La familia desde una visión antropológica

El análisis histórico de la familia tradicional demuestra que no es una construcción estática, sino que ha ido cambiando a través del tiempo y aun en el presente se sigue modificando con gran rapidez. Según la mayoría de los antropólogos culturales, la familia es una institución cultural que sufre cambios constantes de acuerdo a las variaciones del tejido social en el que vive. Hasta mediados del siglo 20, el modelo familiar de los países de Occidente tenía una serie de características comunes, como la existencia de un matrimonio legalizado, cuyos miembros se debían fidelidad, había un poder predominante del marido sobre el de la esposa y del padre sobre los hijos. Esta estructura empezó a modificarse en las últimas décadas del siglo pasado en todas las sociedades occidentales y del mundo en general de manera profunda e irreversible.

Aunque existen algunas familias en la actualidad que permanecen fieles a los valores que constituyeron los fundamentos de la familia tradicional de Occidente, y en el Medio y Lejano Oriente, hay muchas personas que están desconcertadas y dudan o ignoran su significado original, mientras otras más ya perdieron su conciencia moral y permiten que suceda cualquier evento irregular entre sus miembros o situaciones de injusticia, sobre todo en el ámbito económico para poder ejercer sus derechos fundamentales. Esto genera un creciente número de divorcios, un deterioro en el nivel de vida, una cantidad creciente de madres solteras adolescentes, mayor consumo de drogas, insuficientes ofertas laborales para los jóvenes de familias pobres y un incremento notable en el número de hogares monoparentales cuyo jefe es una mujer. Existe además una profusa difusión de material pornográfico con el consiguiente incremento de delitos sexuales, una nula ayuda del Estado a familias pobres y de ancianos abandonados y una pérdida creciente de la conciencia moral en toda la sociedad.

En su libro titulado ‘Nuestra Especie’ el antropólogo norteamericano Marvin Harris (1927 – 2002) señala que hasta hace 500 años se iniciaron las desigualdades en los niveles de vida de las familias de los países desarrollados y subdesarrollados. De acuerdo a sus minuciosos estudios, Europa y China tenían en el siglo 15 un nivel de desarrollo idéntico. Según Harris, el origen de las desigualdades se debió al ‘despotismo oriental’, mientras que en Europa había un sistema económico de corte feudal y descentralizado, con una demografía relativamente baja y un modelo de producción agrícola que dependía de las lluvias. China, en cambio, tenía una burocracia ‘agrogerencial’ formada por un Estado central y unos terratenientes locales a su servicio, una población densa y un modo de producción agrícola basado en el regadío. Esta situación impidió en China la acumulación del capital privado, ya que entonces aún no se podía sustituir el trabajo humano por la maquinaria. Por lo que estas profundas divergencias fueron las causales del desarrollo de dos economías políticas tan diferentes en Oriente y en Occidente.

Una vez que lo europeos cruzaron el umbral que separa el feudalismo del capitalismo, sus máquinas les proporcionaron una ventaja militar definitiva que les permitió conquistar y dominar a la mayor parte del mundo. Desde entonces iniciaron una búsqueda incesante de materias primas, de mano de obra barata y de nuevos mercados para sus productos, creando vastos sistemas de países colonizados e independientes. La colonización generó en dichos países restricciones políticas-económicas y su explotación, por lo que no pudieron acumular capital ni desarrollar sus propias formas de producción industrial y como en el caso de China, muchos países asiáticos retrocedieron a niveles de productividad anteriores.

Según Marvin Harris, el caso de Japón corrobora su hipótesis de que gran parte de los fenómenos del subdesarrollo obedecen al colonialismo y al imperialismo, ya que logró liberarse de la influencia europea y alcanzó la transición con éxito hacia el capitalismo industrial, mientras que otras naciones como Java era gobernada directamente por los holandeses y continuó siendo rural, agraria y pobre. La tendencia actual dentro del proceso de desarrollo global entre componentes infraestructurales y estructurales es mayor cada día, por lo que la idea de que el desarrollo de las naciones está basada en la tecnología ha caído en el desprestigio. Harris señala el caso de la denominada ‘revolución verde de los 50′s que consistía en trasladar variedades enanas de trigo, arroz y otras semillas básicas desde México y Filipinas hacia los países desarrollados que terminó en un rotundo fracaso. (Ahora mismo existe un fraude tecnológico similar que está intentando realizar la empresa trasnacional conocida como Monsanto).

En su libro ‘Nuestra Especie’ Marvin Harris señala que el matrimonio designa la conducta, sentimientos y reglas concernientes al apareamiento heterosexual entre ‘corresidentes’ y a la reproducción de contextos domésticos, además de otras relaciones que existen en los matrimonios donde sus miembros residen en diferentes lugares, dejando claro que esas dos tipos de parejas generan diferentes implicaciones demográficas, económicas e ideológicas. Harris considera que además de los deberes domésticos de los matrimonios heterosexuales corresidentes y con propósitos reproductivos existen una gran variedad de deberes y derechos asociados a las funciones productivas, sexuales y reproductivas de los cónyuges y de su prole. Es muy difícil delimitar la esencia de la unidad doméstica, porque los intereses productivos y económicos entre los grupos domésticos a los que pertenecen los cónyuges son muy diversos.

De acuerdo a su doctrina, Harris explica la exogamia y la prohibición del incesto como el efecto regulador de fuertes intereses corporativos de los grupos domésticos que establecen preferencia de unos tipos de matrimonios sobre otros, por lo que el vínculo marital es esencialmente corporativo. También sostiene que al estudiar el parentesco se estudian las ideologías que justifican y regulan la estructura corporativa de los grupos domésticos. El parentesco se basa en las relaciones de matrimonio y de filiación, considerando que la ‘filiación’ es la creencia de que ciertos ‘parientes’ desempeñan un papel especial en la concepción, nacimiento crianza de los hijos y no son equivalentes a su significado biológico, sino que de dichas filiaciones se deducen deberes, derechos y privilegios de unas personas respecto a otras, relativos a muchos aspectos de la vida social.

Aunque existen muchas creencias populares acerca de la ‘filiación’ o parentesco, ninguna de ellas corresponde a las actuales explicaciones científicas de la procreación y de la reproducción. Cada una de las reglas de filiación proporciona la base lógica para alinear mentalmente a la gente en grupos de parentesco que tienen una influencia importante sobre la manera de pensar y de comportarse en situaciones domésticas y extra domésticas. La mayoría de los antropólogos creen que la pauta de la residencia que sigue al matrimonio constituye un factor decisivo de las reglas de filiación, ya que de alguna forma determina quién entra, sale o permanece en un grupo doméstico específico.

Adenda: Esta especial visión de la familia desde la antropología cultural tiene la gran virtud de estar al margen de todos los mitos religiosos, ideológicos, culturales y populares, además de que se puede ajustar a cualquiera de las diversas naciones del mundo.