Hace dos semanas, Human Rights Watch declaró que la política del gobierno hace que dominen los judíos israelíes sobre los palestinos, lo que constituye un crimen contra la humanidad junto con la persecución del apartheid.
La ONU subió el tono del debate con la advertencia sobre un posible ‘crimen de guerra’ en las explosiones de Sheikh Jarrah, mientras Biden espera la desaparición de Netanyahu para exhibir su nueva política en Oriente Medio.
Pero Netanyahu ya ha tomado todas las precauciones para perpetuar los logros diplomáticos obtenidos en la era Trump. En los últimos años, Israel ha dependido totalmente de Estados Unidos para sus fines militares y ha llevado a cabo un realineamiento audaz y exitoso de su política exterior, expandiéndose en Àfrica y en las autocracias de los Estados Àrabes Unidos.
Para perpetuarse en el poder, Netanyahu ató el futuro de Israel a su destino personal, diciendo que Israel era un negocio de propiedad familiar.