Neoliberalismo: la sociedad no existe

 

Haciendo un resumen de los principales acontecimientos de los últimos días se pueden identificar algunas tendencias globales que son verdaderamente paradójicas y desconcertantes. Mientras se celebra en el mundo capitalista el éxito del Estado neoliberal para administrar el individualismo del ser humano, tras la muerte de la ex primer ministra británica Margaret Thatcher; Obama practica la tradicional doble moral de Norteamérica, simulando formular una regulación internacional para el multimillonario negocio de las armas, mientras promete una ley que simplificará la inmigración de hispanos con miras a obtener sus votos en las próximas elecciones del Congreso y permite filtrar información oculta durante más de treinta años por la CIA donde se señalan delitos y traiciones de funcionarios de las más altas esferas políticas que ya no tienen ninguna consecuencia en el presente, como las turbias maniobras de Kissinger cuando era Secretario de Estado en Norteamérica o las actividades del actual rey de España al servicio del espionaje norteamericano hacia fines de los años setentas. Aunque no se menciona que el devaluado monarca sigue aún realizando en el presente las mismas funciones de espía al servicio de Norteamérica.

Mediante un control total de la información global, el Gobierno de los Estados Unidos pretende seguir ocultando el gran fracaso que generó el neoliberalismo encabezado por Reagan y Thatcher en los años ochentas y que fue secundado por la mayoría de las naciones europeas a las que finalmente se unió la Unión Soviética y condujo al mundo Occidental a su mayor crisis recesiva de la historia de la que aún no logra salir. De acuerdo a los estudios de prospectiva económica de los grandes expertos al servicio de las instituciones financieras más prominentes, incluyendo las bancas de las naciones más poderosas, la sociedad humana de Occidente ya no podrá salir de esta crisis, mientras no sea modificada por completo la normatividad financiera global y sea reformado a fondo el sistema monetario internacional. Se requiere además que la infinidad de naciones subsidiarias del imperio norteamericano alcancen un mínimo nivel de independencia política y económica. En los hechos eso ya está sucediendo con las naciones de la Ruta Petrolera del Gran Medio Oriente, en gran parte de Sud América, en Europa Oriental, en el Medio Oriente, y ahora mismo en Japón y en el Sudeste Asiático.

Gran parte del fracaso total que sufre la economía de Occidente se debe a la absurda tesis neoliberalista creada en 1944 por el economista austriaco Friederich von Hayek, premio Nobel de Economía en 1974, después de que Keynes lo había apabullado y echado de la cátedra en Londres con sus modernas teorías totalmente opuestas a las de Hayek. No obstante, cuando Margaret Thatcher alcanzó el puesto de Primera Ministra de Inglaterra en 1979, adoptó de inmediato las radicales medidas de Hayek cortando de tajo el gasto público y aumentando las tasas bancarias, de tal suerte que la inflación cayó del 18 al 4% entre 1980 y 1986. Eso la convirtió en el icono máximo del capitalismo financiero en la misma proporción que era odiada por las clases populares de Inglaterra, Irlanda y Escocia. Lo que no se difundió de su ministerio fue que el nivel de empleo existente nunca se recuperó y las privatizaciones de empresas públicas se realizaron a precios de regalo para los ricos, convirtiendo a Inglaterra en un paraíso fiscal aceptado de forma disimulada por la comunidad financiera internacional. Quizá los dos elementos básicos de la teoría neoliberal de Thatcher – creados por su ídolo Hayek – eran que cualquier forma de intervención del Estado en el libre mercado, por mínima que sea, conduce al totalitarismo y que una economía capitalista puede recuperarse de cualquier crisis por sí misma. Para Thatcher y los neofascistas del presente la sociedad no existe, ni existen clases sociales, todos son seres individuales cuyas vidas carecen de nexos y tratan de sobrevivir con sus propios recursos en un mundo de mercados abiertos.

La aplicación de estas medidas neoliberalistas en todo el mundo Occidental produjo efectos paradójicos, ya que mientras se incrementaba la hambruna y la población mundial de personas viviendo en condiciones precarias en las naciones y colonias de Occidente, por otra parte se fortalecía la economía del Imperio Chino, cuyos dirigentes adoptaron un sistema híbrido de gobierno donde se combinaban las argucias del capitalismo financiero con las crueldades de una dictadura sin bandera ideológica visible. De acuerdo a las cifras proporcionadas por las empresas profesionales de la estadística, Inglaterra ha dejado su posición entre las cinco economías más desarrolladas para dejar su lugar a Brasil, China continúa siendo la segunda economía del mundo y será la primera en solo unos años más. Japón y Alemania conservan sus posiciones tercera y cuarta del mundo, mientras Francia, España e Italia pasan a posiciones secundarias en el panorama mundial y Rusia es absorbida por la simbiosis entre la mafia del Estado y las de la economía criminal.

No hay la menor duda que los dos grandes imperios actuales, Estados Unidos y China, son conscientes de la realidad actual a nivel global y ambos realizan maniobras geopolíticas ocultas y visibles para lograr la supremacía, pero es un hecho que el híbrido creado por China tiene más futuro inmediato que la dictadura fascista creada por el neoliberalismo al suponer que el mundo puede funcionar sin la interacción política de sus sociedades y de los miembros de esas sociedades. La gran ventaja de la dictadura China sobre Occidente es que su sistema judicial y policial represivo está legalizado desde el inicio de la nación, mientras que en las naciones de Occidente, las prerrogativas y los privilegios de la plutocracia y las normas que dan legitimidad a todas las acciones represivas del Estado todavía no se implementan en su totalidad y quedan aún residuos del viejo Estado federativo con representación democrática.

Por lo que concierne al mundo en general y en particular a las colonias más controladas de los dos imperios se observa que mientras China sólo ejerce una relación clientelar, sin farsas y casi al margen de la diplomacia, los Estados Unidos persisten en explotar sus misiones salváticas del siglo pasado, tratando de ejercer una relación de dominio económico y político a la vez que ya no es posible en el mundo actual, donde las tecnologías de comunicación y de transportación propician desenlaces inmediatos en todo tipo de relaciones entre naciones y entre seres humanos. Ya no es posible un mundo, como el de Thatcher, donde los seres humanos apenas se miraban unos a otros mientras deambulaban por las calles de un mercado libre, sin leyes, sin jueces y sin policías.

Adenda: El caso de México es indescifrable, ya que EUA ha exigido a sus líderes políticos otorgar todo tipo de privilegios fiscales, ecológicos y laborales a los grandes empresarios trasnacionales para que se instalen nuevas empresas extranjeras millonarias que sean proveedoras del gran mercado estadounidense. Después de ese golpe mortal a la Hacienda Mexicana, el presidente Peña Nieto dice haber diseñado un nuevo regimen fiscal con cargo a la clase media y a los pobres – que no mueren de hambre – para compensar la gran cantidad de impuestos que dejarán de pagar las empresas multimillonarias.

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