En el artículo anterior intentaba visualizar el fenómeno social de la desnacionalización desde las perspectivas del derecho internacional y de la sociología posmoderna. Concluyendo en ambos casos que proviene de una tendencia de la nueva etapa de la civilización humana a romper las barreras del lenguaje, de las mitologías regionales, de los símbolos ocultos del poder y de los prejuicios raciales. Pero si se observa en naciones que han sufrido un proceso de colonización, este fenómeno ya no es una consecuencia de la globalización, sino forma parte de una nueva colonización que realizan las grandes potencias mundiales sobre las naciones que tienen importantes reservas de minerales valiosos, de energéticos, y de territorios capaces de producir alimentos básicos de cualquier especie.
De la misma forma en que ha existido un proceso de desnacionalización en los países africanos ocurre en las naciones pobres cercanas al Medio Oriente que conservan materiales energéticos o minerales valiosos; lo mismo sucede con muchas naciones vecinas del imperio ruso y otro tanto sucede con las naciones en disputa entre China y los Estados Unidos en el Lejano Oriente de Asia y de la Polinesia. Como también acontece con países latinoamericanos y caribeños cuyos gobiernos son controlados por las grandes potencias regionales y buscan un poder superior que les proteja sus intereses personales aunque tengan que entregar todos los recursos nacionales y pierdan por completo la autonomía de sus naciones.
México es un caso patético de esa realidad en Latinoamérica, donde las familias de sus gobernantes de las últimas dos generaciones han sido educadas en colegios privados y universidades con el mismo principio que las norteamericanas, donde se les ha conculcado su derecho a pensar en forma autónoma y se les ha hecho creer que la visión del mundo que se practica en los Estados Unidos no sólo es beneficiosa para su futuro económico, sino la única que está de acuerdo con la libertad, la democracia, el éxito material y los paradigmas de Occidente. Aunque existan grandes discrepancias en las liturgias y en los símbolos divinos de las múltiples sectas religiosas que se practican dentro de esa confusa, hipócrita y fragmentada visión del cristianismo.
Aunque los gobiernos mexicanos empezaron a perder su autonomía desde principios de los años setentas, durante el sexenio de Luis Echeverría, quién pensaba que México era una nación independiente porque los Estados Unidos se mantenían a una distancia prudente y lo dejaban creer en su autonomía. Esta situación de dependencia empezó a volverse visible hasta el gobierno de Miguel de Lamadrid, cuando Kissinger se convirtió en el Secretario de Estado para asuntos exteriores de Estados Unidos. Entonces Lamadrid tuvo que encriptar sus alianzas con el crimen organizado y con el Gobierno de los Estados Unidos mediante supuestos pactos y alianzas nacionales entre las economías legales nacionales y transnacionales, con organismos no gubernamentales apócrifos y con grupos de la inteligencia norteamericana que se instalaron en territorio mexicano.
Fueron la megalomanía de López Portillo combinada con la intolerancia de Kissinger las que desataron el primer gran evento político donde su puso en evidencia la condición neo colonial de México cuando el Banco Mundial con sede en EUA exigió a México el pago inmediato de su enorme deuda pública ocasionando un desbarajuste político y económico de enormes dimensiones. Fue entonces que la banca mexicana tuvo que nacionalizarse y México pasó a ser una de las peores economías del Planeta que no se corrigió hasta que fue devuelta a diversas corporaciones extranjeras en el período de Carlos Salinas. Desde entonces, las finanzas mexicanas continúan en manos de emporios bancarios extranjeros.
Salinas de Gortari ha sido quizá el primer presidente de México que no fingió como Lamadrid amor y respeto por los Estados Unidos. Ya que de forma categórica creó un tratado de dependencia total con los Estados Unidos en todos los órdenes posibles que es conocido como el TLC en idioma español y NAFTA en idioma inglés. Aun cuando Salinas fue un presidente traidor a su nación, su sucesor Ernesto Zedillo no lo fue menos, ya que entregó a PEMEX y a CFE como garantía de la deuda que contrajo López Portillo y hasta la fecha son empresas que siguen pagando enormes intereses a través del gran fraude de PIDIREGAS que tiene comprometidos hasta el año 2025, 7 de cada 9 barriles de petróleo producido por PEMEX y continúa pagando intereses cercanos al 12% anual en una etapa del capitalismo financiero donde los bancos internacionales apenas cobran intereses del 0.2 y 0.3% anual.
No vale la pena mencionar a los presidentes que sucedieron a Zedillo, pero los hechos los denuncian claramente, ya que ahora mismo la nación mexicana está a la cola de todas las naciones de la OCDE y es el país que tiene menos posibilidades de crecimiento económico entre los 36 miembros de dicha organización internacional. Si quisiéramos resumir en unos cuantos elementos el proceso de desnacionalización que realiza Peña Nieto al frente del Gobierno en el México actual se podría señalar lo siguiente:
1.- La reforma educativa pretende eliminar la posibilidad de una fuerza política poderosa que cuestione al Gobierno en turno que fue seleccionado por los Estados Unidos en sociedad con la élite del capitalismo nacional y mundial.
2.- La reforma fiscal busca cubrir el déficit que le ocasiona al Estado el diferimiento y eventual cancelación de los impuestos que adeudan y generan las grandes empresas transnacionales. Pero sus alcances son ridículos.
3.- La reforma hacendaria solo pretende encubrir la situación de hecho de un Estado nacional en total bancarrota aumentando los impuestos a un sector de la economía que apenas alcanza el 25% de su total y está representada por los PYMES y el pequeño sector de causantes de la clase media alta que son una una porción ínfima de la Población Económicamente Activa.
4.- Por su parte, reforma energética trata de legalizar la privatización ‘de facto’ de Pemex y las reservas de gas y de petróleo existentes que ya están en manos de empresas extranjeras desde hace muchos años.
5.- La reforma política intenta controlar el sistema existente para la designación y elección de los candidatos a puestos en el Gobierno que son pertenecientes a la actual familia política de México en su segunda generación.
6.- La reforma de medios de comunicación obedece a la necesidad de tener bajo control a todos quienes puedan proporcionar cualquier tipo de información sobre las instituciones y gobernantes del Estado al público mexicano y al mundo exterior.
7.- La reforma electoral intenta cerrar todos los caminos a cualquier clase de grupos y de personas que quieran formar parte del sistema político actual sin ser miembros de los partidos existentes o aprobados por ellos.
Adenda.- Es conveniente mencionar que la desnacionalización de México no es un caso aislado, sino una tendencia general de las grandes potencias con sus colonias más cercanas o con grandes potenciales de riquezas naturales. Sólo señalo que se facilita en aquellas naciones – como México – que ya han sido colonizadas y sus pobladores de todos los niveles buscan a un nuevo Mesías externo que les diga como manejar su política y su economía, ya que sus compatriotas siempre han sido incapaces de hacerlo a través de dos siglos de independencia.
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