Las redes sociales en el Islam

                             
El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio,

si puedes simular eso, lo has conseguido.

Groucho Marx

Poco después del ataque a las Torres Gemelas en el 2001 decía Alain Touraine: ‘Estamos asistiendo al paso de la lógica de la sociedad a la lógica de la guerra. Los Estados Unidos, la mayor potencia hegemónica ha decidido no resolver más los problemas por la vía diplomática y por el diálogo, sino por la intervención y por la guerra, llevada, si fuera preciso a cualquier parte del mundo’.

No obstante, apenas diez años después existe un nuevo escenario en el que la prioridad ya no es la de utilizar la fuerza bélica después de enviar mensajes para dividir a las naciones que se quiere dominar, sino lograr que los opositores internos ya existentes en cada nación enemiga cuenten con la tecnología necesaria para organizarse y atacar desde adentro al supuesto enemigo de los Estados Unidos, sin que ellos tengan que movilizarse hacia el blanco en turno.

En el ámbito actual del Gran Medio Oriente se percibe que son las redes sociales promovidas por Estados Unidos las que están realizando esa función organizadora de la acción colectiva y a su vez son un comunicador internacional de lo que ocurre día con día en esa enorme región en conflicto por la posesión del petróleo y demás hidrocarburos energéticos.

Un primer caso, muy reciente, fue el de la denominada ‘revolución verde’ en Irán, cuando miles de personas se lanzaron a la calle a protestar informando lo que estaba sucediendo en su país, organizándose y reuniéndose en manifestaciones. La mayoría de estos activistas eran estudiantes, todos ellos ‘nativos digitales’ con acceso a tecnologías móviles, blogs, redes sociales y plataformas ‘online’.

Aunque el gobierno iraní los contratacó en la calle, también los combatió en la red, ya que cuentan con mucha experiencia para censurar, monitorear y buscar a esos movimientos sociales en la red. Durante las semanas que duró el movimiento en las redes iraníes, Estados Unidos creó un software para evitar la censura en Internet por parte del gobierno iraní y habló con Twitter para que no hiciera ningún ‘paro de mantenimiento’ durante las protestas y dotó de dinero a agencias para que buscaran métodos de acceso a Internet a través de fondos del Departamento de Estado.

Si se compara esta situación con los anteriores mensajes a través de la radio se encuentra que el contenido ya no es lo importante, sino que se intenta apoyar a la infraestructura tecnológica de las redes sociales para que la propia ciudadanía ‘decida’ por sí misma que decir y que hacer, ya que de esta forma la comunicación por sí misma puede destruir las vetustas tiranías regionales.

En el presente, la política exterior de los Estados Unidos dedica grandes cantidades de dinero para dotar de acceso a la comunicación ciudadana opositora y así debilitar a los gobiernos enemigos. Decía el vocero de Hilary Clinton que si se utiliza al enemigo para derrotar al enemigo se es poderoso al lugar donde fueres. La red y la tecnología para acceder a ella es una arma poderosa que te permite actuar desde cualquier centro de operaciones.

El pasado 15 de febrero Hilary Clinton señalaba que las redes sociales eran los instrumentos actuales más efectivos para difundir los valores democráticos y libertarios de su País y prometió incrementar de 20 a 25 millones de dólares el presupuesto para promover las redes sociales en el extranjero.

Señalaba la eficiencia de este sistema para el caso de Egipto, dónde, según sus datos, la población había sido guiada por las redes sociales y la telefonía móvil, logrando implantar una revolución islámica ‘democrática’, mientras que en la contraparte citó el fracaso de la rebelión de Irán, donde la población aún permanece sometida al autoritarismo islámico. Pero aún así, su gobierno donará 25 millones de dólares.

Es difícil imaginar la forma en que Hilary Clinton logrará distribuir 25 millones de dólares entre los blogers e internautas de estos países árabes para que adquieran computadoras o celulares con conexión permanente a Internet, por lo que parte de esos millones se destinarán a la creación de filiales nacionales de las dos grandes redes sociales en el mundo: Twitter y Facebook en esos países tomando en cuenta las necesidades específicas de sus usuarios (en particular los idiomas) y promover la expansión de Internet.

Por otra parte, en el ámbito del análisis de la geopolítica norteamericana para el Gran Medio Oriente se estima que una porción de esas donaciones de los Estados Unidos se utilizará en la creación y financiamiento de todo tipo de organismos sociales que puedan convertirse en partidos políticos de oposición, con amplia representación ya que promoverían ideas políticas y económicas muy atractivas para los grandes sectores marginados en casi todas las naciones del Islam.

Existen también observadores norteamericanos e internacionales opuestos a este supuesto plan altruista encabezado por la Señora Clinton ya que podría ocasionar muchos problemas en todo el mundo y en particular podría dañar a sus promotores, ya que aún no está claroque en Egipto haya ocurrido una revolución ‘democrática’ y no un golpe de estado inducido por los Estados Unidos. Este riesgo se extiende a otros países del mundo árabe donde existen numerosas agrupaciones aliadas a grupos terroristas genuinos que no han sido creadas por los Estados Unidos.

Con la promoción de estas redes sociales, los Estados Unidos corren el riesgo de crear ‘entes cibernéticos’ que puedan volverse contra sus creadores y que repudien los valores sociales y políticos de los estadounidenses, dañando para siempre a esta nueva e inopinada fórmula de política exterior.

Bajo estas apariencias pudieran surgir organismos de todo tipo que podrían realizar acciones iguales o mejores que Wikileaks y causar enormes daños a los gobiernos y a sus instituciones, incluyendo particularmente su Bancos Centrales. Ahora mismo se habla de una organización cibernética terrorista que borraría la lista de contribuyentes durante todo un año de ejercicio fiscal en los países que considera enemigos.

(Imagen tomada de Internet / Derechos reservados por el autor)