Iglesia y Estado en el tercer milenio

 

Desde que se instaló la civilización humana en el planeta Tierra ha existido una asociación entre la religión predominante en esa región del mundo y las instituciones del Estado, generando un cierto grado de cohesión social entre los miembros de la sociedad y un necesario nivel de sumisión a los gobernantes, supuestamente investidos por designio divino. Adicionalmente, los eventos conocidos como ‘milagros’ siempre han sido productos de la superstición y del bajo nivel de racionalidad, otorgando a las religiones un poder de asociación con lo sobrenatural que se apoya en las masas con menor nivel de información y de cultura, las cuáles han sido un sector mayoritario en todas las sociedades a través de la historia.

A pesar de la separación existente entre la Iglesia y el Estado en la mayoría de las naciones de Occidente, desde hace más de doscientos años, en infinidad de ceremonias y de símbolos públicos se relacionan las creencias religiosas con las instituciones civiles, sin que exista una explicación racional y convincente de ese fenómeno. Un caso muy conocido es el de los Estados Unidos, donde se sigue enseñando el creacionismo divino en las escuelas privadas, junto con el evolucionismo científico, mientras se combaten las teorías evolucionistas en las escuelas públicas.

Hasta hace unos cuantos años en Estados Unidos se pretendía que la Ley obligara la enseñanza de la ‘Creación del Mundo’ conforme a la versión del Génesis, pero al existir evidencias científicas contundentes de que el mundo se había originado desde hacía miles de millones de años, se decidió introducir en los planes de estudio un concepto pseudocientífico denominado ‘diseño inteligente’ que contiene datos científicos y religiosos a un tiempo y expresa la idea de que una fuerza invisible condujo a lo largo de la historia al desarrollo de la especie humana. Un criterio totalmente opuesto a lo que señalan la física, la cosmología, la antropología, la bioquímica y todas las ciencias evolutivas modernas. En esta hipótesis pseudocientífica se niega la teoría darwiniana de la evolución humana, donde se ha demostrado la existencia de un proceso natural en el que siempre ha sobrevivido el ser más apto.

Otras confusas relaciones entre el Estado norteamericano y la religión existen en la frase ‘In God we trust’ inscrita en los billetes y monedas norteamericanas; mientras que los testigos convocados a los tribunales judiciales proclaman su honestidad jurando sobre la Biblia y los funcionarios públicos aceptan sus cargos en edificios laicos del Estado, jurando que cumplirán sus deberes con la ayuda divina. Existen ademas, infinidad de eventos en las sociedades de católicos cristianos donde no se considera formalizado el matrimonio sino hasta después de la celebración de la liturgia religiosa. Asimismo se imponen el bautizo a los recién nacidos y la comunión a los adolescentes, sin que ambos tengan criterio para negarse a recibirlos, creando de esta forma una falsa población católica, cuya única función es tratar de esconder ante la opinión pública la brutal decadencia del catolicismo en todo el mundo.

Toda esta situación actual donde la iglesia proviene de que siempre fue acercándose a quiénes tenían el poder desde que logró su reconocimiento por el emperador Constantino en el año 313 DC y la fue convirtiendo en una aliada natural del poder político.Por lo que durante toda la Edad Media se identificó totalmente con el Estado y esa sociedad se prolongó hasta que apareció el comercio internacional y los señores feudales tuvieron que permitir la aparición de una nueva casta social que se colocaba en las afueras de sus reinos amurallados y hacía fluir el comercio entre Europa Occidental y lejanas regiones del Medio y Lejano Oriente. Hacia mediados del segundo milenio, la jerarquía eclesial cristiana se había constituido en aliado y socio del Estado para realizar el comercio internacional. Sobre todo después del Renacimiento cuando se estableció por primera vez la visión del espacio y del volumen en el arte religioso y sus obras se convirtieron en uno de los principales promotores del comercio con el Medio Oriente, donde aún no se había descubierto esa nueva dimensión del espacio y del volumen y se conservaba un arte religioso iconoclasta.

Hacia mediados del segundo milenio, el cristianismo sufrió una profunda crisis con la división que originó la iglesia cristiana protestante encabezada por Martín Lutero, quién denunciaba a los altos jerarcas de la iglesia, como simples comerciantes que vendían el perdón de su Dios al mejor postor y lo mismo hacían con los ingresos derivados de la realización de actos litúrgicos en sus iglesias. Desde una visión histórica objetiva, en ese momento el cristianismo como religión de Europa había dejado de existir. Nadie podía entender en ese momento que el cristianismo había sido un fenómeno social de la Edad Media en el que el Mundo Occidental y la Iglesia formaban parte integral de esa sociedad.

Los primeros cristianos no pretendían, como los de ahora, identificarse con un mundo conocido, ya que bregaban contra un poder político que los despreciaba y no los consideraba dignos de compartir los valores del Imperio, por lo que su triunfo como religión oficial del mundo europeo no sucedió hasta 10 siglos después, gracias a las políticas conciliadoras de Carlomagno, quién por añadidura procedía de Asia. Todavía se sueña con una nueva cristiandad que trata de rescatar al mundo desde sus sectores más precarios, cuando en los hechos, todos esos valores fueron sistemáticamente olvidados. Todos los principios de Cristo fueron desechados y los jefes de la iglesia cristiana siguen realizando alianzas vergonzosas con el poder político vigente. De modo que al iniciar el tercer milenio hay un alto grado de pesimismo en todo el mundo que soñaba ser cristiano hasta mediados del siglo 15.

El fenómeno social del Estado globalizado y practicamente separado de la religión que se vive en los primeros años del tercer milenio, nada tiene de los valores cristianos primitivos, sino que solo contiene una serie de normatividades y dogmas creados de manera discrecional y por conveniencia personal por los altos jerarcas de la Iglesia. Por desgracia esto no se ha hecho con el propósito de convivir en paz y en condiciones precarias como lo predicaba Cristo, sino con la idea de conservar toda la serie de canongías y privilegios que han negociado a través de los siglos, sin importarles un bledo el sufrimiento de las clases menesterosas, ni la desaparición casi total de la bondad, el humanismo, la generosidad y la solidaridad con otros seres humanos que predicaba Cristo.

Adenda.- La relación actual de la Iglesia católica con los Estados más poderosos es realmente vergonzante. En el caso de los Estados Unidos servirá para que Obama logre mayoría de representantes en las próximas elecciones del Congreso, al contar con el voto de los inmigrantes de origen hispánico, mientras que en América del Sur intenta equilibrar la tendencia socialista de la mayoría de las naciones del Cono Sur.

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