Desde que Goldman and Sachs acuñó el acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) para identificar a las cuatro nuevas potencias emergentes de clase mundial que para el 2020 sumarán en conjunto cerca del 50% del PIB del planeta, dos reacciones surgieron: una, de alegría para muchas naciones periféricas que consideraron que estaba próximo el fin de la monopolaridad con Estados Unidos a la cabeza seguido de sus acólitos: la Unión Europea y Japón; y otra de tristeza para naciones que como México, hace 18 había soñado que estaba en el umbral de ingresar a ese elenco privilegiado que se sigue denominando por un desliz de anacronismo histórico: el primer mundo. México estaba fuera de la jugada y los nuevos jugadores eran otros, como lo demuestra el hecho que hace 8 años éramos la novena economía del mundo y Brasil la décima, ahora el gigante del cono sur es la séptima (y se pronostica que en menos de10 años será la quinta) y nosotros la onceava (se pronostica para nosotros el décimo quinto lugar en el 2020, empatados con Indonesia o Turquía si las cosas siguen como hasta ahora).
Reunidos los líderes del G 20, cuyos países suman el 66% de la población mundial y representan conjuntamente el 91% del PIB planetario, es de preguntarse qué papel jugará México en este cenáculo Internacional, donde el analista económico Samuel Johnson (ex directivo del FMI) nos dice que las economías basadas en el libre Mercado se encuentran inmersas ya en una nueva guerra: la de las divisas. Esto principalmente debido al yuan subvaluado que se ha atado al dólar, para hacer que sus exportaciones, al igual que las de Estados Unidos, se beneficien, por los 600 billones de bonos del Tesoro que arrojó al mercado libre la Reserva Federal de Estados Unidos, buscando con ello exportar su desempleo de dos dígitos a las economías periféricas (después de todo los chinos tienen 1.2 trillones de dólares en bonos del Tesoro). Esto en parte es también la causa de la apreciación reciente del peso.
¿Por qué nos quedamos fuera? Como toda pregunta compleja, siempre habrá múltiples respuestas. Hace algunas semanas, estando en Praga, tuve la oportunidad de dialogar con el Profesor Pavel Packoff, distinguido cirujano cardiotoracico, quien alcanzo fama internacional después de practicar una exitosa cirugía al presidente y fundador de la Republica Checa Vaclav Havel al extirparle un tumor canceroso del pulmón. En una amigable charla abordamos el tópico de nuestros respectivos países y como hombre bien informado me preguntó por qué la desmedida violencia en México, que se percibía hasta hace poco como una Isla de estabilidad en Latinoamérica, donde no se habían dado golpes de Estado desde hacia ochenta años; y porque habíamos perdido terreno ante países como Brasil que durante varias décadas habían sufrido de dictaduras militares y golpes de Estado. Empecé a tratar de dar una respuesta improvisada a la pregunta, y traje a colación la corrupción, luego entonces, me dijo, que Brasil también tiene problemas serios de corrupción , como el caso Collor de Melo que blandiendo un discurso anticorrupcionista, acabó siendo acusado de corrupción. Asombrado de su conocimiento de geopolítica le pregunté que cómo estaba al tanto de lo que ocurría en Latinoamérica y me dijo; aprendí algo de Brasil, pues por esa época tuve en mi equipo algunos médicos que venían del cono sur. Entonces aduje la omnipresente violencia y pronto yo mismo atajé la respuesta, acordándome que Brasil tiene dos ciudades muy violentas como Río y San Paulo con casi 60 muertes por cada 100,000 habitantes; cuatrocientos por ciento mayor que la media en México, aunque menos de la mitad de Juárez. Pronto reflexione y me di cuenta que tampoco era la pobreza extrema ni la disparidad en el ingreso que existe entre las oligarquías político-empresariales y los pobres de solemnidad, pues si bien México está en el sexagésimo lugar como el país con las mayores diferencias en la distribución del ingreso, Brasil está muy cerca de nosotros en este terrible indicador. Finalmente dí con la respuesta y le dije que en los últimos 3 lustros no hemos tenido en el timón de mi país, ni a Henrique Cardoso ni a Lula de Silva.
Cuando llegué a México le dí vuelta de nuevo a la pregunta y me propuse analizar los seis jugadores claves del gobierno de Lula y sus contrapartes mexicanas. El o la encargada de la política exterior, el Director del Banco Central, los Secretarios de Salud y Educación, el Secretario de Economía y e la Secretaria de Energía (La actual presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, fue secretaria de energía en la primera parte del gobierno de Lula Da Silva); a propósito, deje fuera a los Secretarios de la política Interior de ambos países y al aparato militar para próximos artículos.
Pensé, compararé el desempeño de Celso con el de Patricia y pronto descubrí la tremenda asimetría que existe entre El Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil Celso Amorim y Patricia Espinosa nuestra canciller, que solo tiene un B.A. (bachiller en Artes y varios diplomados en Suiza) en su haber académico. El primero considerado por la revista Foreign Affaires como el mejor ministro de relaciones exteriores del mundo y la segunda constantemente criticada fuera y dentro del país por su grisura. Recordé que durante su reciente visita a Bejing, cuando el mundo hacia severas críticas al gobierno Chino por el encarcelamiento del activista en derechos humanos Liu Xiaobo galardonado con el Nobel de la Paz, hizo un mutismo cómplice, para no disentir con sus anfitriones. Qué diferente la postura del canciller Amorim quien ha desempeñado en meses recientes un activo y encomiable papel (junto con el ministro de relaciones exteriores de Turquía) en el conflicto de Irán y los Estados Unidos con respecto al enriquecimiento de uranio para usos pacíficos que lo llevó a votar en contra de la postura estadounidense en la ONU, o en las disputas entre Hugo Chávez y Rafael Correa contra Álvaro Uribe (después del bombardeo ordenado por este en la frontera de Ecuador con Colombia donde se encontraba un campamento de las FARC) quien se desempeño como un interlocutor confiable y respetado por las partes en conflicto, por sólo citar dos ejemplos. En México hemos tenido grandes diplomáticos como Justo Sierra, Félix Palaviccini, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Octavio Paz y Carlos Fuentes por citar unos pocos. No creo que tengamos escaséz de talento, evidentemente nuestro presidente se sigue rodeando ,como su antecesor, de amigos, aunque no sean capaces para sus puestos, quienes obedecen sin pestañear la línea presidencial como en los viejos tiempos del partido único, es decir “La ignominia antes que estar en el error de vivir fuera del presupuesto” frase atribuida en los setenta a un gobernador priísta de un estado norteño.
Para concluir este que será el primero de varios artículos, deseo mencionar una anécdota que me contó un día don Eduardo Livas Villarreal por allá en los setentas cuando coincidimos en la mesa de una fiesta de fin de año en Linares. Tocayito, me dijo no sé qué le pasa al gobernador actual, está poniendo en puestos claves, incluyendo a la alcaldía de Monterrey, a gente incompetente; ¿ por qué no entenderá que es más fácil para un gobernador hacer a un competente funcionario público amigo, que capacitar a un amigo tonto para un puesto?. Creo que esta anécdota debería considerarla el Presidente con algunos de sus ministros, o por lo menos seguir el ejemplo de Lula Da Silva quien cuando fue nombrado presidente electo de Brasil, manifiesto, “Reuniré en mi gabinete a los mejores, aun cuando no sean necesariamente mis amigos”.