Duterte, el presidente de Filipinas no conoce otra forma de abordar los problemas que a la fuerza, con intimidación y amenaza. Desde que llegó a la presidencia filipina se dedicó a advertir que no le tiembla la mano para matar, torturar o lo que haga falta para mantener la ley y el orden.
Señaló Duterte, que le dan igual las ejecuciones extrajudiciales ante los reclamos de organizaciones de Derechos Humanos sobre los excesos de sus fuerzas armadas. Que traigan los cargos que quieran, ya que me atengo a mis armas y mataré a todos los que quieran destruir a mi país.
En su informe mundial del 2020, Human Rights Watch alentaba sobre la sangrienta guerra contra las drogas en Filipinas, pero la campaña de Duterte sigue tan brutal como cuando comenzó.
La carrera política de Duterte se inició cuando la entonces presidenta de Filipinas, Corazón Aquino lo nombró vice alcalde de Davao en 1986 y exiló al dictador Ferdinand Marcos y Aquino subió a la presidencia que ocupó hasta 1992.
Filipinas tuvo otra presidenta, Gloria Macapagal Arroyo entre 2001 y 2010 y es una gran aliada de Duterte.