Según el Dr. William I. Robinson, eminente sociólogo y catedrático de la Universidad de California en Santa Bárbara, en Latinoamérica existen tres respuestas posibles a la actual crisis generada por el capitalismo neoliberal: el reformismo, una respuesta fascista, autoritaria y coercitiva de la ultra derecha para lograr el control social de las mayorías de bajos ingresos y un proyecto de corte socialista que busque la redistribución real de la riqueza.
Dice el Dr. Robinson que Colombia ha sido el ejemplo latinoamericano del modelo neofascista en el siglo 21 y México es la otra nación latinoamericana más cercana a ese mismo modelo, debido a su compleja e inaguantable situación política y social para la gran mayoría de los mexicanos.
Robinson considera que el capitalismo global es la nueva fase del capitalismo conocido hasta los años 80′s y a partir de esa época, su principal característica ha sido su transnacionalización. Ya no existen grandes capitales nacionales y ha surgido un nuevo sistema de producción, financiero y de servicios que no sólo ha afectado a las actividades económicas, sino que ha influido en los procesos ideológicos, políticos, sociales y culturales.
Este nuevo capitalismo ha modificado los espacios sociales y ha globalizado a la clase obrera, despojándola de la mayoría de los beneficios sociales que tenía. El PRI fue un partido que durante varias décadas intentó el crecimiento de un capitalismo nacional, pero luego se sumó al capitalismo transnacional.
El tránsito de uno a otro tipo de capitalismo se dio durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y los máximos representantes de ese capitalismo transnacional han sido Carlos Slim, la familia Azcárraga y unas cuantas familias más de multimillonarios mexicanos y extranjeros que fueron favorecidos durante el Gobierno de Felipe Calderón.
Esta nueva fase del capitalismo globalizado ha originado una amplia gama de instituciones que Robinson denomina como ‘el estado transnacional’, donde destacan el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y algunos bancos regionales con gran cantidad de capital especulativo (la mayoría localizados en Wall Street) que controlan a casi todas las naciones del mundo.
Ese estado transnacional es el aparato institucional mediante el cual se ha transformado el mundo actual y unido a los partidos políticos y a las instituciones sociales se ha ido apoderando de muchos de los países de América Latina. Para combatir la crisis del capitalismo en la década de los 70′s – dice Robinson que se realizaron dos tipos de respuestas, una que vino desde abajo que fue la movilización de las fuerzas de ‘izquierdas políticas’ y la que actuó desde arriba que ha sido este proyecto actual que ahora vive todo el mundo y no sólo Latinoamérica.
Pero hasta los 90′s empezó a dar señales de una crisis global, con sobrepoblación en las naciones pobres, movilizaciones sociales y el sistema capitalista dejó de funcionar. Se diseñaron entonces dos mecanismos para enfrentar estas crisis reiterativas: una fue la especulación financiera que culminó con la crisis hipotecaria de los Estados Unidos en el 2008 y el otro mecanismo ha sido que los norteamericanos han militarizado el proceso de acumulación de riquezas mediante una derrama de más de tres trillones de dólares en la farsa de la guerra contra el terrorismo y otros miles de millones en la supuesta guerra contra el narcotráfico en México.
Con esta derrama sin precedentes en la Historia se cumplen dos propósitos básicos; el gran negocio de las armas y el combate a la resistencia social con el pretexto del terrorismo, el narcotráfico y la migración fronteriza. Como el sistema capitalista está en crisis y la especulación financiera no puede sostener al sistema, la militarización permite la generación de más ganancias, aunque origina problemas, tanto a los grupos dominantes como a las mayorías que son aplastados por los ricos.
En esta nueva crisis del sistema capitalista actual, aún cuando se genera mucha riqueza, ésta queda en manos de unos cuantos, mientras que el sistema productivo no puede funcionar porque ya casi nadie puede comprar. Robinson opina que la militarización no es una solución real y la especulación por sí misma no puede salvar al sistema.
Cree que la crisis actual debe combatirse con cambios en la estructura del Estado, un proyecto popular alternativo, revertir las privatizaciones de las riquezas nacionales y alcanzar una aceptable redistribución de la riqueza. En la opinión de Robinson, el narcotráfico solo es un buen pretexto para poder desplegar al Ejército Mexicano contra la protesta social.
Concluye Robinson que el narcotráfico siempre está integrado con el Estado, con los dirigentes de los partidos, con el Ejército, con la policía y con los gobiernos, incluyendo al norteamericano. El narcotráfico es una forma de acumulación de riqueza y es la fachada ilícita de la acumulación lícita.
Adenda.- Todos estos conceptos son una síntesis de la presentación pública de Robinson en días pasados en en Villa Hermosa, Tabasco.
(Imagen tomada de Internet / Dererechos reservados por el autor)