Los Estados Unidos en la sucesión presidencial de México

                            

La principal característica de los imperios a través de la historia ha sido su proclividad a controlar los territorios más cercanos al gobierno central en búsqueda de fuentes energéticas, alimentos naturales y de materias primas fundamentales. Cuando los imperios inician su decadencia, poco a poco van perdiendo el control de los territorios más lejanos, tal como ahora sucede al imperio estadounidense con las naciones del Lejano Oriente, de Africa Oriental y del Cono Sur de América.

Quizá la única diferencia del vecino imperio norteamericano con las demás potencias mundiales del pasado y del presente es que dicha situación, totalmente normal, se trate de ocultar. Esta actitud adoptada por todos los gobiernos del vecino imperio ha resultado más costosa para los ciudadanos estadounidenses, ya que gran parte de sus ingresos tributarios se emplean en la operación de cuerpos policiacos clandestinos, complejos sistemas de espionaje trasnacional y operaciones bélicas fuera del territorio nacional con grupos de mercenarios que también son operados por empresas bélicas profesionales ligadas a los funcionarios del Pentágono y del Gobierno, cuyos costos finales son varias veces mayores al de las fuerzas bélicas oficiales.

Esta tradicional hipocresía del gobierno estadounidense lo ha llevado a la bancarrota y a tener que optar por realizar sus operaciones bélicas de forma selectiva y secreta con los bajos costos de operación de los ‘drones’. Pero el hecho importante para las naciones más cercanas, como México es que esos métodos de control de los territorios lejanos y de obtener ganancias por la venta de armas y los procesos de reconstrucción de lo destruido no son aplicables a la nación mexicana, debido al enorme costo que significaría cerrar 3000 km de frontera, más el de cancelar los valiosos ingresos que resultan de la venta de productos ‘off grade’ en el mercado mexicano y los aún mayores costos al tener que prescindir de la mano de obra mexicana que a través de los años ha constituido el principal motor de la economía en la industria manufacturera, en la agropecuaria y en los sectores de servicios más despreciados como la recolección de basura, la operación de restaurantes, mantenimiento de escuelas, parques públicos, hospitales, vías de transportación, e infinidad de actividades manuales que tradicionalmente han sido realizadas por mexicanos.

De modo que el Departamento de Estado norteamericano ha tenido que perfeccionar la estrategia para control de México y de los pocos países latinoamericanos que aún domina a través de un nuevo género de poliarquía, en la que se establece un sistema de procesos electorales de apariencia democrática que sea aceptado en todo el mundo Occidental y se nombran autoridades previamente seleccionadas por las principales instituciones de los Estados Unidos que son las que realmente administran a México, como El Pentágono, el Departamento del Tesoro, el Banco Mundial, la CIA con sus nuevas formas de actuar a través de supuestas ONG´s y naturalmente la IRS y la DEA.

No existe, hasta ahora, la menor duda de que los gobiernos de Fox y de Calderón han cumplido puntualmente con todas las indicaciones que les ha establecido el Consenso de Washington; desde la política interna de privatización de PEMEX y CFE, el uso anticonstitucional del Ejército en labores de persecución de la economía criminal ligada con la Iniciativa Mérida, la acumulación de las enormes reservas del Banco de México sin considerar que México tiene un puntual control de sus pasivos, el pago monstruoso de los intereses a la banca estadounidense a través de PIDIREGAS – a pesar de que gran parte de esa deuda puede ser cubierta por esas reservas – y la aceptación de numerosas oficinas y centros de espionaje norteamericanos que operan la venta de armas en territorio nacional y están involucrados en las operaciones de la economía criminal.

No obstante, es muy probable que aún cuando la geo estrategia actual de control del país mexicano por los EUA no experimentará grandes cambios en el 2012, es lógico pensar que los Estados Unidos experimentan ahora la crisis económica y política más importante de toda su historia y tratarán de conservar el dominio sobre sus vecinos. De modo que en el panorama actual de los aspirantes a la presidencia de México se observa que el Departamento de Estado norteamericano quiere descartar cualquier tipo de sorpresa con los resultados electorales del 2012, tal como sucedió en el 2006, cancelando todo posible acceso al poder de personajes políticos fuera de su control, por lo que mediante argucias desconocidas cooptaron al candidato de la izquierda con mayor cantidad de simpatizantes.

Otro aspecto de corrección en la estrategia geopolítica para el país mexicano es la que concierne al medio televisivo, considerado el de mayor importancia en los procesos electorales, de modo que, sin saber a través de que autoridad, se obligó a Televisa a entrevistar al candidato de la izquierda, López Obrador, quién anteriormente, al igual que el virtual candidato del PRI ya habían hecho lobbyng en Washington. Por otra parte, los aspirantes a la candidatura del PAN lucen tan devaluados que ni siquiera han sido considerados por el Departamento de Estado norteamericano con capacidad de contender por la presidencia de México.

Con estas dos hábiles maniobras el Departamento de Estado norteamericano, está seguro de que al margen de quién alcance el puesto de presidente de México en el 2012, todas las instituciones involucradas en el nombramiento de los funcionarios del Gobierno seguirán siendo personas de la entera confianza del Gobierno del Imperio, independientemente también, de que su Gobierno quede en manos demócratas o republicanas. Ha quedado claro que que quiénes realmente dirigen al Imperio siguen siendo el Pentágono y el imperio financiero privado de Wall Street y que no plantean la posibilidad de cambiar en absoluto sus actuales estrategias geopolíticas.

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