A través de su historia, los dos principales obstáculos para el desarrollo político y económico de México han sido su situación geográfica de tres mil kilómetros de frontera con los Estados Unidos y el prolongado período durante el cual no han surgido estadistas y líderes políticos capaces de aprovechar la gran ventaja geopolítica que representa esa vecindad. Una situación inédita en todo el Continente – con excepción de Canadá – que representa la posibilidad de acceder a muy bajos costos al mayor mercado del mundo y a la principal fuente de nuevas tecnologías cuyo apropiado uso social ha llevado a la nación americana a conservar un lugar de privilegio en el concierto de las naciones, tanto por el nivel promedio de vida de sus ciudadanos como por sus condiciones de seguridad pública, salud, servicios sociales y satisfactores materiales en general.
Desde una visión histórica, México nunca ha disfrutado de un período de libertad para desarrollar sus propias ideas y proyectos políticos, sino durante los poco más de tres decenios comprendidos entre el mandato de Lázaro Cárdenas y el de Díaz Ordaz (1934 – 1970). Desde el año de 1970 hasta el presente, la nación mexicana se convirtió en el principal campo experimental donde se ensayaron las políticas neoliberales de los Estados Unidos, su territorio se convirtió en el traspatio idóneo para desechar los subproductos tóxicos de las industrias productiva y bélica; en el mercado natural para adquirir a buenos precios todos los alimentos y materiales ‘off grade’, además de las mercancías piratas, de segunda mano y de baja calidad que eran rechazadas por el mercado interno estadounidense.
El período de auge relativo de inversiones de industrias trasnacionales y de maquiladoras en México sólo duró un par de decenios, ya que a partir de 1982 las principales industrias de manufactura empezaron a emigrar hacia el sudeste asiático y a regiones del mundo donde no existían regulaciones laborales, fiscales y ecológicas. En la contraparte mexicana, esto originó el período de emigraciones de mano de obra barata hacia los Estados Unidos más numerosas de la historia y también se inició el período durante el cual se alcanzó el menor porcentaje de trabajadores mexicanos con seguridad social. Para noviembre del 2011, con una población económicamente activa (PEA) de 48 millones, sólo 17 cuentan con seguridad social pagada por el Estado. Una cifra que coincide con la de 1970, cuando el PEA nacional era de 20 millones.
Durante los setenta largos años de dominio del partido que había construido el Estado (PRI) y cuyo sustento era un falso sindicalismo que fue ideado desde los tiempos de Calles y Cárdenas, pero sus líderes designados por el Estado siempre fueron respetados por los sucesivos gobiernos postrevolucionarios, hasta que dichos líderes fallecieron o fueron reemplazados por otros igualmente farsantes. Casi al final del siglo pasado, algunos de ellos tuvieron el valor de desafiar a sus eternos protectores y aliarse con otras fuerzas políticas diferentes que defendían otros intereses. De esa forma renació el PAN, mediante una alianza con el PRI para evitar la llegada al poder de la izquierda y de varias defecciones de distinguidos priístas había surgido el PRD.
Pero el hecho fundamental en todo este proceso de autodestrucción del gran partido del Estado (PRI) fue que tanto la fuerza política en decadencia, como los organismos emergentes, tejieron a través del Instituto Federal Electoral (IFE) una complicada red de protección contra aquellos ciudadanos libres y autónomos que no pertenecían a la familia política tradicional y pudieran ser vectores políticos que dieran una nueva dirección y contenido a la desvalorizada y corrupta clase política surgida de los gobiernos postrevolucionarios.
Al igual que todas las instituciones nacionales que habían sido creadas por los gobiernos postrevolucionarios, el IFE dejó de ser una herramienta potencial para democratización y liberación del País a sólo unos cuantos años de que fue creado y se convirtió en un instrumento de simulación de la familia política mexicana postrevolucionaria que pretende legalizar los procesos electorales en México y evitar que los ciudadanos con auténtica vocación política puedan participar en los eventos electorales institucionales para designar funcionarios públicos.
Por otra parte, en el IFE ya existe un alto porcentaje de manipulación de todos los poderes fácticos del sistema político mexicano. Desde el duopolio televisivo, algunos sectores de la IP que están involucrados en negocios con las empresas de paraestatales, el Departamento de Estado norteamericano, naturalmente la malvada lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo, quién controla al mayor número de operadores electorales que están al servicio del mejor postor y la creciente y muy peligrosa fuerza de la economía criminal.
