En el presente abundan los analistas políticos, los sociólogos y los filósofos que advierten el desplome de los valores en la sociedad occidental. Ya desde fines del siglo XX, el sociólogo francés Gilles Lipovetsky escribía en su libro de ‘La Era del Vacío´(1994) los síntomas de una sociedad amoral que exige el cumplimiento de sus derechos sin tener responsabilidad con sus deberes, mientras renuncia a la austeridad y al sacrificio.
El mundo occidental vive ahora una cultura que no tolera el riesgo, es profundamente individualista y se oculta en religiones no puritanas, mientras espera que el Estado le resuelva su vida doméstica. El ciudadano de países occidentales ha encontrado su vida interna en la industria cultural del entretenimiento; además de una literatura superficial, un cine elaborado con efectos especiales, historias irrelevantes y ruidosas manifestaciones musicales que son una apología de la juventud, de la irracionalidad y de la excitación de los instintos.
Otro tanto sucede con el arte encubierto por diseños de muy bajo nivel que invade los museos actuales y los convierte en espacios para el consumo rápido de objetos frívolos sin que se pueda contextualizar el pasado con el presente. Ahora resulta lo mismo con la exhibición de un Modigliani que con la de un vestuario diseñado por Armani. Se pretende la devaluación estética en general y el rechazo a la moral en una sociedad controlada por los adolescentes, donde la productividad va desapareciendo y la única meta visible es la del hedonismo y la irresponsabilidad.
Aunque es evidente el dominio total de la ‘sociedad del espectáculo’ en todos los países de Occidente, no debe olvidarse que el desarrollo superior de los países del norte de Europa fue debido a que se sometieron a un régimen de frugalidad, de disciplina y de un proceso educativo que los ha llevado a generar nuevos modelos de negocios con empresas realizando actividades insólitas, ya sea en el campo de la producción, como en el turismo, la gastronomía, el arte y de la cultura en general. Sin perder de vista que fue la educación moderna y de calidad el principal soporte para la creación de nuevos valores éticos y estéticos de su mundo capitalista de alto nivel cultural.
Desde un enfoque totalmente distinto al anterior es importante analizar lo que ha sucedido con las economías capitalistas de Occidente en comparación con las grandes potencias asiáticas. Desde hace poco más de tres décadas se esperaba que si las grandes potencias asiáticas se integraban al sistema capitalista de Occidente, se acabaría por transmitir el poder económico a China donde estaba ahora la mayor parte de la fuerza laboral productiva. Como se recordará, durante muchos años se advirtió que los científicos investigadores chinos e hindúes aparecían por todas partes en los países de Occidente pero ya no retornaban a sus países de origen al no encontrar oportunidades de trabajo adecuadas a sus niveles de conocimiento.
No obstante, ahora retornan casi todos a sus patrias orientales al encontrar muy buenos puestos de trabajo, mientras que los conservadores más duros de Occidente siguen defendiendo los intereses que benefician solamente a la clase más poderosa, propiciando que una gran cantidad de compatriotas pobres sigan aumentando su grado de pobreza. A mismo tiempo los grandes capitalistas de Occidente invierten ahora en los países de economías emergentes con China a la cabeza, mientras que los magnates financieros siguen destruyendo el estado de bienestar enviando sus empresas productivas al Lejano Oriente y los chinos siguen comprando gran parte de la deuda estadounidense.
En los hechos, la transferencia del poder económico de Occidente se inició hace ya varias décadas, desde que se promovieron los primeros tratados de ‘libre comercio’ que crearon la base de la globalización económica. Y el gran error continuó con el traslado al Oriente de las empresas productivas de Occidente. Por lo que ahora resulta muy difícil competir con países que pagan sueldos muy inferiores a los de Occidente ya que en ellos no existe estado benefactor ni prestaciones laborales.
Frente a esta situación, Occidente ha tenido que enfrentar la irresponsabilidad laboral de los empresarios, el retraso en las jubilaciones, la cancelación de los gastos sanitarios, de educación y de ayuda social, la proliferación de las contrataciones ‘outsourcing’ y los efectos de la bancarrota del Estado por la falta de los ingresos fiscales generados por empresas y asalariados.
Aunque el criterio de calificación de los occidentales hacia los chinos era altamente despectivo y negativo hace apenas unos años y se señalaba que ‘trabajar como chino’ era una situación terrible, sin ningún apoyo del Estado, ni del empleador; ha sido la propia codicia neoliberal de los occidentales la que desplazó sus empresas hacia el Lejano Oriente y esa ha sido la verdadera causal de la decadencia de Occidente.
Y ahora mismo, China con sus becarios en Estados Unidos y otras naciones europeas ha mantenido su liderazgo mundial en desarrollo científico frente al desinterés de los jóvenes occidentales de iniciar una carrera de investigación con largos años en las universidades y empiezan a ganar muy buenos sueldos desde edades muy tempranas en las nuevas empresas que operan con personas jóvenes muy avanzados en computación.
Por lo que resulta absurdo que Occidente pretenda ahora resolver su problema de bajo empleo y pocas empresas mediante inversiones gigantescas en investigación. Con ello solo han mostrado la arrogancia y la xenofobia de la raza aria, ya que el mal está hecho y fue producto de la arrogancia y del mesianismo de los dirigentes políticos de Occidente que habían sido precedidos por la estulticia y la prepotencia de Reagan y de la Thatcher, cuando a fines de los 70’s creyeron destruir el comunismo con mesianismo y publicidad en sociedad con el papa Juan Pablo II.
Conviene recordar que el Imperio Chino ha sido el único en la historia que ha logrado sobrevivir durante miles de años bajo toda clase de mitos e ideologías y superando infinidad de problemas, mientras que a los occidentales no les importa el futuro de sus compatriotas en el corto y en el largo plazo. En caso de que continuaran con sus desarrollos tecnológicos tendrían que enviarlos a Oriente, ya que los capitalistas de Occidente no quieren pagar impuestos, ni tener responsabilidades sociales y ecológicas.
Adenda: Ahora mismo es más rentable para el capitalista occidental invertir en los Brics y en China que en Europa o los Estados Unidos. Aunque no debe soslayarse que los chinos están sufriendo grandes problemas con su medio ambiente aunado al cambio climático y al crecimiento en sus gastos sociales. Pero tienen la gran ventaja de que el proceso de militarización del Estado que apenas ahora inicia Occidente siempre ha existido en China.