El vínculo de la inteligencia ejecutiva quedó al descubierto con la ayuda de un paciente que padecía el ‘síndrome desejecutivo’ que se produce después de un traumatismo craneoencefálico o de un derrame cerebral.
Las personas que lo padecen manifiestan alteraciones en las funciones ejecutivas, como la capacidad de memoria, de razonamiento, de planificación y de concentración.
El paciente de esta investigación tenía 56 años y había sufrido varios derrames cerebrales que golpearon una región estratégica del cerebro: la IFJ.
Esta lesión le impedía superar las pruebas psicológicas básicas que miden la capacidad ejecutiva. No podía planificar un recorrido dentro de un espacio público, ni podía centrar su atención en algo concreto.
Hubo un detalle crucial en la investigación de este paciente: solo tenía dañada la IFJ en ambos hemisferios que comprobaba el papel básico de esta región cerebral para las funciones ejecutivas.