Quizá el fenómeno social más importante del presente en Occidente ha sido la desaparición paulatina de la denominada ‘clase media’ surgida apenas hace cincuenta años en los Estados Unidos y el surgimiento en consecuencia de un nuevo modelo de sociedad ‘low cost’ desde fines del siglo pasado. Ambos fenómenos han sido simultáneos y no son percibidos por la gran mayoría de la población del mundo, ya que ocurren con manifestaciones graduales que no muestran muchas diferencias con el pasado inmediato, además de que toda la sociedad global se encuentra inmersa en esta nueva realidad, sin importar las etnias, las creencias religiosas, los sistemas políticos de sus naciones o sus ideologías.
Según los sociólogos italianos Massimo Gagga y Eduardo Narduzzi, esta nueva forma de modelo de mercado obedece a una paulatina desaparición de la clase media al estilo norteamericano que fue pilar de la familia, de la Iglesia, de la Navidad y del televisor. Justo cuando asoman por todo el mundo occidental 1500 millones de trabajadores procedentes en su mayoría de China, de la India y de Rusia con muy bajo nivel tecnológico y económico que buscan trabajo, mientras se combinan con una plutocracia que cada día aumenta su poder económico y busca legitimizar sus riquezas aunque sólo sea en el discurso masmediático.
Esto ha conducido al Estado a revisar sus estructuras de servicios públicos actuales transfiriéndolas a empresas particulares que suavizan su déficit operativo y generan más empleos, mientras buscan un nuevo modelo de mercado que tome en cuenta la menor capacidad adquisitiva de una gran masa social con un nivel educativo muy bajo y con muy bajos ingresos sin perder el control del poder. Gagga y Narduzzi piensan que el fenómeno de la burguesía duró desde los tiempos de la Ilustración a fines del siglo 18 hasta el presente, cuando el ser burgués en los Estados Unidos ya tiene un sentido peyorativo y ha dado lugar a un nuevo escenario social donde nacen las empresas ‘low cost’ con nuevos modelos de mercado. Estas empresas se han ido adecuando al bajo perfil de la clase media actual, pero haciéndoles percibir que aún conservan su antiguo poder adquisitivo de la segunda mitad del siglo 20.
La nueva sociedad ‘low cost’ empezó hacia fines del siglo pasado siendo una estrategia de marketing basada en la venta directa por Internet o sin intermediación alguna; con una estructura vertical, precios reducidos y ejes de comunicación radicales que se ha convertido en un fenómeno social imparable. Esta nueva sociedad está removiendo los cimientos de la distribución comercial y está cambiando los hábitos de compra y venta en una multitud de sectores como el turismo, los enseres domésticos, el material deportivo, el vestuario, los aparatos digitales, los alimentos e infinidad de productos de consumo masivo.
Al mismo tiempo está creando una nueva clase social que está acabando con la clase media tradicional y destruyendo los estratos sociales convencionales del siglo pasado. Se extiende por todas las áreas económicas del planeta y está permitiendo que casi 150 millones anuales de consumidores que proceden de China, Rusia, la India y Brasil se incorporen a un nuevo ámbito de consumo y de adquisición de bienes y servicios que no existían hace unos años.
La sociedad low cost ha establecido una frontera entre los modelos tradicionales de distribución y los nuevos. En Europa se encuentran Media Markt, Easy Jet, Leroy Merlin, Decathlon, Palmark, IKEA y Zara entre los más visibles, mientras que en América y gran parte del mundo están Wall Mart, McDonald’s, HEB, Starbuck, Costco en el sector de productos domésticos, e infinidad de empresas en los sectores financieros, turísticos, de servicios aéreos, de hotelería y de entretenimiento.
Por lo general, una empresa ‘low cost’ ajusta al máximo los costos en toda la cadena de operación, para que su repercusión en el precio al cliente sea mínima. Dichos ajustes se realizan en la optimización y racionalización de la gestión, eliminando lo superfluo, introduciendo procesos innovadores y aplicando nuevas tecnologías para aumentar la productividad. Pero nunca se alteran los estándares de calidad ni a costa de los agentes internos y externos como empleados o proveedores.
A pesar de la proliferación mundial de las empresas ‘low cost’ es muy difícil pronosticar lo que sucederá en el mediano plazo con la sociedad humana, pero es inevitable un cambio muy profundo en los hábitos de consumo del ser humano y en una tendencia general a la cancelación de todas las frivolidades y costumbres que existían en la clase media alta de almacenar alimentos y materiales domésticos que luego eran desechados. En una sociedad sin estratificación social, donde crece la clase pobre y la clase media tiende a empobrecerse será inevitable la bancarrota total del Estado por falta de personas que puedan aportar ingresos fiscales.
Es obvio que muy pronto desaparecerá el Estado actual y ya no podrá proporcionar los servicios públicos fundamentales que le dieron su estatus de líder de la sociedad moderna. Pero también es obvio que la sociedad humana sobrevivirá a ese ‘impasse’ de su vida política creando nuevas estructuras y nuevos liderazgos que se adapten a esta transformación de la vieja sociedad de consumo financiada por los organismos creados por los grandes capitalistas para promover el gasto de las clases medias que ahora están en vías de extinción.
Solo que ahora la fórmula de convivencia universal no será dictada por los grandes capitalistas de los Estados Unidos, sino que tendrá que derivarse de un acuerdo o concertación entre las tres grandes potencias que ahora lideran al mundo: China, EUA y Rusia. Aunque por ahora son impredecibles los paradigmas domésticos de la nueva sociedad global, lo más probable es que sean cercanos a los de China, la nación con mayor población y poder económico.
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