1000 simbolizaba el aniversario de la muerte de Cristo, a la vez que significaba el fin del mundo, ya que el Juicio Final era inminente.

La caída del Imperio Carolingio, con la disolución de uno de los estados cristianos más importantes de ese período fue entendido como un castigo divino. Además de que ya existían sectores de la jerarquía eclesiástica donde algunas instituciones, como el monasterio de Cluny, donde se practicaba el mismo tipo de feudalismo que el de los nobles. El clero controlaba castillos, ciudades, iglesias y a toda la clase rural, por lo que sus miembros sufrieron, no solo una crisis moral y religiosa sino un serio conflicto social, particularmente económico, en medio de enfermedades, hambre y guerras dentro de una sociedad que no funcionaba.

Era necesario restaurar el orden social y la Iglesia tenía la motivación y el poder para hacerlo. Fue entonces que el clero inventó la solución perfecta con la creación de la ‘pax dei’ . Una paz divina que para la personas de esa época era sinónimo de justicia, salud y acción divina. De modo que en las asambleas de paz se reunían todos los miembros de una comunidad y se hacían juramentos para el bien de todos, usando las reliquias de sus santos preferidos como parte del ritual. En las actas de las asambleas se establecía la prohibición para atacar o robar a los miembros del clero y a los campesinos, imponiendo la excomunión a quién lo hiciese. Esta fórmula se adoptó como norma en todos los concilios del siglo X, como Narbonne (990) y Anse (994), continuándose ese criterio durante el siglo XI hacia Normandía y hacia los territorios del Sacro Imperio Romano-Germánico.

No obstante, la reacción más evidente de estos movimientos de paz fue la Primera Cruzada, aun cuando el Papa Urbano II atendía de forma preferente a sus propios intereses y a la defensa de sus haciendas particulares cuando convocó a sus seguidores en 1095 a combatir en Tierra Santa, no por eso se cancelaron los ideales de no violencia entre cristianos y de caballerosidad entre los señores feudales que contribuyeron en gran parte al éxito de esa empresa. De hecho, el Papa Urbano II consiguió en Francia una gran parte de su ejército, así como el financiamiento y la asesoría bélica. De hecho, la Guerra Santa alejó la tensión social y la violencia de los caballeros lejos de Europa durante un tiempo. A final de cuentas, la Paz y la Tregua de Dios trajeron buenos resultados sociales para los señores feudales y para la Iglesia.

Con este evento, la aristocracia y en especial las dinastías reales se beneficiaron al desaparecer el sistema de recaudación fiscal conocidas como ‘pagus’ (provincias) del cual los magnates locales se habían estado aprovechando y así lograron restaurar una monarquía sólida y eficiente. Por otra parte, las ideas propuestas en las asambleas sirvieron para crear nuevos sistemas legislativos e instituciones judiciales y se creó la resolución por la vía legal de las disputas entre los nobles ante la autoridad del Estado (feuds legales) para que ya no se decidieran mediante cruentas peleas entre caballeros. Además, se realizaron las reformas necesarias para controlar las relaciones con el vasallaje, durante el siglo XII e inicios del XIII.

La denominada Paz y Tregua de Dios fue de gran ayuda también para la sociedad eclesiástica, ya que gracias a estos movimientos el clero pudo recuperarse de los agravios recibidos en las décadas anteriores y utilizar estas ideas como parte de sus reformas religiosas. También la Iglesia obtuvo nuevas riquezas, tierras y seguidores más devotos, que permitió al Papa establecer una jerarquía episcopal que se inició en Francia. De manera inesperada, estos movimientos tuvieron importantes consecuencias para el resto de la población, ya que el ciudadano laico fue capaz de expresarse públicamente y sin oposición sus opiniones acerca de la sociedad y del Estado generando una mayor actividad político-social en el pueblo.

La contraparte de ese magnífico avance de la sociedad medieval fue la radicalización de esas ideas libres en las clases populares y la reacción del clero que las tachó de ‘herejías’ castigando con la ‘vita apostólica’ a este sacrilegio. Esto creó tensiones entre el clero y los monjes, ya que estas comunidades buscaban una vida más pura que la suya misma, sin tener las responsabilidades de un verdadero monje. A pesar de todos estos movimientos sociales el hombre común no terminó en mejores condiciones como sucedió con el clero y los aristócratas, sino que en cierta forma empeoró al sufrir mayor opresión de la autoridad eclesial y señorial.

Adenda: Este fenómeno social de hace 10 siglos, cuando los señores feudales se apoderaron del Imperio Carolingio y posteriormente se asociaron con el poder eclesial cristiano presenta una serie de grandes similitudes con los momentos actuales. Quizá la única diferencia notable entre ambas situaciones es que el Poder Divino que entonces los dominaba tenía una expresión humana, mientras que el de ahora es sólo un objeto material: el dinero.