Neoliberalismo y capitalismo financiero

Los fenómenos reiterativos de burbujas financieras y sus efectos negativos en la vida económica de las naciones durante los últimos 30 años, desde que se instaló el neoliberalismo no tienen el mismo origen de las crisis económicas que acontecieron en el período del capitalismo industrial entre los años cuarentas y ochentas. Estas nuevas crisis se originan en la creación de un nuevo sistema económico global donde la riqueza financiera ha sustituido a la que era creada por el trabajador asalariado.

Esto significa que el capital ya no se alimenta de la riqueza creada por el trabajo, sino que el capital actual se ha convertido en la expresión del flujo de las rentas sustentadas en la creación del ‘valor financiero’ que se deriva de la especulación con el cambio de divisas, las cotizaciones bursátiles, los créditos, las hipotecas, los fondos de pensiones y la infinidad de las operaciones ‘derivadas’.

Desde este punto de vista, el salario ha dejado de ser el eje central del sistema para dejar en su lugar al interés, que a su vez genera un enorme espacio financiero de gran liquidez, desvinculado de las relaciones familiares y humanas en general y se ha convertido en un instrumento vital para decidir los proyectos de inversión de las empresas. Es además un instrumento regulador y sancionador, ya que a través del grado de riesgo-país los mercados financieros castigan las situaciones económicas y los desarrollos que no se ajustan a las normas neoliberales.

En el capitalismo financiero global tanto los entes como las cosas se convierten en activos financieros. Para este sistema todo tiene una existencia económica y el tipo de interés se convierte en variable estratégica, además de establecer que la inflación y la volatilidad son los dos grandes peligros que amenazan al capital financiero. Al grado de que este nuevo sistema capitalista se trata de desvincular por completo de la política y se maneja a través de los bancos centrales. Este sistema se aparta tanto de la acción política ciudadana como de los gobernantes haciéndose dependiente total de los mercados financieros.

A partir del 2008 los mercados financieros entraron en crisis, ya que se colapsaron sus dos variables básicas: el tipo de interés y la liquidez que son los factores que hacen funcionar y crecer al sistema. Esto hace pensar que pronto tendrá que surgir un nuevo orden mundial a partir de diversas propuestas políticas, tanto hacia el interior de las naciones como en la comunidad internacional.

Una primera propuesta podría ser la de crear una normatividad global que permita penalizar a los financieros especuladores y a los corruptos en el sistema financiero global. Asimismo, sustituir a las actuales élites financieras del mundo por elementos confiables mediante un proceso judicial global que se aplique a todos quienes hayan cometido delitos financieros.

Es obvio que el problema se origina en el hecho histórico de que la única regulación que existía en el mundo financiero (Ley Glass-Steagall) desapareció en 1999 cuando fue derogada por el presidente Clinton al ser presionado por los republicanos cuando era pública su relación sexual con una mujer que no era su esposa. Además, dicha regulación no configuraba el delito financiero y mucho menos lo equiparaba con el hurto de bienes materiales.

Además de terminar con la impunidad financiera que legaliza cualquier forma de movimientos de capitales sin pagar impuestos, en las transacciones especulativas se incluirían propuestas de leyes para prohibir las elevadas gratificaciones de los gestores financieros, además de vincular el derecho de votar a los accionistas a cumplir con un período de posesión de las acciones no menor de cinco años, el incremento de la transparencia y el control del lobbying y de los asesores financieros.

Una segunda propuesta de normatividad buscaría la participación ciudadana en el control de las finanzas, creando mecanismos sociales para la gestión y el control de los procesos financieros. No se trata de que el Estado intervenga sólo en casos de emergencia o durante una debacle financiera, sino que los mecanismos financieros deben pasar por procesos de gestión y control. La idea no es estatizar la banca privada, sino crear un proceso encaminado a erradicar la corrupción financiera, tanto de la banca y las instituciones privadas como de la corrupción existente en los ámbitos de los diversos niveles del Estado.

Es obvio que antes que nada se tendrían que cerrar todos los paraísos fiscales, desterrar el secreto bancario y el de los bufetes financieros. El control de la sociedad civil en las finanzas también implica la prohibición de los ‘stock options’ y de las ventas de acciones al público, además de fijar un límite de activos bajo control, de las operaciones bilaterales al margen del mercado y la exigencia de negociar los derivados en mercados específicamente autorizados.

Otra de las propuestas para que la sociedad civil intervenga en las decisiones financieras más importantes es que ésta pueda intervenir para dejar fuera del ámbito de los financieros aquellos asuntos que los ciudadanos decidan mantener fuera del juego financiero.

La idea central es que tanto los Estados como las entidades federativas y otros niveles de gobierno tengan libertad para financiar los bienes públicos y los servicios sociales que deseen sustraer del ámbito de control de los financieros, principalmente la educación, la salud, la prevención social, las pensiones y los bienes públicos, creando una reserva o fondo especial para afrontar las crisis de cada país a través de una contribución o impuesto especial sobre todas las ganancias de capital que excedan una cifra base entre 50 y 70 mil dólares, más un impuesto de 1% sobre todos los beneficios empresariales del sector financiero.

En resumen se pretende revertir los procesos de privatización de la educación, la salud, los fondos de pensiones, el agua y algunos energéticos fundamentales para liberar a los ciudadanos del control absoluto de los poderes financieros globales que han incrementado el número de personas en el mundo viviendo en condiciones precarias y en ocasiones muriendo de hambre.

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