Trump ha quedado atrapado por el nuevo estado del presente. Antes estaba asesorado por un sector de la banca financiera de Wall Street y ahora su programa económico es de Goldman Sachs. El Gobierno de Trump está rodeado de los neohalcones más recalcitrantes y straussianos que hay en la derecha política que juega sus últimas cartas tratando de volver a mandar en el mundo sin ningún tipo de diplomacia.
Está a la vista el caso de Juan Guaidó y socios en Venezuela que han hecho que el Congreso estadounidense apruebe un proyecto de ley que sería ratificado por Trump para eliminar la posibilidad de que el Comité Local de Abastecimiento y Producción de Venezuela (CLAP) siga funcionando.
De hecho, el asedio a la embajada venezolana en Washington es un golpe de estado al derecho internacional. Se burlan de todos y cuando alguien apuesta a la sobrevivencia, como es el caso de China, la pelea es a muerte.
No obstante, el problema con China y Rusia es diferente, ya que Obama acercó a China y a Rusia y ahora están muy unidas que nunca, ya que saben bien que los Estados Unidos no podrán hacer algo contra ellos juntos.
Si la guerra comercial de China y Estados Unidos continuara, los Estados Unidos saldrían perdiendo porque las empresas chinas como Huawei no solo venden celulares, sino implementos tecnológicos de todo tipo que compiten en el mercado global. Por lo que Trump y el Gobierno estadounidense tendrían que subvencionar toda la producción tecnológica a expensas de la economía nacional que es la más endeudada en la historia de la humanidad.
Por desgracia, todas las salidas posibles a esta crisis apuntan hacia una Tercera Guerra Mundial que sería con armas nucleares. En este contexto, el papel de Latinoamérica y del Caribe se ha diluido desde que desapareció la Unión de Naciones Sudamericanas y desde que Mercosur fue cooptado por Brasil y Argentina, mientras se aliaron al dólar. Sólo quedan Bolivia y Venezuela como baluartes del proceso independentista de Sudamérica.
Por lo que surge inopinadamente un gran futuro para México por su posición geográfica que comunica a los dos grandes océanos y a China con Occidente.
Adenda: Como siempre ha sucedido en la historia del género humano, las ideas y los intereses de la clase dirigente y de la aristocracia que manejan el poder a nivel mundial, nada tiene que ver con lo que está sucediendo y lo que sucederá en el futuro.
Pero eso no evita que las grandes élites sigan pensando que ellos son los dueños del mundo y lo seguirán siendo por siempre.