Al margen de su renuncia oficial como Jefe del Vaticano, Ratzinger realizó al final de su carrera una acción fundamental para que los banqueros alemanes, encabezados por el barón de la Orden de Malta, Ernst Von Freyberg quedara al frente de la banca del Vaticano que desde sus épocas de sociedad con la Mafia y luego con Berlusconi se había constituido en el principal problema del Papa. Von Freyberg es un banquero alemán de mucho prestigio, posee un astillero donde construye fragatas de guerra para Alemania, dirige un banco de tamaño mediano y financia a diversas sociedades filantrópicas. La selección de este personaje la realizó la Comisión Cardenalicia para el IOR, siguiendo todos los lineamientos que señala el Vaticano, a través de una firma internacional de buscadores de talentos.
La historia de esta atrevida decisión de Ratzinger se inició cuando en mayo del 2011, el Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, destituyó al presidente del IOR (Instituto de las Obras de Religión) Ettore Goti Tedeschi, amigo personal de Ratzinger quién había llegado en el 2009 procedente del Banco de Santander de Italia, era miembro distinguido del Opus Dei y llegaba con la idea de vigilar a la banca del Vaticano para que cumpliese con la normatividad europea sobre el blanqueo de capitales y empezó a actuar en colaboración con las autoridades italianas, creyendo que el IOR seguía siendo una lavadora de dinero. El cardenal Bertone aumentó sus discrepacias con Tedeschi cuando éste se negó a salvar de la quiebra al Hospital San Raffaelo de Milán que había sido fundado por Luigi Verzi, un gran amigo de Berlusconi y de Bertone.
Con una serie de hábiles jugadas, Bertone se deshizo finalmente de Tedeschi y lo envió a los Estados Unidos, sin que Ratzinger pudiese contradecirlo, ya que el Cardenal creó una serie de intrigas y filtró informaciones que no le dejaron a Tedeschi otra opción que su renuncia, culminando la intriga con la destitución del mayordomo del Papa. Aunque todo indicaba que Ratzinger había perdido contra Bertone y había quedado aislado y con peligro de muerte dentro del mismo Vaticano, la contratación de un nuevo director financiero totalmente ajeno a los grupos que luchaban por el control de IOR hace pensar que Ratzinger planeó su venganza con mucho cuidado.
Con esta decisión del Consejo Cardenalicio del IOR, Ratzinger ha quedado protegido de los grupos políticos, religiosos y mafiosos que se disputan la gran fortuna del Vaticano y evita que esta caiga en manos de instituciones bancarias muy atrevidas, como Wall Street, cuyos dirigentes piensan que la capacidad de endeudamiento para los Estados no tiene límite, mientras la banca alemana es conservadora y cree que la actividad bancaria debe realizarse con cautela y con austeridad. Esta inesperada decisión de Ratzinger de entregar el control de su banca al sistema bancario alemán expresa claramente la mentalidad conservadora del Vaticano que se inició desde los tiempos de Wojtyla cuando se asoció con los dirigentes de los EUA e Inglaterra de los años setentas e inició el fenómeno económico y político conocido como neoliberalismo, cuando los países y los empresarios poderosos se empezaron a apoderar de la economía y de la banca global.
Todo hace suponer que ahora se repite la historia de hace varias décadas y el Estado Vaticano vuelve a emprender la estrategia que siempre ha buscado de aliarse con los poderosos para seguir su sociedad con la plutocracia que se inició desde 1929.
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