Todos estos antecedentes son factores que auguran con claridad que las próximas elecciones presidenciales no lograrán propiciar ningún cambio importante en la dirección y en el futuro inmediato de la nación mexicana, sin importar quién triunfe en el 2012. Además, la influencia de los Estados Unidos en este proceso ha sido tan precisa durante los últimos días que no existe ahora ni una lejana posibilidad de que algún personaje o fuerza política, fuera del control de los poderes fácticos que dominan al sistema político mexicano, pudiese desafiar o inquietar a la poliarquía reinante.
Aún cuando este negro panorama sobre el futuro de México pudiese calificarse de altamente pesimista, no existe forma de desmentirlo, ya que cada uno de los hechos donde se fundamenta son perfectamente comprobables, la única posibilidad de aligerar esta prospectiva demoledora sería mediante la propuesta de algunos cambios sin violencia al actual sistema político que de alguna forma pudieran morigerar el dolor y el sufrimiento de la creciente población mexicana que vive en condiciones precarias o miserables.
Algunas posibles medidas inmediatas y simples para mejorar la condición de vida de todos los sectores de la sociedad mexicana podrían ser:
Reformar la normatividad electoral actual para permitir la participación de personas que no pertenezcan a ninguna organización política pero que cuenten con una cifra certificada de simpatizantes superior a mil personas. Una fórmula que se aplica en muchas naciones del mundo Occidental.
Invitar a los expertos de cada especialidad científica y técnica a participar en las decisiones políticas de su área de conocimiento, para que no sean implementadas por gente inexperta y originen altos costos al Estado.
Crear un nuevo sistema educativo que esté totalmente al margen de la fuerza política que controla la Sra. Gordillo y que esté inspirada en los nuevos conceptos del libro digital y de la nueva relación entre alumno y preceptor que ya se practica en los países más avanzados del mundo Occidental.
Buscar nuevas fuentes de ingresos para el Estado que no tengan un origen fiscal, sino que provengan de activos naturales del País, como la explotación de sus bellezas naturales y de sus rutas turísticas en Mesoamérica y los increíbles monumentos de la arquitectura virreinal, principalmente de los agustinos y de los dominicos. Existen referencias de algunas naciones, como España, cuyas rutas turísticas medievales son más pequeñas que las mexicanas y producen un ingreso al Estado casi diez veces superior a las de México.
Otra increíble fuente de ingresos del Estado mexicano sería la que proviene de procesar sus aguas urbanas residuales para convertirlas en potables, o por lo menos para uso agropecuario e industrial. Eso reduciría notablemente el costo de operación de las áreas urbanas y paliaría el principal problema de la falta de agua para lograr el nivel de autosuficiencia alimentaria en México que a su vez cancelaría la mayor parte de las importaciones de alimentos básicos.
La generación de energías para el servicio público puede lograrse por medios mucho más limpios y económicos, además que puede aspirarse al crédito de los bonos del Protocolo de Kyoto y de instituciones ecológicas trasnacionales.
Es obvio que existen muchas oportunidades para fortalecer las finanzas del Estado además de las que han sido señaladas en las líneas anteriores y también está muy claro que el primer problema actual de México es el de destruir la muralla que construyeron los organismos políticos actuales para evitar el acceso al poder de personas que no estén infestados del virus de egoísmo y corrupción que vive dentro de la mayoría de los políticos que están ahora en la administración política de México.
ADENDO.- No debe perderse de vista que el principal problema del Estado mexicano y de la gran mayoría de los Estados del mundo Occidental ha sido el debilitamiento de sus finanzas por la interacción en paralelo de la economía criminal que realiza parte de sus funciones y no paga impuestos. Además está el retiro de la gran mayoría de los inversionistas formales que se han ido en busca de las riquezas sin sustento material que genera el capital financiero. Es obvio que este gran problema del mundo actual se tendrá que resolver con regulaciones de las operaciones de la banca especulativa que por ahora no quieren aceptar las grandes corporaciones financieras que controlan a los grandes países capitalistas de Occidente, pero ese no es el tema de este ensayo.
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