En tan solo un par de meses, Francia tendrá un nuevo presidente. Según la mayoría de los expertos en la política francesa, quién llegue a quedar de los cuatro candidatos posibles: Le Pen, Mélenchon, Macron y Fillon lo hará con muy poca diferencia de votos y conducirá al País a una situación confusa y ambigua que ya no le permitirá formar parte de la Unión Europea. Uno de sus principales problemas es que ahora mismo viven en Francia 1.1 millones de franceses musulmanes que tienen una alta participación en la vida política del país y muchos de ellos son radicales; otro problema es la fragmentación inesperada de las fuerzas de izquierda con una actitud antisemitista y otro más es el empoderamiento de unas cuantas grandes empresas y grupos financieros trasnacionales que controlan por completo el desarrollo económico del País.
Al margen de quién sea el candidato ganador en las próximas elecciones, el hecho fundamental es que ninguno de los candidatos posee una clara definición ideológica, ni tampoco la tienen los diferentes grupos de ciudadanos que los apoyan. El hecho real es que la única nación europea en la que operaron con éxito los partidos de izquierda y donde se formuló por vez primera la burocracia que sigue operando en el Mundo Occidental ha llegado a su fin. De modo que el nuevo ‘Frexit’ tendrá una repercusión mucho más importante que el Brexit, ya que los ingleses nunca han dejado de pensar que el buen gobierno de una nación depende en gran parte del porcentaje de ‘sangre real’ que existe en sus dirigentes, se sustentó en las grandes riquezas que saqueó de sus colonias, creó un sistema monetario autónomo imprimiendo su propia moneda, se constituyó en el puerto de arribo y salida de todas las operaciones comerciales con América y nunca formó parte integral de la comunidad europea.
Así como Francia representó el origen del Estado Occidental hacia fines del siglo XVIII, creando la fórmula burocrática para atender a las clases populares que vivían en condiciones precarias y permitir al Rey Luis XV dedicar todo su tiempo a sus actividades en el dispendioso y libidinoso mundo de la aristocracia, todo hace ver que la hipócrita y engañosa vida de los monarcas y de los burócratas de Occidente ha llegado a su fin y seguramente será creada una fórmula alternativa del Estado, donde ya se acepte de una manera definitiva que la vieja utopía de un Estado cristiano, democrático, representativo y liberal solo fue un mito que ha durado poco más de doscientos años, pero que ahora ha dejado de funcionar por diferentes razones, como han sido el brutal desarrollo de la ciencia y la tecnología moderna en las últimas tres décadas, el desarrollo de la transportación y de las vías de comunicación, el nuevo mundo digital, además del alto costo del mundo jurídico, legislativo y operativo hacia el interior de todas las grandes naciones. Por otra parte, después de poco más de cien años continúa en operación el sistema de guerras planeadas en el extranjero, con sus grandes costos de combustibles, material bélico, trasatlánticos, aviones, drones y los enormes costos de empresas de mercenarios financiadas por el Estado que operan los cientos de bases militares que instalaron las grandes potencias en el extranjero y que de forma soslayada son aprobadas por la comunidad internacional.
De toda esta parafernalia bélica, comercial, financiera y económica del mundo actual, lo único que no fue planeado fue la presencia de otras naciones de gran dimensión como China y la India que aportan el 70% de la demografía mundial, más la persistencia de la dictadura rusa que sigue dependiendo de la venta de materiales bélicos y de hidrocarburos, de modo que no tiene otra opción sino participar en todos los conflictos mundiales existentes para poder sobrevivir, ya que su producción de alimentos y sus campos agrícolas siguen siendo un desastre. A esos dos elementos habrá que añadir el surgimiento del Estado Islámico, creado originalmente por los Estados Unidos al morir Osama bin Laden y quedarse sin un enemigo a la vista para que pudiera operar el tradicional Estado Antiterrorista que fue creado desde los años setentas. Ahora mismo ha surgido un nuevo elemento de conflicto para la Comunidad Europea con el referéndum convocado por Erdogan en Turquía que lo convertirá en un dictador legítimo por los próximos veinte años y decidir si forma parte de Europa o funciona como nación autónoma.
Adenda: En términos históricos, el colapso de los grandes imperios siempre ha sido en forma gradual. Por lo que podemos pensar que el Imperio de Occidente podría durar muchos años más, pero en condiciones muy diferentes a las actuales, teniendo que compartir el poder con otras muchas naciones y retirándose de todos los conflictos bélicos actuales y potenciales.
No hay duda de que la comunidad internacional tendrá que diseñar un nuevo orden mundial, donde las grandes potencias encuentren una fórmula de convivencia pacífica en el que vayan desapareciendo los paradigmas de lucha por la posesión de bienes materiales, de arrogancia, de odio y de venganza que parecen todavía inspirar a la civilización occidental.