La Gran Crisis de Brasil en 2015

 

 

 

Según el informe de la policía de Sao Paulo, Brasil, el pasado 15 de marzo hubo una manifestación de alrededor de un millón de personas en contra de la presidenta Rousseff, debido en gran parte al escándalo de sobornos de sus funcionarios que operaban la paraestatal petrolera conocida como Petrobras. De acuerdo al análisis de Marcus Melo, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Pernambuco, la presidenta Rousseff enfrenta una ‘tormenta perfecta’ donde los problemas económicos y políticos se han combinado con el creciente descontento social de toda la nación. En el caso de Petrobras, la justicia habilitó investigaciones contra 47 políticos del Gobierno de Rousseff por presuntas vinculaciones con los sobornos pagados por firmas constructoras para obtener contratos con Petrobras. En dicha lista están los presidentes de las dos Cámaras del Congreso, así como varios exministros de la Rousseff y algunos miembros del partido gobernante PT (Partido del Trabajo).

 

Según el profesor Melo, la demanda judicial contra 47 miembros del Congreso coloca en serios cuestionamientos la capacidad de la presidenta para dictar con efectividad la agenda de la política pública. Además, el dólar subió su paridad 22% frente al real en lo que va de este año, mientras se pronostica una inflación muy fuerte que en febrero alcanzó 7.7% y es la mayor en una década. Al mismo tiempo, Carlos Antonio Luque, profesor de economía de la Universidad de Sao Paulo dice que ‘será muy difícil que los inversionistas recuperen la credibilidad en el país, en medio de un cuadro de incertidumbre política’. Estas protestas convocadas por ‘redes sociales’ fueron mucho mayores a los actos realizados a favor de la Rousseff un día anterior por los sindicatos oficiales, donde apenas se reunieron 33,000 personas en Sao Paulo.

 

De acuerdo a los informes de la prensa extranjera en Brasil, muchos de los manifestantes eran de clase media alta y aun de verdaderos ricos que decían haber votado por Aécio Neves, el candidato del partido socialdemócrata (PSDB), mientras la presidenta Rousseff se encontraba durante la protesta en la residencia oficial de la Presidencia en Brasilia, donde se reunió con su Ministro de Justicia José Eduardo Cardozo, para evaluar la evolución de las protestas y preparar un paquete de medidas anticorrupción para enviar al Congreso en los próximos días. Podría decirse que las manifestaciones en Sao Paulo, al igual que en otras grandes ciudades como Brasilia, Bello Horizonte y Rio de Janeiro fueron pacíficas, pero no parece que serán controladas con facilidad.

 

Entre los grandes problemas que aquejan al Gobierno de Rousseff está el de su enorme burocracia, ya que con 39 ministros es mayor que el de EUA y Alemania juntos y sólo después del de China, con la diferencia que Brasil apenas tiene 200 millones de habitantes contra más de 1200 de China y que cuenta con un gasto federal de 377,000 millones de reales que a paridad de 3.2 por dólar equivalen a 118,000 millones de dólares. Una cifra totalmente fuera de su capacidad económica actual.

 

No hay duda de que Brasil ya vivió una época de oro con Lula (Luis Ignacio Lula da Silva) cuando su PIB creció un 4% durante su mandato (con un pico de 7.5% en el 2010), justo cuando el resto del mundo sufría su peor momento de la crisis financiera. Además logró que alrededor de 30 millones de brasileños que vivían en la economía informal ascendieran a formar parte de una economía formal, con contratos de trabajo y todas las prestaciones laborales que ofrecen las naciones de economías avanzadas.

 

En el mandato de Lula se formó una nueva y poderosa clase media en Brasil, aunque seis años después el país está en plena recesión, con alto desempleo, alta inflación y un dólar muy caro (3.2 reales por dólar), además de una enorme crisis política. Todos los expertos en economía coinciden en que el fin de este ciclo llegó durante el primer mandato de la Rousseff (2010 – 2014) cuando Brasil aún gozaba de créditos internacionales baratos que impulsaban el consumo doméstico. Además de que ayudaban mucho las enormes exportaciones a China y las maquilas de elementos bélicos que se hacían para Rusia.

 

No obstante, Dilma Rousseff no supo parar a tiempo y siguió invirtiendo en obras públicas y ofreciendo créditos baratos para alentar el consumo doméstico. Pero ahora tiene que hacer ajustes en el gasto público, ha tenido que subir los impuestos, elevar los intereses bancarios y subir los gravámenes del Estado sobre la electricidad y la gasolina. Esto se combina con una grave crisis política que se origina en parte por el cerrado proceso electoral pasado en la que Rousseff del PT ganó con un margen muy pequeño (51.6% a 48.3%) a Aécio Neves, en un universo electoral en el que existen 32 partidos políticos oficiales. A lo anterior se añaden los malos resultados en la economía y los actos de corrupción de funcionarios y partidarios de la Rousseff.

 

Este fenómeno político, económico y social de Brasil es inédito en América Latina y consecuencia de la caída del modelo neoliberal en el año del 2002, cuando la alta burguesía brasileña se había asociado con la visión económica y política de los Estados Unidos desde antes del Consenso de Washington y la deuda externa de Brasil estaba casi 100% en manos del Banco Mundial, por lo que el poder de los ricos empresarios brasileños era enorme y así lo era el poder político del entonces presidente Henrique Cardozo, ex alumno de Harvard y adorador sin hipocresías de la política neoliberal que ejercía EUA en todo el Continente Americano.

 

Adenda: Una explicación posible al fenómeno socio político y económico de Brasil fue el acto de astucia del operador financiero de Lula en su segundo mandato, quién en sociedad con Dilma Rousseff lograron dividir la deuda externa entre varios países entre los que destacaban China y Rusia, dejando a los Estados Unidos sin capacidad para seguir imponiendo su política denigrante y petulante como ‘dios del mundo’. Lo malo es que la dolarización del mundo ha vuelto ahora mismo.