En Trump confluyeron el temor de las élites blancas de que viniera el fin de una sociedad rubia y viniese una sociedad plurirracial, el pavor de las élites cristianas ante el crecimiento del laicismo y el rencor de los excluidos ante el enriquecimiento de las élites educadas y los ricos de siempre.
La élite rubia y cristiana de Estados Unidos creyó que Trump jugaría con las reglas y que podría usar electoralmente la gran fuerza de los excluidos para detener el ímpetu demográfico hacia una nación diversa. Pero la personalidad intensamente fascista de Trump ha puesto en jaque el sistema y ha llevado a la democracia estadounidense hasta un punto sin retorno.
La conclusión final es de que se tiene que inventar un nuevo New Deal que incluya a todos los estadounidenses y modere la desigualdad o todo acabará en una terrible guerra civil.