Todos los sistemas políticos derivados de la ‘democracia republicana’ de Occidente han llegado en el presente a una crisis muy profunda, derivada de las herencias que han sido transmitidas de forma sutil por las diferentes familias que han alcanzado el poder durante los casi doscientos años de vida que tiene este modelo político y económico que ha gobernado a Occidente desde el Imperio francés, posteriormente el inglés y ahora el estadounidense. El hecho fundamental es que los poderes político y económico se sustentan en un proceso eleccionario que se basa en el voto personal y secreto de los ciudadanos.
Detrás de la aceptación internacional que ha llegado a tener el sistema de la democracia republicana persisten una serie de contradicciones y de vicios que ubican a este modelo político de Occidente como una de las fórmulas de convivencia social más injusta, más desigual y con una libertad que solo existe en sus leyes, ya que en la práctica, las familias que alcanzan el poder la manipulan en forma astuta para marginar a las clases sociales y a las etnias que consideran inferiores. Al grado de considerar a la esclavitud como un elemento necesario para la democracia.
El poder militar ha sido el verdadero sustento de los tres grandes imperios de la ‘democracia’, asociado con el poder de la aristocracia y la alta burguesía en Francia e Inglaterra y con el mito de la sociedad de francmasones y cuáqueros en los Estados Unidos. Los imperios de Francia y Reino Unido expresaron su poder omnímodo con la apropiación de sus territorios locales y de gran cantidad de tierras que pertenecían a naciones sin poder militar y contaban con recursos minerales, agrícolas, energéticos, con mano de obra que no tenía costo alguno y practicaban mitos colectivos o religiones que eran menospreciadas por los imperios que dominaban al mundo. Situación que aún prevalece en varias regiones del mundo como Africa, El Gran Medio Oriente, el Sudeste Asiático, Centro América, el Caribe y algunas naciones de Latinoamérica.
Aunque la extensión de los imperios coloniales y neocoloniales se ha reducido en forma considerable en los últimos cincuenta años. Lo cierto es que gran parte de esa reducción es sólo en apariencia, ya que la totalidad del Continente Africano y la ruta del Gran Medio Oriente que incluye a Turquía, Irak, Afganistán y Pakistán está en manos de organismos internacionales capitaneados por los Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Mientras que los Gobiernos del Caribe, de Centro América, México, Colombia, Perú, Bolivia, las Guayanas y muchas otras islas y territorios son administradas por poliarquías designadas por Washington.
Pero lo más importante de la evolución de la neo colonización y la idea central de este análisis geopolítico es comprender que el dominio que los imperios ejercían a través de la posesión física de sus colonias y la explotación de sus recursos naturales y de su mano de obra ha ido evolucionando y ahora mismo se ha convertido en una serie de manipulaciones de las leyes internacionales, de las finanzas, de los aspectos fiscales, de las regulaciones laborales y de las normatividades ecológicas que proporcionan los elementos básicos de la nueva explotación que ahora ejercen los imperios sobre todos los capitales de su País e internacionales que deambulan por el mundo, de las personas que emplean y de las regulaciones fiscales y ecológicas de cada región.
El resultado práctico de esta neo colonización de naturaleza virtual es que ha aumentado el número de personas en el mundo viviendo en condiciones de pobreza extrema ya que con la práctica del ‘out sourcing’ ejercida mediante la actividad de despachos extranjeros que contratan directamente a los empleados, se eliminan todos los costos sociales que pagaban las empresas a los empleados, se disminuyen los salarios y las clases sociales medias bajan sus ingresos y ya no logran enviar a sus hijos a escuelas superiores, cancelando sus aspiraciones de ascender en la escala social y económica. Ahora mismo, el acceso de jóvenes estudiantes a las universidades ha disminuido en forma dramática. Hay naciones de Europa y en América donde el descenso de estudiantes en la educación superior alcanza el 46% del 2008 al 2015.
Otro terrible elemento más o menos oculto del nuevo dominio imperial es el de las deducciones fiscales que consiguen las empresas transnacionales o extranjeras que invierten en las naciones bajo dominio del imperio, ya que Washington ha impuesto condiciones fiscales especiales en sus colonias para aquellas empresas de su País cuya operación no sea rentable en los Estados Unidos, donde todos pagan sus impuestos. Por lo que existe la tendencia a huir al extranjero de los empresarios que utilizan mucha mano de obra y tienen muy alta cuota por la contaminación ambiental que generan.
Además del incremento brutal de la economía informal y del aumento de la población viviendo en condiciones precarias, los países bajo dominio de los imperios de Occidente sufren por la obvia disminución de sus ingresos fiscales, por la contaminación de las empresas que no son aceptadas en los Estados Unidos, por las enfermedades y endemias ocasionadas por los alimentos ‘off grade’ que son enviados a sus mercados y por la población creciente desempleados y de falta de recursos para las instituciones de salud, de educación y que proporcionan recursos para la creciente población de niños y adultos indigentes.
Es muy posible que todos estos elementos negativos y parcialmente ocultos de la nueva colonización puedan generar conflictos graves en gran parte de las naciones dominadas por los ‘imperios’, pero como siempre ha sucedido a través de la historia, la percepción es que habrá alguna forma de solución en el corto plazo y no actuarán hasta que reviente el hilo de la dominación y surja una revolución violenta en la nación dominada. Por lo pronto nada se hace y la gente más pobre es la que sufre más. Mientras que sus congéneres de mayores ingresos no son capaces de percibir ese sufrimiento y siguen callando o apoyando a los que dominan.
Adenda: En el artículo anterior me refería a los efectos negativos de la partidocracia en México, donde existen algunos estados que ya no quieren usar el régimen de partidos políticos, porque las familias de quiénes fueron gobernantes ejercen desde los Estados Unidos o a través de la economía criminal su poder para controlar a las empresas y a los trabajadores con la nuevas fórmulas de la ‘democracia republicana’ en forma virtual.