Es una condición natural del ser humano tratar de contextualizar los hechos del presente con acciones conocidas del pasado y hasta pudiera considerarse como una fórmula de sabiduría tradicional. Por lo general ese sistema de referencias históricas funciona en un gran sector de la sociedad, ya que la cultura colectiva de la gran mayoría de las personas en el mundo apenas se extiende a unos cuantos años de su vida, desde el momento en que empezaron a funcionar su racionalidad y su memoria. No obstante, las exigencias subsistenciales, la tendencia ancestral a formar una familia y el acoso de los problemas domésticos le hacen perder en poco tiempo todo ese archivo mental que ‘de facto’ constituye su cultura política y es el único elemento que le permite participar de la vida en sociedad, aunque solo sea en un reducido ámbito parroquial.
Además del espacio temporal limitado de la cultura colectiva histórica del individuo promedio existen varios factores ocultos que transforman esa información y la ajustan a los intereses de los grandes poderes económicos. Desde que surgieron los alfabetos gráficos, pasando por el libro impreso, el cine, la televisión y ahora la comunicación por la vía digital, los eventos de la realidad se modifican por completo, tratando de justificar y de apoyar por todos los medios a los grandes poderes fácticos. En algunas ocasiones esta distorsión de la realidad que realiza la ‘mass media’ es deliberada, aunque tratando de aparentar una supuesta ‘conciencia moral’ que históricamente han tratado de conservar los poderosos de Occidente, en su calidad de representantes terrenales de los poderes divinos. Pero en muchos casos, la distorsión de la realidad obedece a una profunda convicción de los poderosos de que esas informaciones son verdaderas y las que más convienen al ser humano en general, independientemente de sus ingresos, de su posición social y de sus orígenes étnicos.
Para la mayoría de los seres humanos es muy difícil contemplar la realidad desde la visión objetiva de un pensamiento crítico o científico, ya que los avatares domésticos y la falta de una educación superior con el uso del pensamiento crítico solo alcanza a una pequeña población de habitantes de origen anglosajón que viven en el hemisferio norte y cuyos éxitos materiales los han llevado a un completo convencimiento acerca de la verdad absoluta contenida en sus mitos y paradigmas que ya no requieren de argumentos para demostrar el gran acierto de la nación norteamericana al escoger la mejor forma posible de enfrentar a la vida en sociedad durante los últimos doscientos años.
No hay duda del éxito total del modelo económico norteamericano en las naciones de etnias anglosajonas, por lo que cundió con rapidez en la mayoría de las naciones vecinas. Ahora mismo, su visión del mundo predomina en casi todo el Mundo Occidental, donde deben incluirse Japón, Israel, Arabia Saudita, Corea del Sur, la región denominada del Gran Medio Oriente ( desde Marruecos hasta los Emiratos Arabes) y algunas de las naciones emergentes del Sudeste Asiático como consecuencia de eventos históricos recientes. Esa condición de eficiencia y sencillez del modelo norteamericano ha propiciado su difusión por toda Europa, América, Oceanía y gran parte de Africa. Todo este proceso de rápida globalización del sistema capitalista norteamericano tiene una clara explicación en los procesos de colonización de algunos países europeos en América, Africa y la India durante los siglos 16, 17 y 18. Pero lo que ha propiciado la situación actual fueron las acciones bélicas de Estados Unidos durante el siglo 20, cuya culminación fue el triunfo total de la Segunda Guerra Mundial y la instalación de la nación norteamericana como la cabeza de un imperio con capitalismo siempre cambiante y que aún funciona.
Lo más sorprendente de este proceso de colonización norteamericana en el siglo 20 fue que se realizó sin la oposición de la gran mayoría de las naciones del mundo, mediante el manejo extraordinario de una política exterior que estaba sustentada en dos elementos básicos: una falsa libertad de ideas derivada de un sistema democrático ‘sui generis’ totalmente manipulado por la plutocracia norteamericana y una enorme fuerza bélica real y brutal que era temida y respetada en todo el mundo. Pero lo que resulta aún más sorprendente de este ‘neofeudalismo’ del siglo 20 ha sido su adopción por imperios lejanos y opositores – como el de China – que se consideraban enemigos de todas las fórmulas políticas y económicas occidentales y de gran cantidad de naciones, como las del Islam, del Sudeste Asiático, de Africa y las grandes naciones emergentes como la India y Brasil.
Aunque esta simple historia de los hechos más relevantes del siglo 20 pudiera interpretarse como una apología del imperio norteamericano y en la evidencia del triunfo total de un sistema de vida lleno de crueldad y de hipocresía; la realidad, vista desde una perspectiva histórica de los grandes imperios es que ahora mismo la sociedad humana vive el momento más crítico del ‘antropocentrismo’ iniciado con el cristianismo en Judea en el siglo I del actual segundo milenio, ya que se han destruido los principales valores que le dieron su dimensión de una especie animal diferente a todas las demás existentes en la Tierra: su alto nivel de racionalidad, su condición de ser individual único y su capacidad para disfrutar la belleza.
A pesar de la infinidad de visiones apocalípticas y conspiracionistas de algunos grupos de fascistas y de psicópatas, la sociedad humana no sólo sobrevivirá a este prolongado período de crisis, sino que habrá de encontrar una nueva fórmula de convivencia social que le permita vivir con alegría y de disfrutar cada instante de su vida. Como decía el gran poeta zacatecano López Velarde ‘ vivir en el cogollo de cada minuto’.
Adenda.- De acuerdo a las predicciones de la cosmogonía solar cristiana, esa época de una sociedad humana libre de violencia y de interés exagerado por las cosas materiales se alcanzará hasta el año 2150.
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