En un momento histórico de la civilización humana en el que parecen romperse al mismo tiempo todos los paradigmas de los últimos doscientos años, la mayoría de los eventos geopolíticos del mundo hacen vislumbrar una nueva época de grandes cambios. Todo hace pensar que la tradicional forma de solución de problemas políticos internos y externos de las diversas naciones se resolverán en términos mucho menos violentos de los utilizados en los siglos pasados. El orden mundial también se reacomoda en un universo multipolar, donde nuevas naciones lideran al mundo digital actual. La grave amenaza de crisis ecológica por el calentamiento que genera la demografía creciente, el uso erróneo de las energías y el cuestionamiento a una forma de economía y de finanzas globales que generan una gran desigualdad están rediseñando una nueva civilización humana con mayor tendencia al equilibrio en casi todas las regiones del mundo.
Si se analizan los principales problemas del mundo actual se puede observar un común denominador de cambio en todo lo visible, desde la estructura del Estado, la forma de recabar fondos públicos para poder controlar a las naciones, la restructuración de los sistemas jurídicos en todo el mundo para que los funcionarios públicos puedan dominar por completo al ciudadano, el reforzamiento de los organismos policíacos con el mismo propósito y lo más grave de todo que es un sistema de educación y de dominio a través de los medios electrónicos y de la hipermedia para convertir al ciudadano en un elemento que no participa en las decisiones importantes del Estado.
En este momento histórico coexisten grandes acontecimientos globales que cambiarán por completo la visión del mundo del siglo pasado, donde el fascismo y las guerras transcontinentales inducidas por los Estados Unidos generaron un universo con grandes carencias y una serie de asesinatos colectivos que costaron la vida a varios cientos de millones de personas durante el siglo 20. Ahora mismo se presentan problemas similares en Siria, Ucrania, Sri Lanka, Mali, el Sudeste Asiático, los países del Norte de África y de todo ese continente, el Medio Oriente, las naciones árabes y muchos países de Asia, de Latinoamérica y del Caribe.
Por fortuna el nivel de las grandes matanzas de las guerras del siglo 20 ha disminuido y el dominio bélico de las naciones poderosas es mucho menos cruento por la simple razón que los grandes imperios no cuentan con los recursos para movilizar a sus mercenarios y el apogeo de la crisis ecológica actual hace que los dueños de las armas en el mundo empiecen a tener cierto temor por sus propias vidas al observar que las altas temperaturas planetarias, el descongelamiento de los cascos polares, las grandes zonas de sequía y los litorales desaparecidos presagian un futuro inmediato de gran escasez de alimentos, de agua potable y de los productos básicos para la vida doméstica.
De todos los eventos globales del mundo actual, el que más me ha inquietado fue lo sucedido en Francia en el pasado 25 de mayo, cuando una gran cantidad de ciudadanos de la Unión Europea votaron para elegir a los líderes del Parlamento Europeo por los próximos 5 años. Los resultados de dichas elecciones significaron un triunfo total para la ultraderecha de Inglaterra, Francia, Austria y Dinamarca por lo que tendrán casi el 30% de los 751 asientos parlamentarios a partir del mes de junio.
Francia registró el resultado más sorprendente, al grado que fue calificado como un verdadero ‘terremoto’ político, ya que el partido del Frente Nacional encabezado por Le Pen ganó el 25% de votos en contra de la conservación de la Unión Europea, los inmigrantes y la globalización en general recibiendo 24 asientos de los 74 que tiene Francia en el Parlamento Europeo y es la primera vez en la historia de Francia que un partido de ultraderecha puede ganar las elecciones nacionales.
Estos resultados cambian por completo la tradición francesa de crear una Europa unida con lazos económicos y políticos. De hecho el diplomático francés Jean Monnet está considerado como uno de los precursores de la Unión Europea, al grado que aún los gobernantes más conservadores como Sarkozy han promovido una mayor integración y expansión de dicha unión de naciones europeas. Por fortuna para la UE no pudo realizarse la alianza de Le Pen con el líder inglés de ultraderecha que también ganó las elecciones nacionales y su principal aliado de Holanda, el Partido de la Libertad solo ganó tres asientos en la última elección.
Los únicos aliados de Le Pen pudieran surgir del Partido de la Libertad de Austria o del Partido Popular de Dinamarca, además del partido del Ocaso Dorado de Grecia al que se le identifica como una organización neo nazi, por lo que el triunfo de los partidos anti Unión Europea no será fácil y lo más probable es que el Parlamento de la UE se aleje de los partidos radicales que se reducirán en toda Europa en función de lo que ha pasado en Francia y en Inglaterra.
Este inesperado éxito de la ultraderecha francesa ha dado un toque muy especial al clima político de Francia y revela los verdaderos sentimientos xenofóbicos y anti inmigrantes de la gran mayoría de los franceses. Para el Frente Nacional de Le Pen está muy claro que los inmigrantes no son bienvenidos a la tierra francesa. Si este partido llega a ser electo para la presidencia de Francia ya ha prometido abolir la reunificación familiar, incluyendo a los hijos y esposas de ciudadanos franceses. Eliminaría la doble nacionalidad con cualquiera otra nación de la UE o de donde fuese, forzando a la gente a escoger entre las dos identidades.
Si llegase a triunfar la ultraderecha en las ya muy próximas elecciones de Francia se revocaría la ‘libertad de movimiento’ o sea la garantía legal de los ciudadanos – como en los Estados Unidos – de acceder a varias nacionalidades. También se abolirán los controles fronterizos y se daría prioridad de empleo a los ciudadanos franceses, de modo que removerían a los italianos, españoles y demás pobladores de Europa del Este que sean rechazados por los franceses.
Los inmigrantes no europeos sufrirían más bajo las nuevas políticas de la ultraderecha. No habría tolerancia para la inmigración ilegal. La ayuda para el desarrollo de los países africanos estaría condicionada por la repatriación y el número de refugiados también estaría restringido. Según Le Pen, de las 200 mil visas anuales que ahora se otorgan, dentro de 5 años solo se permitirían 10 mil.
Como puede verse, el eventual triunfo del Frente Nacional de Le Pen en las próximas elecciones presidenciales sentaría un precedente muy peligroso para la inmigración de políticos a Francia y podría transferirse a la UE. Se pondría en riesgo el estado legal de miles de inmigrantes que consideran a Francia como su casa y están en camino de ser naturalizados. Se generaría la alarma de una eventual destrucción de la libertad, la igualdad y la fraternidad que alguna vez fueron los valores fundamentales de Francia y la ideología donde se construyeron la mayor parte de las naciones de Occidente.
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