Los procesos electorales para la elección de los más altos líderes políticos en el futuro inmediato están sufriendo una grave crisis en los principales países de Europa Occidental, como son los casos de Francia, Reino Unido, Italia, Holanda, Bélgica y España. Una situación más caótica aún ocurre en Rusia y en la mayoría de los países de Europa Oriental, como Polonia, Serbia, Croacia, Bulgaria, Rumanía, Hungría y la República Checa. Solo parecen estar al margen del problema las naciones de la comunidad escandinava, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia, debido a que sus sistemas de enseñanza básicos se adelantaron mucho a los del resto de Europa y de Occidente. Además de que sus modelos políticos se han mantenido al margen de la corrupción y los funcionarios públicos no pretenden enriquecerse al formar parte de la estructura del Estado.
Aunque la apariencia indica que los procesos migratorios de Africa y del Medio Oriente han sido los principales causales de la crisis, la realidad es que en gran parte de las naciones de Europa se detuvo el crecimiento de su población joven que solía asistir a las universidades e instituciones de enseñanza media y superior, el Estado tiene que proporcionar los elementos básicos para la subsistencia de una población con mayoría de edad que no tiene capacidad de adaptarse a los nuevos sistemas productivos ni a las nuevas tecnologías. Paradójicamente, las olas de inmigrantes que alcanzan varios millones de personas no tienen la capacidad para reemplazar a las juventudes de esos países, ya que no cuentan con educación básica y en la mayoría de los casos no hablan los idiomas de los lugares a donde se dirigen.
Además de los graves problemas ocasionados por la demografía y la educación, quizá el principal origen de esta enorme problemática es la obsolescencia del modelo político de la democracia federal republicana de Occidente que ya tiene más de doscientos años funcionando con éxito y la mayoría de los países que la utilizaron pensaron que era una fórmula eterna que era aceptada por toda la sociedad mundial como la mejor manera de convivir en forma pacífica entre las más diversas naciones del mundo.
Con el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la infinidad de fórmulas de comunicación que han ido acabando con el uso de la palabra oral y escrita han ido desapareciendo todos los mitos religiosos, culturales y sociales, todas las fórmulas de transmisión del poder político y los mecanismos para ejercer el dominio sobre los demás países. De modo que las principales potencias occidentales no quieren admitir que su modelo se ha agotado y en lugar de buscar nuevas soluciones a los problemas globales actuales como el comercio internacional, las finanzas, el sistema monetario y la crisis ecológica, se empeñan en crear conflictos en diversas regiones del mundo que les permitan seguir ejerciendo sus tradicionales sistemas de dominio con una farsa de diplomacia y el uso de procesos bélicos encubiertos y controlados en regiones previamente determinadas. Además del terrorismo de Estado que les permite inventar enemigos peligrosos en las regiones del mundo que juzgan más convenientes.
Todo parece señalar que la Unión Europea con apenas unos cuantos decenios de haberse formado se fragmentará en los próximos años, ya que su supuesta hegemonía no ha servido para conservar el comercio territorial, ni ha contenido la ola de inmigrantes, ni ha dado solidez al euro y ni siquiera ha permitido la consolidación de una base familiar al viejo estilo donde se desposaban las parejas y duraban los matrimonios durante largos períodos, ni el desarrollo de una tradición cultural o religiosa que logre unir a las diversas naciones.
Si a esa situación se añade el complicado proceso electoral actual de los Estados Unidos es muy probable, como lo dicen los grandes economistas que recibieron el premio Nobel en años recientes: Stigliz y Krugman, que la suerte ya está echada y nadie tiene idea de lo que sucederá con una Europa fragmentada sufriendo la acometida de varios millones de migrantes y con un Gobierno estadounidense que se rehusa a aceptar que ha perdido su liderazgo mundial y que ya no tiene argumentos ni dinero para poder controlar la vida de las naciones europeas, las asiáticas y las africanas. Por lo que tendrá que conformarse con administrar los territorios de su propia nación y algunas de las colonias pobres que aún logra controlar en Latinoamérica y en el Caribe.
Adenda: Otra inminente consecuencia de la fragmentación de Europa será la desaparición paulatina de sus monarquías que en la actual situación solo representan un gran costo adicional para la operación del Estado, sin que tengan capacidad de resolver ningún problema político interno ni externo y se han convertido en una especie de teatro del absurdo en un nuevo mundo donde van desapareciendo todos los mitos del poder divino que era cedido a los monarcas desde hace miles de años.