La transmisión del poder, México 2012

 

Según el sociólogo francés Régis Debray, el ser humano es la única especie animal capaz de transmitir hacia el futuro, de modo que sus vivencias, creencias e ideas no desaparezcan con la vida física de las personas. Asimismo, el ser humano ha podido edificar una cultura con la suma de conocimientos acumulados y transmitidos desde su emergencia prehistórica. El propósito fundamental del ‘mediólogo’ es tratar de convertir la transmisión en un discurso positivo, sin crear polémica ni convertirlo en una profecía.

Desde esta visión analítica de la ‘mediología’, los primeros monumentos y ritos funerarios, más todas las prácticas derivadas son testimonio de un tenaz deseo de perdurar en la especie humana. Al iniciarse este proceso natural simbólico de transmisión sólo existía el megalito, y aún no surgía la escritura. Según Debray, lo simbólico es todo aquello que sirve de nexo entre un individuo y otro, al mismo tiempo que enlaza una realidad visible con otra invisible.

El término ‘comunicación’ nació en Francia en el siglo XIV con el traductor de Aristóteles, Nicolás Oresme. El primer medio fue la escritura, el segundo el lenguaje natural, luego el papel y la memoria. Según los trabajos antropológicos realizados por Jack Godoy y los historiadores del mundo antiguo, Pierre Vidal Naquet, Marcel Dettiene y Walter Ong; de la palabra escrita se han derivado los principales elementos de la cultura humana: desde la capacidad de abstracción, la edad universal, el razonamiento lógico y la historia, hasta la geografía, el espíritu crítico y la democracia.

Con estos elementos fundamentales, Debray hace un análisis histórico del fenómeno de la transmisión cultural, según el medio tecnológico utilizado. El origen y primer período de la historia ha sido comunicado y transmitido a través de la escritura, cuando la palabra seguía siendo el principal medio tecnológico de comunicación y transmisión. Luego surge el período de la palabra impresa, iniciada con la invención de la imprenta, donde muchos libros sustituyen al ‘libro único’ donde además de los conocimientos se divulgan también los mitos.

Al final viene el período actual que Debray denomina de la ‘videoesfera’, donde domina el medio de la imagen – sonido, inaugurado con el electrón y que ahora cambia a ‘byte’. Esta última etapa es ubicada por Debray en el año 2000, cuando empezaron a funcionar masivamente las redes electrónicas y surgía un nuevo medio de comunicación y transmisión de la cultura. Los cambios de una etapa de transmisión a otra se realizan al surgir nuevas tecnologías de comunicación, al mismo tiempo que se realizan cambios importantes en la estructura de la sociedad y por ende de quiénes administran el status social.

Según el novísimo estudio de transmisión cultural de Debray, un sistema técnico traduce las compatibilidades internas de cada época al equipamiento de las sociedad, sin tomar en cuenta las fronteras, mientras un sistema cultural asegura, hacia el interior de una sociedad determinada, los lazos de unión o solidaridades existentes entre su pasado y su presente. Aunque se sabe que los poderes políticos del Estado ya no influyen en los hechos reales, subsiste una tendencia a menospreciar la técnica y a soslayar el hecho fundamental de que la tecnología ocupa cada día un espacio más amplio con una duración más breve.

El mundo técnico no tiene fronteras y puede homogenizar los procedimientos y los espacios por etapas, además de representar el ámbito real del progreso en la sociedad. Desde el año 2000, los principales eventos de transmisión de poder y de cultura se empezaron a realizar mediante la manipulación de los mensajes en las redes sociales de internet.

Desde la desaparición del socialismo real en los años ochentas y careciendo de un enemigo visible para el mundo Occidental, el Pentágono inventó la existencia de un peligroso enemigo en la persona del dictador iraquí Sadam Hussein, con lo que se justisficó el derroche brutal del Tesoro de los Estados Unidos en una gran mentira que había sido creada por el medio televisivo norteamericano bajo la supervisión de la nueva administración del Pentágono donde se habían unificado el espionaje y los militares. A final de cuentas, no había ninguna amenaza bélica o nuclear, sino el propósito del Imperio de continuar su jugosa empresa de la guerra en el extranjero de la que han vivido desde principios del siglo XX.

Al comprobarse que todo ese derroche sólo había sido un mecanismo de enriquecimiento de los dueños de la industria bélica y de energéticos, los dueños de los poderes fácticos en el mundo sólo desaparecieron a ese personaje que se había forjado en el medio televisivo; mientras crearon otro villano, ahora con la tecnología de ‘internet’. Un nuevo líder del supuesto terrorismo internacional con base en el Islam en la persona de Osama bin Laden, cuyos antecesores y él mismo habían sido miembros de la familia petrolera de los Bush y cuyas andanzas y cruento final jamás se conocieron a ciencia cierta, sino por medio de informaciones sesgadas de la inteligencia norteamericana eventualmente publicadas en ‘Internet’.

A partir de que surgió la etapa de transmisión de cultura y poder mediante la hipermedia, hubo infinidad de grandes eventos en el mundo que fueron manipulados por esa nueva tecnología cultural, desde las elecciones presidenciales en España, en los Estados Unidos, en Francia, en Inglaterra y otros fenómenos sociales inexplicables como la ‘primavera islámica’, los movimientos sociales en China y la defenestración de los dictadores en la ruta del Gran Medio Oriente, desde Marruecos, Túnez y Libia, pasando por las naciones de la península arábiga y la continuación de esa ruta por el Océano Indico hasta las regiones del Sudeste Asiático. Sin que los poderes del Estado tuviesen que realizar los grandes gastos mediáticos que exigía la transmisión por televisión.

Este mismo fenómeno de transmisión actual se presenta de manera muy interesante para la sucesión presidencial de México, donde las diferentes facciones de la familia política mexicana utilizan la misma tecnología obsoleta de la televisión para transmitir sus respectivos mensajes: mientras Peña Nieto busca votos a través de seducir con su imagen de persona joven y guapa en diversos espacios nacionales, la señora Vásquez Mota, con la imagen de una mestiza petulante que no tiene la menor idea de los temas que aborda y el representante de la izquierda, López Obrador, quién sin tener detrás de sí a una firma actualizada en consejería electoral, recurre a la también obsoleta tecnología de transmisión de las ideas a través de la palabra oral.

A sólo tres meses de las elecciones presidenciales de México podría pensarse que quiénes piensan tener el control de la transmisión de poderes mediante la fuerza del duopolio televisivo, de los malvados líderes políticos Carlos Salinas y Elba Esther Gordillo y la fuerza financiera de la media docena de monopolios mexicanos pueden tener sorpresas muy desagradables, ya que existe una alta posibilidad de que surja una tecnología de transmisión cultural más moderna y derrumbe los frágiles castillos construidos por el medio televisivo.

En un momento crítico donde el poder del Estado se tambalea en medio de la emergencia brutal de una economía criminal que ha ido ganando espacios día con día y transmite, con medios más eficientes que los poderes fácticos actuales, el próximo control total de la nación mexicana.

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