La mediología de Régis Debray

 

El gran intelectual francés, Régis Debray crea en su libro ‘El Estado Seductor’ una nueva metodología sociológica donde estudia las mediaciones materiales que permiten a un símbolo establecerse dentro de la sociedad, luego transmitirse, circular y perdurar a lo largo de la historia de la sociedad humana, promovidos fundamentalmente por quienes han detentado los poderes fácticos.

Debray denomina ‘mediasfera’ a la máquina de transmisión que permite al dueño del poder, ya sea monarca, dictador o jefe de Estado, dar a conocer sus ideas, normativas, códigos y fórmulas de gobierno al conjunto de personas sobre las que ejerce el mando. Obviamente, la mediasfera guarda relación directa con los avances en las técnicas de comunicación que van desde la palabra oral, la escrita, la gráfica, las formas de la imagen hasta la multimedia y la hipermedia.

El examen que hace Debray plantea desde una visión histórica la vinculación y entrecruzamiento entre los medios de transmisión y las formas de gobierno. En este estudio, lleno de ironía Debray define a las tres grandes mediasferas: la logosfera, la grafosfera y la vedeosfera en el mundo Occidental.

La logosfera la inicia con el pre-renacimiento o monarquía feudal en plena Edad Media, donde el ente simbólico es el Rey Mago y la considera como ‘la era de los milagros’, el fiel suprapolítico surgía en la asamblea de la Iglesia, su lugar de exaltación era el altar de la Iglesia, su liturgia consistía en ponerse de rodillas, el señor feudal decía ‘interpretar la voluntad de Dios’ y la oferta simbólica consistía en tener derecho a tocar las escrófulas. La alienación era por devoción, el espectáculo era la adoración, la mística del ente reinante era decir ‘Cristo soy yo’ y no había opinión pública, manifestaciones, ni se conocía quién tenía el control de la sociedad.

La grafosfera está comprendida desde mediados del siglo 17 hasta fines del 20. Ahí localiza Debray a la ‘monarquía absoluta’ entre 1650 y 1789, cuyo ente simbólico es el Rey Maquinista en ‘la era de las maravillas’, el súbdito meta político se encuentra en la asamblea del Reyno, su lugar de exaltación es el escenario del teatro, su ritual de presentación es el ceremonial que lo logra maravillar, el símbolo del soberano es su capricho personal, la oferta simbólica es el derecho a mirar al soberano en la corte, su forma de alienar es por deslumbramiento y la función del espectáculo es ‘encantar’ , la mística del ente reinante era considerase como Luis 13, ‘El Estado soy yo’ y su emblema era el Sol. La opinión pública eran los rumores, gritos y murmullos de los subordinados pobres o populacho que correspondía a ‘la sinrazón’ de los particulares.

Debray considera el período de ‘La República’ entre 1900 y 2000. Su ente simbólico es el Rey Mecánico, ya que es la era de los motores. Surge el ciudadano político en la asamblea de la Nación, lugar de exaltación es el estrado de la escuela, su ritual de presentación es el discurso que convence y el símbolo del soberano es ‘yo explico’ tratando de señalar que lo que dice es la verdad. La oferta simbólica es señalar que todos tienen derecho a aprender en la escuela, mediante el adoctrinamiento, la mística del ente reinante es ahora ‘la nación soy yo’ y su emblema el gallo, la opinión pública se deriva de diarios, libros y panfletos y el sujeto a controlar es el público o las personas instruidas que tratan de expresar la ‘razón universal’, mientras son controlados por las escuelas y las demás instituciones del Estado.

La videoesfera la inicia Debray en el año 2000, debido a que fue la fecha en la que se generalizó el uso de ‘internet’. Su ente simbólico es el ‘rey tecnológico’ ya que es la era de los montajes, el control del gobernado es a través de la televisión y la asamblea es el mercado, su lugar de exaltación es la pantalla de televisión, cuyo ritual de presentación es la propia emisión de los programas para seducir, mientras que el signo del soberano es ‘yo informo’ sobre la única realidad existente. La oferta simbólica es decir que todos tienen derecho a opinar y esta opinión se manipula con encuestas. La función aparente del espectáculo es ‘distraer’, la mística del ente reinante es decir ‘yo soy la mayoría’ y no contiene ningún emblema. La opinión pública se maneja con las encuestas especializadas entre las que se encuentra, casi invisible y sin valor la opinión personal del individuo que se considera como la única manifestación actual de la libertad individual que está controlada por las empresas de comunicación y de encuestas estadísticas.

La mediología no sólo trabaja mirando hacia atrás en la historia, sino puede encontrarse con un fragmento del pasado remoto para crear vectores de tiempo hacia momentos más cercanos, con el propósito de ver como se ha modificado una idea, un pensamiento o una tendencia. Observará como las viejas culturas desarrollaban sus ritos, elaborados con cánticos, sacerdotes, músicos, utilizando drogas que promovían el delirio, vestimentas especiales e infinidad de elementos ornamentales, descubriendo que la esencia antropológica del ser humano no ha cambiado y sigue operando sus imaginarios y mitologías de la misma forma y en espacios similares a través de toda su historia.

Asistirá a conciertos musicales y presenciará por televisión la entrega de los Oscares, sus nuevas deidades serán ahora ídolos musicales y en alguna forma algo diferente al pasado les seguirá rindiendo culto, por lo que la mediología funciona por medio de metáforas y analogías. Desde una visión antropológica, las variaciones en la conducta de los seres humanos no se han dado en los contenidos y formas, sino en las apariencias. Por ello, la música es la religión más popular del presente. Las deidades del mundo actual ya no aparecen más en el cielo ni en las esculturas del paleolítico, sino en la pantalla de televisión y en los grandes escenarios de los espectáculos modernos.

De la misma forma que la mediología estudia la transmisión de los símbolos del poder a través de la historia, también verifica la reproducción de todas las estructuras del mundo social, desde el Estado, la familia, la propiedad y las clases sociales para lograr una visión del mundo más objetiva, totalmente desvinculada de mitos e ideologías.

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