Las cuarentenas que han sido más largas en Latinoamérica que en Europa y en Estados Unidos han dejado sin ingresos a millones de latinoamericanos y a pesar de los subsidios de emergencia de algunos Gobiernos, casi todos han tenido que echar mano de sus ahorros para sobrevivir. O sea que la pandemia exhibe la debilidad de los Estados de bienestar latinoamericanos según apuntan Moreno-Brid y Solimano.
El éxito del discurso antiimpuestos ha creado un círculo que cierra las posibilidades del ejercer políticas públicas. Además de las élites hay muchos votantes de ingresos medios que creen que la subida de impuestos es negativa para el pueblo en general.
Dice Sánchez-Ancochea que a pesar de todo hay noticias que contienen un ligero optimismo, ya que la caída de las monedas latinoamericanas se ha frenado en las últimas semanas. A diferencia de la Gran Recesión del 2008 y de la crisis latinoamericana de los 80’s el cerrojazo de los mercados de deuda se ha contado en semanas y no en años.
La estabilidad financiera está garantizada en el corto plazo y los bancos están más capitalizados que en el pasado y los tipos de interés muy bajos son el mejor salvavidas. La mayoría de las empresas han podido esquivar la quiebra y la salida de capitales durante lo más duro de la pandemia ya pertenece al pasado. De modo que la inversión extranjera está regresando poco a poco.