La Familia Tradicional de Occidente

Durante casi dos milenios, la gran mayoría de las mujeres residentes en las áreas rurales de Europa Occidental tenían solo tres opciones de vida: convertirse en esposas ignorantes y sometidas, ser monjas o convertirse en cortesanas, prostitutas o concubinas. Mientras que los hombres eran los únicos responsables de proveer los insumos domésticos, la casa habitación y la ayuda educacional para lograr el progreso de los hijos. En la actualidad hay muchas mujeres que trabajan fuera de sus hogares y las familias cuentan con una doble fuente de ingresos. También existe una mayor movilización de las familias hacia otras regiones en busca de trabajo y la forma actual de vivir el amor y el matrimonio es más compatible con el espíritu humano más primitivo.

A partir del último tercio del siglo 19, los estados europeos de Occidente iniciaron programas asistenciales para las madres solteras, evitando el aborto, el infanticidio y la gran mortalidad infantil en los orfanatorios. Aunque las autoridades eclesiales se oponían ferozmente debido a que veían las ayudas a las madres solteras como un premio a la inmoralidad y a la indecencia, en cierta forma se empezaba a dar legitimidad a la familia formada por una madre soltera y sus hijos. Esta situación obedecía a las necesidades del estado de alcanzar mayor crecimiento demográfico, de lograr una identidad nacional y de proveer una educación pública laica con el consiguiente adoctrinamiento de la gente desde su primera infancia. Además de lograr una expansión industrial, agrícola y bélica buscando desplazar con gran éxito los programas de asistencia pública y los conceptos morales impuestos por la Iglesia.

De modo que este proceso de modernización del Estado incluyó la secularización de las instituciones benéficas y de asistencia pública, además de diseñar un nuevo modelo educativo gratuito y laico con lo que anularon la principal causa de separación de las familias fuera del matrimonio religioso y se convirtió en el elemento básico para mantenerlas unidas hasta los tiempos actuales. En el moderno Estado asistencial laico, las madres solteras y sus hijos se constituyeron en familias respetables en la Europa de finales del siglo 19, ya que las reformas legislativas se centraban en la protección de las madres, de los hijos y de la familia que empezaba a ser considerada como la unidad fundamental de la estructura del Estado.

Este modelo de familia surgido en la Europa noroccidental a lo largo de la Epoca Moderna alcanza su plenitud en toda Europa en la primera mitad del siglo 20, incluyendo a la Europa del Mediterráneo y a la Oriental constituyéndose en el modelo único de familia que se trasladó a Norteamérica y a muchas regiones del mundo donde competía con otros modelos tradicionales de familia. A pesar del éxito arrollador de este modelo de familia, muy pronto se advirtió la necesidad de ajustarlo a las nuevas realidades individuales y sociales que se estaban generando en el siglo 20, ya que se sustentaban en una distribución de roles de género muy estricta, donde la sexualidad y las ideas de la mujer se negaban por completo.

Por fortuna, en las primeras décadas del siglo 20, conforme las iglesias iban perdiendo el control de los asuntos morales, la sexualidad empezó a dejar de ser un tabú y se puso de moda con los estudios científicos, psicológicos y antropológicos, además de su profusa divulgación a través del cine y de la literatura. Fue entonces cuando las mujeres comenzaron a preocuparse por su sexualidad y a poner en tela de juicio los valores ‘machistas’ como la sobrevaloración de la virginidad, la sumisión, el nivel de educación y muchos mitos arcaicos que están siendo destruidos por la nueva visión de los científicos sociales, la revolucionada ciencia neurológica, los antropólogos y todas las nuevas tecnologías y ciencias nacidas en las últimas tres décadas.

En su libro titulado ‘Nuestra Especie’ (1997), el brillante antropólogo norteamericano Marvin Harris (1927 – 2001) señala que ‘Todas estas variaciones de la familia son tan naturales como los demás cambios en el ser humano, ya que representan una pauta de relación sexual construida por la sociedad humana e impuesta por las condiciones sociales y naturales predominantes y no por disposiciones genéticas específicas’. ‘Es propio de la naturaleza humana – continúa Harris – poseer un apetito y una pulsión sexual sumamente desarrollada y de ser capaz de encontrar diversas formas de satisfacer esas necesidades y apetitos específicos de la especia humana. Pero no es circunstancial a la naturaleza humana ser exclusivamente promiscuo, ni poliándrico, ni monógamo, ni poliginio’. (poliándrico es la unión conyugal de un hombre con varias mujeres y poliginio la de una mujer con varios hombres)

Adenda; Esta brevísima descripción de la evolución de la familia tradicional en Occidente no es similar a las del resto del mundo, por lo que ese tema será tratado en el siguiente artículo.